El divorcio parental y su vínculo con el aumento de hormonas del estrés: Factor de riesgo para el ictus

Los investigadores teorizan que el divorcio de los padres podría haber desencadenado un aumento crónico en los niveles de hormonas del estrés, lo que podría generar un impacto negativo en la salud cardiovascular a largo plazo.

Katherine Ardila

    El divorcio parental y su vínculo con el aumento de hormonas del estrés: Factor de riesgo para el ictus

    Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Toronto, la Universidad Tyndale y la Universidad de Texas en Arlington ha identificado un factor de riesgo sorprendente que aumenta significativamente las probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular (ictus) en la adultez: el divorcio de los padres durante la infancia. 

    Publicado en la revista PLOS ONE, el estudio reveló que los adultos mayores que experimentaron el divorcio de sus padres cuando eran niños tienen un 61% más de probabilidades de sufrir un ictus en comparación con aquellos que crecieron en familias intactas.

    Datos clave del estudio

    El análisis se basó en los resultados de la Encuesta de Vigilancia de Factores de Riesgo Conductuales de 2022, que incluyó a 13.205 adultos mayores estadounidenses. 

    De este total, aproximadamente el 13.9% de los participantes había experimentado el divorcio de sus padres durante su infancia. 

    El estudio reveló que, entre los adultos mayores de 65 años o más, uno de cada nueve cuyos padres se habían divorciado informó haber sido diagnosticado con un ictus, frente a sólo uno de cada 15 en aquellos cuya familia no pasó por este evento.

    A pesar de considerar otros factores de riesgo bien establecidos, como el tabaquismo, la inactividad física, la diabetes, la depresión, los ingresos más bajos y el bajo apoyo social, el vínculo entre el divorcio parental y el ictus se mantuvo fuerte. 

    De hecho, la relación encontrada es comparable en magnitud a otros factores de riesgo bien conocidos, como la diabetes y la depresión, que tienen una conexión sólida con la aparición del ictus.

    Un riesgo que persiste a lo largo del tiempo

    El hallazgo de esta investigación sugiere que las experiencias de la infancia pueden tener repercusiones duraderas en la salud de los adultos mayores. 

    La autora principal del estudio, Esme Fuller-Thomson, profesora de la Universidad de Toronto, menciona que se debe examinar este vínculo más a fondo.

    Aunque el estudio no establece causalidad directa, los investigadores creen que los efectos de este tipo de adversidad temprana en la vida pueden manifestarse años después, específicamente en enfermedades cardiovasculares graves como el ictus.

    Posibles explicaciones biológicas y sociales

    Los investigadores teorizan que el divorcio de los padres podría haber desencadenado un aumento crónico en los niveles de hormonas del estrés, lo que podría generar un impacto negativo en la salud cardiovascular a largo plazo. 

    Según los autores del estudio, este estrés prolongado podría ser uno de los factores biológicos responsables del vínculo encontrado. Además, las dificultades emocionales que pueden surgir en un hogar roto, como la falta de apoyo social y emocional durante la infancia, también podrían contribuir a este riesgo aumentado.

    Curiosamente, otras formas de adversidad infantil, como el abuso emocional, la negligencia, las enfermedades mentales en el hogar y el abuso de sustancias no se asociaron de manera significativa con el ictus

    Este hecho refuerza la singularidad de la relación entre el divorcio parental y el ictus, destacando que, incluso sin abusos o negligencia, la separación de los padres podría tener efectos duraderos.

    Implicaciones para la prevención y la atención médica

    Si investigaciones futuras confirman este vínculo entre el divorcio de los padres y el ictus, los profesionales de la salud podrían considerar este factor en el historial médico de los pacientes, específicamente al evaluar su riesgo cardiovascular. 

    Esto podría llevar a la implementación de intervenciones preventivas y educativas dirigidas a adultos mayores con este antecedente.

    En palabras de Mary Kate Schilke, primera autora del estudio y profesora de la Universidad de Tyndale, "nuestro estudio indica que, incluso después de tener en cuenta la mayoría de los factores de riesgo conocidos asociados con el accidente cerebrovascular, aquellos cuyos padres se habían divorciado todavía tenían un 61% más de probabilidades de sufrir un ictus". 

    Esto sugiere que el entorno familiar durante la infancia puede ser un componente importante en la salud cardiovascular a largo plazo.

    Investigación futura

    Aunque este estudio no puede establecer causalidad definitiva, los hallazgos deben  explorar más a fondo los mecanismos que vinculan el divorcio de los padres con el riesgo de ictus en la edad adulta. 

    Fuente consultada aquí

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