Dado que el MA se excreta mayormente por vía renal, su uso en IRT implica alto riesgo de toxicidad; sin embargo, se administró en dosis reducida después de la hemodiálisis, evitando acumulación sistémica.
Un hombre de 25 años, con antecedentes de hipertensión arterial no controlada que progresó a insuficiencia renal terminal (IRT), acudió a la clínica dermatológica por presentar múltiples lesiones ulceronodulares en manos, antebrazos, pies y cuello, con una evolución de nueve meses.
El paciente había estado en hemodiálisis tres veces por semana durante dos años antes de ser candidato a trasplante renal.
Las lesiones, inicialmente indoloras y no pruriginosas, fueron confirmadas como LC tropical mediante biopsia cutánea, que mostró infiltrado inflamatorio con presencia de amastigotes de Leishmania. Dada la endemicidad de la región y la confirmación histopatológica, se inició tratamiento con MA en dosis ajustada.
Imágenes del paciente que revelan múltiples lesiones cutáneas ubicadas en las manos ( A , B , C , G ), antebrazos ( F , H , I ), pies ( D ) y cuello ( E ) en el momento de la presentación clínica.
Histopatología de la biopsia cutánea con tinción de hematoxilina y eosina que muestra un granuloma mal definido con células gigantes multinucleadas, infiltrado linfoplasmocitario difuso y amastigotes de Leishmania en macrófagos. Los hallazgos se observaron en las siguientes condiciones: ( A ) 4 × 0,1, ( B ) 10 × 0,25, ( C ) 40 × 0,65
El MA se excreta principalmente por vía renal (80%), lo que plantea un riesgo elevado de acumulación y toxicidad sistémica en pacientes con IRT. Estudios previos han reportado cardiotoxicidad, pancreatitis y alteraciones hepáticas en casos de sobredosificación.
Sin embargo, en este paciente, se optó por una dosis reducida (750 mg intramuscular, equivalente a media ampolla de Glucantime®) administrada inmediatamente después de las sesiones de hemodiálisis, aprovechando la eliminación extracorpórea del fármaco.
Tras 60 días de tratamiento, se observó una remisión casi completa de las lesiones sin efectos adversos significativos. Posteriormente, el paciente fue sometido a trasplante renal en noviembre de 2017, sin recidivas de LC en el seguimiento a largo plazo.
La leishmaniasis cutánea (LC) es una enfermedad parasitaria transmitida por la picadura de flebótomos hembra infectados con especies del género Leishmania. A nivel global, el antimoniato de meglumina (MA), comercializado como Glucantime, sigue siendo el tratamiento de primera línea en regiones endémicas, particularmente en países en desarrollo.
Sin embargo, su uso conlleva riesgos significativos, como cardiotoxicidad, pancreatitis y alteraciones hepáticas, relacionados principalmente con la dosis acumulativa.
Uno de los mayores desafíos en este caso (Arab, H. et al.) fue la condición de insuficiencia renal terminal (IRT) del paciente, ya que aproximadamente el 80% del MA se excreta por vía renal en su forma activa.
Esto limita su uso en pacientes con deterioro de la función renal, donde la acumulación del fármaco podría exacerbar su toxicidad. Aunque alternativas como la anfotericina B liposomal son preferibles por su menor nefrotoxicidad, la falta de disponibilidad en nuestra región obligó a considerar el MA con un estricto monitoreo.
Se administró una dosis reducida de 750 mg de MA por vía intramuscular después de cada sesión de hemodiálisis, ajustada experimentalmente debido a la ausencia de protocolos establecidos para pacientes en diálisis. Sorprendentemente, el tratamiento resultó efectivo, con remisión de las lesiones y sin efectos adversos reportados.
Este éxito podría atribuirse a los mecanismos duales del MA: por un lado, activa los macrófagos para eliminar los parásitos, y por otro, inhibe enzimas clave como la tripanotiona reductasa, afectando la supervivencia del patógeno.
Cabe destacar que otros enfoques, como la terapia intralesional o alternativas como la termoterapia y la paromomicina tópica, no eran viables debido a la extensión y multiplicidad de las lesiones.
Además, un caso previo reportó complicaciones graves en un paciente con IRT tras recibir MA intravenoso, lo que subraya la importancia de ajustar la dosis y la vía de administración en esta población.