El caso requirió múltiples visitas a emergencias, intentos fallidos de desimpactación manual y finalmente intervención endoscópica para resolver el cuadro.

Un hombre de 39 años sin antecedentes médicos relevantes desarrolló una impactación fecal severa después de consumir cantidades excesivas de semillas de calabaza crudas con cáscara durante las actividades de Halloween.
El paciente acudió al departamento de emergencias aquejando dolor rectal intenso acompañado de estreñimiento de tres días de evolución. Lo particular de su historia clínica era el antecedente de haber ingerido las semillas crudas con cáscara de tres calabazas completas cuatro días antes, mientras participaba en la tradicional talla de calabazas de Halloween.
Durante los dos días previos a esta consulta, el paciente ya había visitado otro servicio de urgencias en dos ocasiones por la misma sintomatología. En esas oportunidades se intentó la desimpactación manual, logrando extraer únicamente algunas semillas sueltas de una masa endurecida alojada en la bóveda rectal.
A pesar de las indicaciones de tratamiento domiciliario con polietilenglicol, el cuadro clínico empeoró progresivamente, presentando además tenesmo rectal intenso.
Al momento del examen físico, el paciente se encontraba hemodinámicamente estable, con signos vitales dentro de parámetros normales, aunque evidentemente incómodo por el dolor.
La exploración abdominal no reveló distensión, defensa ni masas palpables. Sin embargo, el tacto rectal demostró la presencia de una masa voluminosa y firme con semillas de calabaza identificables al tacto.
Los estudios de laboratorio no mostraron alteraciones significativas. Las imágenes abdominales confirmaron una importante carga fecal a nivel rectal, mientras que la ecografía transabdominal en el punto de atención evidenció una masa ecogénica densa ocupando el recto.
Con estos hallazgos se estableció el diagnóstico de bezoar rectal masivo compuesto por semillas de calabaza.
El abordaje inicial consistió en un nuevo intento de desimpactación manual bajo sedación procedimental, el cual resultó parcialmente exitoso al extraer solo algunas semillas, permaneciendo la mayor parte del bezoar in situ.
Posteriormente se procedió a realizar una sigmoidoscopia flexible que identificó innumerables semillas de calabaza formando un conglomerado compacto.
Durante la endoscopia, el especialista logró maniobrar el sigmoidoscopio para fragmentar parcialmente el bezoar. Se emplearon múltiples enemas de fosfato y una red de Roth para la extracción, consiguiendo remover aproximadamente la mitad de las semillas. El paciente continuó con polietilenglicol oral y se programó una segunda sigmoidoscopia para la mañana siguiente.
Durante la noche, ante el empeoramiento del dolor y el tenesmo, se intentó una nueva desimpactación manual bajo sedación, pero el procedimiento debió suspenderse debido a inestabilidad hemodinámica relacionada con los sedantes utilizados.
De forma inesperada, durante los movimientos intestinales posteriores, el paciente logró expulsar espontáneamente una cantidad considerable de semillas.
Finalmente se realizó una exploración bajo anestesia que incluyó tacto rectal digital y colonoscopia completa.
Para sorpresa del equipo médico, no se encontraron semillas residuales en el recto, lo que sugirió que el paso espontáneo del material restante había ocurrido antes del procedimiento programado. El paciente toleró adecuadamente la vía oral y fue dado de alta el mismo día sin complicaciones.
Este caso de acuerdo a Wolfgang Paik et al., representa una presentación poco frecuente de bezoar rectal causado por la ingesta masiva de semillas de calabaza con cáscara. La dificultad en el manejo se debió a la naturaleza compacta y voluminosa del bezoar, que resistió múltiples intentos de desimpactación manual y requirió intervención endoscópica.
La importancia de obtener una historia dietética exhaustiva queda demostrada en este caso, ya que el antecedente de consumo de semillas fue clave para el diagnóstico y el planteamiento terapéutico. El reconocimiento temprano de este tipo de impactaciones permite implementar estrategias de tratamiento oportunas que pueden prevenir complicaciones más serias como perforación rectal, necrosis de la mucosa o sepsis.
Aunque el desenlace fue favorable, este caso destaca los desafíos que pueden presentar los bezoares rectales y la necesidad de mantener un enfoque multidisciplinario que combine técnicas de desimpactación manual, medicamentos laxantes y procedimientos endoscópicos cuando las medidas conservadoras fracasan.
La paciencia y la persistencia en el tratamiento, junto con una comunicación clara con el paciente sobre los riesgos y la evolución esperada, fueron elementos fundamentales en la resolución exitosa de este cuadro clínico inusual.