Los estudios médicos confirmaron una úlcera extensa en el esófago, y los especialistas concluyeron que la causa fue una reacción adversa al uso prolongado de semaglutida, tras descartar otras posibles enfermedades o medicamentos.
Una mujer de aproximadamente 70 años, con obesidad grado III y diabetes tipo 2, desarrolló una complicación esofágica severa tras seis meses de tratamiento con semaglutida.
La paciente, que permanecía postrada en cama debido a artrosis bilateral de rodilla, inició el tratamiento con 0.25 mg semanales de este medicamento para el manejo de su obesidad. Aunque el fármaco demostró efectividad para la pérdida de peso, la paciente comenzó a experimentar síntomas gastrointestinales cuando la dosis fue incrementada a 0.5 mg semanales.
Durante medio año, la mujer presentó náuseas y vómitos persistentes que progresaron hasta impedirle la alimentación por vía oral. A pesar de la intensidad de los síntomas, estos fueron subestimados inicialmente debido a los satisfactorios resultados en la reducción de peso.
Al momento de su hospitalización, la paciente se encontraba en un estado crítico donde incluso la ingesta de líquidos resultaba imposible, lo que motivó su evaluación urgente por el equipo gastroenterológico.
Los estudios de imagen revelaron alteraciones significativas en el esófago. La tomografía computarizada mostró un engrosamiento difuso de la pared esofágica, mientras que la endoscopia digestiva superior evidenció una úlcera extensa y severa que abarcaba desde la porción torácica superior hasta el segmento abdominal del esófago.
El Dr. Shin Kashima y sus colegas de la Universidad Médica de Asahikawa descartaron otras causas potenciales como neoplasias malignas, infecciones virales o efectos de otros medicamentos, estableciendo el diagnóstico de esofagitis por reflujo grave asociada al tratamiento con semaglutida.
El abordaje terapéutico consistió en la suspensión inmediata de la semaglutida y la implementación de un tratamiento con inhibidores de la bomba de protones combinados con agentes mucoprotectores. La respuesta fue notablemente positiva, observándose una mejoría clínica significativa en apenas dos semanas, periodo durante el cual la paciente recuperó la capacidad de alimentarse por vía oral.
La endoscopia de control realizada un mes después confirmó la cicatrización completa de las lesiones ulceradas sin desarrollo de estenosis esofágica.
Los autores del caso, liderados por el Dr. Kashima, aseguran que aunque las náuseas y vómitos son efectos adversos conocidos de los agonistas del receptor GLP-1 como la semaglutida, su persistencia e intensidad pueden conducir a complicaciones esofágicas graves.
añaden que, ante la aparición de vómitos intensos durante el tratamiento con estos fármacos, debe priorizarse la evaluación endoscópica inmediata y la suspensión temporal del medicamento, incluso si esto significa interrumpir temporalmente los objetivos de pérdida de peso.
Este caso demuestra la importancia del monitoreo estrecho y la atención oportuna a los efectos secundarios gastrointestinales durante el tratamiento con semaglutida.