Biometeorología: el impacto del clima en enfermedades como la artritis y la salud en general

Se denomina «meteoropatía» a cualquier trastorno o patología psicoorgánica relacionada o exacerbada por fenómenos meteorológicos como el clima.

Alexander Triana Yanquén

    Biometeorología: el impacto del clima en enfermedades como la artritis y la salud en general

    La biometeorología médica es una rama de la medicina en la que el ambiente y los factores climatológicos interfieren directamente sobre las condiciones de salud de las personas. Esto se ha podido establecer cada vez que se acerca un frente nuboso o una alteración de la presión atmosférica y a más de uno le empiezan a doler las articulaciones, o se presentan alteraciones en antiguas lesiones musculares, incluso aumentan las migrañas. 

    Descubrir las variables del clima que más nos afectan y sus síntomas ha sido un objetivo primordial de la medicina desde sus orígenes. En el siglo V a. C., Hipócrates afirmaba en su obra Aires, aguas y lugares que los futuros galenos deberán "considerar los efectos de cada estación del año, así como los vientos cálidos y fríos, y especialmente los peculiares de cada región", asegura el Dr. Martínez-Carpio, PA, miembro de la Central de Coordinación de Urgencias de Barcelona (España), Centro Penitenciario de Jóvenes de Barcelona, Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol. Badalona. Barcelona.

    Esta disciplina se llama hoy biometeorología médica y centra sus objetivos en investigar la influencia de las variables estacionales en la salud, no solo física, sino también psíquica. Se denomina «meteoropatía» a cualquier trastorno psicoorgánico relacionado con los fenómenos meteorológicos. 

    Cabe mencionar que, el hecho de que las meteoropatías no produzcan, en general, enfermedades agudas graves, junto al desconocimiento del tema y a la poca difusión de determinados estudios, ha propiciado un retraso en el conocimiento de las meteoropatías y un estudio deficitario que todavía hoy es evidente. 

    Efectos meteorológicos y afectación de sistemas del cuerpo

    Diversos estudios enfocados en analizar los factores medioambientales y su incidencia en la salud, han podido demostrar que sobre una tercera parte de la población general, especialmente mujeres, acusa una notable meteorosensibilidad y es especialmente susceptible de padecer meteoropatías y de manifestar síntomas atribuibles a éstas. La edad avanzada y, en mujeres, el período premenstrual y la menopausia, facilitan aún más la repercusión de los cambios meteorológicos sobre el organismo. 

    Las variaciones meteorológicas bruscas se han relacionado repetidamente con dolores reumáticos, alteraciones neurológicas (aumento de crisis migrañosas, crisis epilépticas y accidentes cerebrovasculares), crisis hipertensivas, dolores anginosos, agudización de la insuficiencia respiratoria en los pacientes con una enfermedad obstructiva crónica (EPOC), agudización grave del asma y variaciones de la glucemia, entre otros procesos. 

    Un estudio reciente del Hospital Psiquiátrico Universitario Institut Pere Mata de Tarragona ha establecido una relación directa entre la temperatura ambiental y el número de ingresos hospitalarios, que aumenta notablemente a partir de los 26 ºC. También se ha detectado una tendencia a los episodios maníacos en verano y a los cuadros depresivos en invierno.

    En nuestras latitudes, en general, se toleran mejor los descensos térmicos que las olas de calor, causantes de la deshidratación en niños y ancianos y de facilitar el insomnio, la astenia y la anorexia en personas que toleran mal el calor. También se ha comprobado una clara relación entre las olas de calor y los brotes diarreicos. 

    La presión barométrica y su incidencia

    Los descensos de la presión barométrica debidos a la presencia de un anticiclón provocan una alteración atmosférica súbita que puede facilitar un estado de labilidad psíquica, dispepsia e incluso episodios de migraña. En cambio, los aumentos de presión atmosférica facilitan una cierta estabilidad de la atmósfera, aunque en contrapartida provocan inversiones térmicas que favorecen la polución atmosférica, afectando sobre todo a los sujetos atópicos (conjuntivitis, descompensaciones asmáticas, etc.). 

    Los frentes cálidos y secos estimulan el sistema parasimpático e inducen modificaciones en la neurotransmisión cerebral, afectando de modo relativamente heterogéneo a cada individuo (agresividad, aumento de suicidios, irritabilidad, depresión, oliguria...). 

    Desde el punto de vista meteorológico, los frentes secos se acompañan de una disminución de la presión atmosférica y la humedad, así como de un aumento de la ionización ambiental positiva. Esta situación provoca modificaciones hipotalámicas que pueden traducirse en un hipertiroidismo intermitente, alteraciones neuroquímicas y modificaciones psicosomáticas. 

    Los frentes fríos y húmedos, en cambio, estimulan el sistema simpático, ocasionando alteraciones cardiocirculatorias y respiratorias, con aumento de la diuresis y una mayor sensibilidad al dolor, que acusan especialmente los pacientes con enfermedad reumatológica. 

    Cuando aumenta la humedad relativa se acusa más tanto el frío como el calor, pues aumentan las pérdidas térmicas por conducción y disminuyen a la vez las pérdidas térmicas por déficit de evaporación del sudor. En pacientes reumáticos el exceso de humedad relativa puede agravar determinadas artralgias, y el tiempo húmedo favorecer la proliferación de hongos, con la enfermedad asociada que conllevan. Un ejemplo curioso es que el tiempo húmedo parece favorecer determinadas hepatopatías por aflatoxinas. 

    Ionización y disfunción psíquica 

    La ionización atmosférica parece tener más importancia de la que hasta el momento se le ha dado. Cada vez existen más indicios que relacionan la ionización positiva de la atmósfera con disfunciones psíquicas. 

    Algunas reacciones neuroquímicas parecen modificarse y algunos investigadores han atribuido estas disfunciones a descargas serotoninérgicas con una fase previa de euforia que se sigue de depresión, depresión sin euforia previa, insomnio, crisis migrañosa, aumento de la incidencia de dolor anginoso e incluso accidentes cerebrovasculares. 

    Ciertos meteoropatólogos introducen el concepto de «frente meteoropático» para referirse a la situación meteorológica caracterizada por la tríada de viento intenso, sequedad ambiental y aumento de la ionización atmosférica positiva. 

    El frente meteoropático y el metabolismo

    Esta situación meteorológica parece asociarse con un aumento del metabolismo, alteraciones serotoninérgicas, meteorismo abdominal, artralgias, disnea, ansiedad, depresión, asma bronquial, espasmos vasculares, migraña, espasmos viscerales, vómitos, cólico nefrítico, reacciones alérgicas y reacciones bifásicas euforia-depresión. Algunas de estas alteraciones están más demostradas que otras, pero existen suficientes indicios como para pensar que el frente meteoropático puede influir por diversos mecanismos sobre todas ellas. 

    Estudios epidemiológicos y la psicología

    En el campo de la psicología los estudios epidemiológicos han comprobado que los estados de ánimo, las descompensaciones psiquiátricas, las tentativas de suicidio y los comportamientos criminales se asocian a factores meteorológicos, y que los estados de ánimo deben influir en la sensibilidad del dolor, modificándose su umbral en mayor o menor medida en función de la meteorosensibilidad del paciente.

    Retos de la biometeorología médica

    El estudio de las meteoropatías no es fácil, pues se necesita un gran número de casos para obtener significatividad estadística, una correcta estratificación de los grupos susceptibles de padecerlas y una difusión más amplia de los fenómenos meteoropáticos que fomenten este tipo de investigaciones a los médicos que desde su puesto laboral pueden llevar a cabo este tipo de estudios. 

    Resulta evidente que la ciencia médica ha dado hasta hoy poca importancia a las meteoropatías cuando, paradójicamente, el sentir popular tanto en la calle como en la consulta quizá las ha sobredimensionado. Además, sorprende comprobar las predicciones del tiempo que hacen algunos ancianos en función de cómo se sienten anímica y físicamente. 

    Los estudios meteoropáticos deberían ajustarse a las evidencias populares observadas desde hace tiempo, pues los avances en el campo de la epidemiología y la informática, las facilidades diagnósticas y la integración de los recursos sanitarios públicos pueden facilitar en gran medida este tipo de investigaciones aplicando un método riguroso de estudio que casi seguro permitiría llegar a conclusiones sorprendentes en esta materia, cuyo conocimiento actual es insuficiente. 

    ¿Cómo evidenciar el impacto?

    Para hablar de cómo se puede evidenciar el impacto que tienen las condiciones meteorológicas sobre la salud de la población, es necesario prestar atención a la observación. 

    Los médicos a diario ven en las salas de urgencias o en los consultorios a los pacientes que llegan buscando atención a sus enfermedades, pero en medio de ese chequeo, si se presta un mínimo de atención, los expertos pueden identificar las etapas del año en las que se presenta un aumento de ciertas condiciones: enfermedades respiratorias, hipertensión, afecciones reumatológicas, entre otras. 

    Por tanto, los entes de control han logrado identificar y tomar medidas de control para evitar el colapso en la red de atención sanitaria. Ya no sólo en referencia a las epidemias infecciosas, también sujetas a aspectos biometeorológicos de los agentes patógenos, sino a otros tipos de enfermedades orgánicas no infecciosas, que parecen tener un fuerte componente psicosomático.

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