Las fístulas arteriovenosas durales, son anomalías vasculares en las que se forman conexiones anormales entre arterias y venas, lo que provoca un desvío del flujo sanguíneo, evitando que la sangre pase a través de los capilares, que son responsables de nutrir los tejidos.
Un hombre de 39 años fue ingresado de urgencia tras una tomografía computarizada (TC) craneal que mostró vasos hiperdensos serpiginosos en los lóbulos temporal y parietal izquierdos.
Durante el último año, el paciente había experimentado cefaleas diarias, especialmente por las mañanas y noches, las cuales se habían intensificado progresivamente. Los analgésicos de venta libre dejaron de aliviar el dolor, que comenzó a acompañarse de náuseas, inestabilidad y olvidos. Ante el empeoramiento de los síntomas, el paciente buscó atención médica.
Entre sus antecedentes médicos destacaba una cirugía a corazón abierto realizada a los dos meses de vida para corregir un retorno venoso pulmonar anómalo total, así como múltiples ciclos de quimioterapia y transfusiones sanguíneas a los 18 y 26 años, debido a una anemia aplásica adquirida y una hipoplasia megacariocítica, respectivamente.
También había sufrido traumatismos moderados en dos accidentes de tráfico, a los 31 y 37 años.
Se le realizó una angiografía, que permitió observar los vasos sanguíneos del cerebro, y se descubrió que tenía tres fístulas arteriovenosas (DAVF), que son conexiones anormales entre las arterias y venas del cerebro. Una de estas fístulas estaba en una zona conocida como el seno sigmoideo, y las otras dos estaban en diferentes partes de los vasos sanguíneos del cerebro.
A pesar de que algunas fístulas pueden no requerir tratamiento si no presentan síntomas, aquellas que muestran un drenaje venoso anormal, como en este caso, deben ser tratadas para evitar complicaciones graves.
Para tratarlas, primero se le realizó una resonancia magnética que mostró una pequeña trombosis (coágulo) en las venas alrededor de los ventrículos cerebrales.
El paciente fue tratado inicialmente con medicamentos para prevenir la formación de más coágulos, y luego se sometió a un tratamiento con tres procedimientos de embolización.
Este tratamiento consiste en introducir un catéter en los vasos sanguíneos afectados para bloquear las fístulas, reduciendo el flujo anormal de sangre. El equipo médico utilizó una combinación de acceso a través de arterias y venas en las piernas para llegar hasta las fístulas en el cerebro.
El tratamiento fue exitoso, logrando reducir el flujo sanguíneo a través de las fístulas y mejorando significativamente los síntomas del paciente, incluyendo la resolución de sus cefaleas y una notable recuperación de su función cognitiva.
Las FAVD son anomalías vasculares en las que se forman conexiones anormales entre arterias y venas dentro de la duramadre, una membrana que cubre el cerebro. La conexión anormal provoca un desvío del flujo sanguíneo, evitando que la sangre pase a través de los capilares, que son responsables de nutrir los tejidos.
Estas lesiones pueden ser congénitas o aparecer tras un trauma, infecciones o intervenciones quirúrgicas. Aunque son más comunes en mujeres, en hombres suelen progresar de forma más agresiva y pueden causar hemorragias cerebrales graves o déficits neurológicos agudos.
En situaciones poco frecuentes, como en este caso (Fernández-Abinader et al), pueden encontrarse múltiples FAVD, algo que ocurre en sólo un 8% de los casos.
El paciente tenía un historial médico complejo, que incluía dos accidentes automovilísticos previos, una cirugía a corazón abierto en la infancia para corregir un retorno venoso pulmonar anómalo total, y tratamiento para una anemia aplásica adquirida. Este cuadro es único, ya que no se han reportado otros casos con estos antecedentes médicos combinados.
