Expertos en salud explican los avances en el diagnóstico y tratamiento del párkinson, además de recomendaciones para pacientes que padecen la condición.
La enfermedad del Parkinson afecta al 2% de la población mayor de 65 años y al 4% de los mayores de 80 años, aunque esta condición no tiene cura, los tratamientos disponibles pueden mejorar notablemente la calidad de vida de los pacientes.
Por lo mismo, en una entrevista exclusiva del programa Expertos en Salud, el Dr. Gabriel Arango, y la Dra. Claudia Moreno, ambos neurólogos y especialistas en trastornos del movimiento, conversan sobre procedimientos como la estimulación cerebral profunda y destacan el papel de la nutrición, el ejercicio y hasta el tango en el manejo del párkinson.
El párkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta el sistema nervioso central, caracterizada por síntomas motores como temblores, rigidez muscular, lentitud en los movimientos y alteraciones del equilibrio, así como por manifestaciones no motoras, entre ellas la depresión, los trastornos del sueño o los problemas cognitivos.
"El Parkinson tiene varias etapas y, según la etapa, definimos los tratamientos y las estrategias que tenemos para ello", explica la Dra. Claudia Moreno.
En fases iniciales, los medicamentos que buscan reemplazar o aprovechar mejor la dopamina perdida son clave. "La levodopa es el medicamento más importante y más potente de la enfermedad", señala.
No obstante, con el paso del tiempo, los tratamientos pierden eficacia y aparecen complicaciones: "Usualmente al comienzo está esa ´luna de miel´ de los dopaminérgicos (...) pero a medida que avanza la enfermedad, los pacientes necesitan medicamento cada vez más frecuente y ahí es cuando se nos complica la vida", advierte la neuróloga.
"Con el tiempo, aparecen lo que se llaman fluctuaciones motoras... el paciente necesita dosis más frecuentes porque la levodopa tiene una vida media muy corta", señala la especialista. En esos casos, es necesario ajustar el tratamiento, modificar la dieta para mejorar la absorción del medicamento o considerar terapias más avanzadas.
Una de las alternativas más llamativas en fases avanzadas es la estimulación cerebral profunda (DBS), que consiste en implantar electrodos en zonas específicas del cerebro para controlar síntomas motores.
Pero, como advierte el Dr. Gabriel Arango, no es una solución milagrosa: "La cirugía no es curativa. Es un tratamiento más de los síntomas, y su éxito depende de una adecuada selección del candidato".
La elección del paciente es un proceso meticuloso: "No se deben operar pacientes de menos de cinco años de evolución de la enfermedad. Además, deben responder a la levodopa, no tener deterioro cognitivo ni depresión. Si el paciente no cumple con esos criterios, el resultado puede ser incluso peor", afirma el neurólogo.
Y añade una advertencia importante: "Algunos pacientes creen que la cirugía es para dejar los medicamentos. Eso es absolutamente falso. La levodopa probablemente nunca se va a suspender, y si se reduce drásticamente puede haber incluso consecuencias psiquiátricas graves como la depresión".
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Las terapias avanzadas no son para todos y requieren un equipo experimentado, además del compromiso del paciente y su familia. "Si el paciente no tiene un buen soporte familiar, va a ser muy difícil que el éxito se dé", explica el Dr. Gabriel.
El proceso tampoco es inmediato: "Me operan, y al otro día es como si no tuviera párkinson... eso no pasa. Hay un tiempo de ajuste, de programación del estimulador, de adaptación. Es un camino largo, como un matrimonio entre el paciente y el grupo tratante", añade.
Además de los medicamentos y las terapias tecnológicas, existen estrategias no farmacológicas que pueden marcar la diferencia.
"El ejercicio y la nutrición son sumamente importantes. La redistribución de proteínas es fundamental porque la proteína compite con la levodopa para entrar al cerebro", subraya la Dra. Moreno.
Y aunque suene curioso, también hay espacio para terapias artísticas. "El tango tiene evidencia científica. Y el tai chi también", afirma el Dr. Arango. "El ritmo lento, la conexión corporal, la concentración... todo eso ayuda a mejorar el equilibrio y la marcha".
La Dra. Claudia lo amplía: "Ese ritmo donde las neuronas empiezan a tener un marcapaso más ordenado les puede ayudar mucho. Probablemente otras músicas con ritmos lentos también funcionen. Es el compás lo que hace la diferencia".
Incluso hay ejercicios simples con efecto sorprendente: "El paciente bloqueado para caminar, si empieza a contar los pasos, se desbloquea. El ritmo, la música, ayudan a redirigir los circuitos cerebrales", concluye el Dr. Gabriel.