El uso de copas menstruales se asocian a complicaciones como dolor, lesiones vaginales, reacciones alérgicas, entre otros.
Una mujer de alrededor de 30 años, nulípara y sexualmente activa, acudió a consulta externa por hematuria macroscópica intermitente y dolor leve en el costado derecho y la parte inferior del abdomen, síntomas que se habían presentado durante los últimos seis meses. Negó fiebre u otros signos de infección urinaria.
Como antecedentes relevantes, había sido sometida a una cirugía bariátrica tipo manga gástrica y a la extracción endoscópica de un cálculo urinario en el uréter derecho tres años antes. Usaba un dispositivo intrauterino de cobre como método anticonceptivo y, durante los días de sangrado menstrual más intenso, empleaba una copa menstrual de silicona (Libresse V-cup, talla L), la cual vaciaba cada 2-3 horas sin fugas.
Los episodios de dolor ocurrían entre dos y cinco veces por semana, con duración aproximada de una hora, y a menudo se acompañaban de sensación de urgencia urinaria. La hematuria no se relacionaba con la menstruación ni con los episodios de dolor.
El análisis de orina mostró hematuria y proteinuria, mientras que los niveles de creatinina sérica eran normales. Una cistoscopia flexible ambulatoria no reveló hallazgos patológicos. Sin embargo, una urografía por tomografía computarizada (TC) evidenció ureterohidronefrosis derecha con una entrada estrecha a la vejiga, sin presencia de cálculos. También se observó la copa menstrual colocada en el lado derecho de la vagina, en proximidad directa al ostium ureteral derecho.
Ante estos hallazgos, se plantearon dos posibilidades: una obstrucción mecánica del uréter derecho causada por la copa menstrual o una estenosis ureteral posquirúrgica residual, resultado de la extracción previa del cálculo urinario en esa zona. Para evaluar la posible implicación de la copa menstrual, se indicó suspender su uso y se programaron estudios de seguimiento un mes después.
Tras retirar la copa, una ecografía mostró regresión completa de la ureterohidronefrosis. La renografía confirmó una función renal normal en ambos riñones, con distribución funcional equilibrada. La paciente no volvió a experimentar dolor ni hematuria, lo que respaldó el diagnóstico de obstrucción ureteral por compresión mecánica causada por la copa menstrual.
A los seis meses de seguimiento, la paciente refirió no haber tenido nuevos síntomas. Solo había usado la copa de forma puntual durante pocas horas y no tenía intención de retomarla regularmente por temor a una recurrencia.
Las copas menstruales que se insertan en la vagina para recoger la sangre durante la menstruación se utilizan cada vez más. Por lo general, se vacían cada 4-12 horas y se pueden reutilizar hasta 10 años, lo que las convierte en una alternativa sostenible a los dispositivos de un solo uso.
Sin embargo, según los autores (Maarup, et al), una revisión reciente de la literatura sobre el uso de copas menstruales informó que las posibles complicaciones incluyen dolor, lesiones vaginales, reacciones alérgicas, fugas, incontinencia urinaria, desplazamiento de dispositivos intrauterinos e infecciones.
Además, se han descrito algunos casos de complicaciones más graves, como el síndrome de shock tóxico y efectos en el tracto urinario superior.
En la actualidad, las copas menstruales se pueden comprar y utilizar sin el asesoramiento clínico de un profesional sanitario, por lo que es fundamental disponer de material informativo detallado y claro para las pacientes.
Además, los autores del caso sugieren que los médicos sean conscientes de esta posible complicación y la incluyan en sus diagnósticos diferenciales.