La hematuria, ya sea visible o microscópica, puede aparecer de forma intermitente y confundirse con infecciones urinarias u otras condiciones benignas, lo que retrasa el diagnóstico.

En una conversación con la Revista Medicina y Salud Pública, la Dra. Mariela Martínez, uróloga del Hospital San Lucas en Ponce, ha ofrecido una guía sobre el cáncer de vejiga, un tumor cuya peligrosidad reside precisamente en su discreción.
La especialista comenzó definiendo la enfermedad como un crecimiento celular descontrolado en el tejido interno del órgano. "El cáncer de vejiga es un crecimiento normal de las células que rodean la vejiga, que están dentro de la vejiga, el tejido que provoca contracciones para que podamos orinar, y esas células tienden a crecer de forma descontrolada", explicó.
Este proceso, si no se detiene a tiempo, puede progresar e invadir las capas más profundas de la pared vesical.
El principal desafío, según la doctora, es su detección temprana. Los síntomas iniciales son tan leves o inespecíficos que es fácil pasarlos por alto.
"Muchas veces los síntomas pueden ser leves o, en algunos casos, inexistentes", señaló. El signo de alarma más común, la sangre en la orina, suele malinterpretarse. "Los síntomas se pueden confundir con otras condiciones médicas. Por ejemplo, uno de los síntomas más comunes en cáncer de vejiga es sangrado en la orina, ya sea microscópico, que solamente se ve en pruebas de orina, o que se ve a simple vista. Esto se puede confundir fácilmente con infecciones de orina y, por ende, muchas veces pasan desapercibidos, pues se tratan como infecciones, cuando en realidad hay otra razón por la cual lo tiene", detalló.
Este error puede crecer porque los síntomas pueden ser intermitentes: un paciente puede tener un episodio de hematuria y luego, durante meses, no volver a ver sangre. Esto genera una falsa sensación de seguridad que puede ser fatal.
"El hecho de que hayan pruebas que documenten sangre en la orina ya es una razón para investigar cáncer de vejiga, ya que el cáncer de vejiga no tiende a dar síntomas adicionales hasta que ya ha invadido otros tejidos y es muy tarde". Cualquier episodio documentado de sangre en la orina, por aislado que parezca, justifica una investigación a fondo.
La experta describió algunos otros síntomas que, además de la hematuria, incluyen ardor al orinar, mayor frecuencia y urgencia urinaria. En etapas avanzadas, puede aparecer dolor abdominal, dolor de espalda o pérdida de peso.
Llamó la atención que las mujeres suelen ser diagnosticadas más tarde que los hombres. "El ardor al orinar es un síntoma bastante confuso para muchos pacientes y esto es importante en cuanto a las mujeres. Las mujeres se tienden a diagnosticar con cáncer de vejiga más tarde, a pesar de presentar síntomas, porque muchas veces se le achacan los síntomas a que las mujeres estamos en nuestra etapa menstrual o que tenemos un fibroma o que tenemos endometriosis o que tenemos infecciones de orinas recurrentes", expuso.
Por eso, "es muy importante saber que la sangre en la orina nunca es normal y que una paciente que viene con sangre en la orina, a pesar de haber tenido infecciones recurrentes, se tienen que hacer sus pruebas de cernimiento, porque muchas veces lo que tiende a pasar es que las diagnosticamos más tarde de lo que diagnosticaríamos a un hombre".
Para identificar quiénes deben estar más alerta, la Dra. Martínez enumeró los principales factores de riesgo. El más importante, con diferencia, es el tabaquismo en todas sus formas.
"Los factores de riesgo más importantes, yo diría que el número uno es el fumar, la nicotina en forma de cigarrillo y en forma de vaping, el tabaco... toda forma de nicotina que ingerimos fumada puede causar aumento en el cáncer de riñón y de vejiga", afirmó.
Junto al tabaco, destacó la exposición ocupacional a ciertas sustancias químicas, como las utilizadas en la industria textil o de limpieza. "Otro factor importante es la exposición a sustancias químicas. Muchas veces cuando mis pacientes llegan a la oficina les pregunto si han trabajado en una fábrica donde han estado expuestos a detergentes fuertes, a químicos, si estuvieron cerca de algún área donde se producían textiles, donde se usaban tintes fuertes de telas y ese tipo de cosas, ya que la exposición en el trabajo también es un factor importante", comentó.
Otros factores incluyen infecciones urinarias recurrentes, el uso crónico de sondas y la edad avanzada (especialmente después de los 50 años).
Cuando surge la sospecha, el proceso diagnóstico sigue unos pasos establecidos. Todo suele comenzar con un análisis de orina rutinario que detecta sangre.
"La primera prueba que se hace, aunque es un poco no específica como nos imaginamos, es la prueba de orina. Muchos de mis pacientes que llegan a la oficina llegan por medio de un referido, un médico primario y en la prueba de orina se encuentra que tiene sangre en la orina y ya con eso uno tiene una idea de que tiene que descartar ciertas cosas", describió la uróloga.
Sin embargo, la prueba definitiva es la cistoscopia. "La manera en que podemos diagnosticar con certeza el cáncer de vejiga es por medio de la cistoscopia, que es mirar dentro de la vejiga con una camarita pequeña", afirmó.
Este procedimiento permite visualizar cualquier anomalía y tomar biopsias. Para completar el estudio y ver si el cáncer se ha extendido, son cruciales las pruebas de imagen. "La otra parte importante del diagnóstico son los estudios de imágenes, tanto de la vejiga como de los riñones, porque un cáncer de vejiga puede comenzar en vejiga y moverse hacia el riñón. Así que típicamente lo que se hace es un CT scan, una tomografía o un MRI con contraste para determinar que en el tracto urinario completo, ya sea riñón, uréteres y la vejiga no encontramos ningún tumor canceroso", explicó.
Ahora bien, el tratamiento depende por completo de lo profundo que haya invadido el tumor. Para cánceres superficiales, el primer paso suele ser una resección transuretral.
"En cánceres más superficiales se puede hablar de lo que es la resección. La resección se hace de forma endoscópica, parecido a cuando hacemos la cistoscopia, pasamos una cámara con un instrumento especial que resecta o hace un raspe de la pared de la vejiga en el área en donde está el tumor, y eso puede ser terapéutico y puede ser diagnóstico", detalló la Dra. Martínez. En los casos más favorables, esto puede ser suficiente.
Para tumores que han invadido más profundamente, pero sin llegar al músculo, se usan terapias intravesicales. Cuando el cáncer alcanza la capa muscular, las opciones se vuelven más agresivas e incluyen quimioterapia, radioterapia o la cirugía radical para extirpar toda la vejiga (cistectomía).
"Se puede hacer lo que se llama la cistectomía o la remoción de la vejiga, que eso es una cirugía mayor en la cual tenemos que remover todo el órgano porque ya se encuentra el cáncer en una etapa más avanzada y entonces tenemos que buscar la manera de reconectar ese tracto urinario para que pueda orinar", explicó.
Esta reconstrucción, que a menudo implica crear una urostomía (una bolsa externa para la orina), hace un cambio vital profundo para el paciente.
Para cerrar, la Dra. Martínez aseguró que: "El mensaje más importante es que la sangre de la orina nunca es normal en ningún paciente, sea joven, sea viejo, sea mujer o sea hombre". Advirtió que "Si encontramos sangre de la orina, nosotros como urólogos debemos hacer pruebas de discernimiento y determinemos que no hay nada pasando".
"La detección temprana es bien importante para darle una mejor calidad de vida al paciente, así que nunca ignoren los síntomas de frecuencia, urgencia y sangre en la orina. Cuando tengan dudas sencillamente visiten a su urólogo y háganse las pruebas necesarias para determinar que no es un cáncer en la vejiga, ya que eso puede salvarles la vida", concluyó.