Agua muy fría durante las comidas: ¿Es recomendable para la digestión?

Expertos aclaran mitos sobre el consumo de agua fría y revelan cuándo puede afectar el proceso digestivo.

Laura Guio

    Agua muy fría durante las comidas: ¿Es recomendable para la digestión?

    Beber agua helada para combatir el calor es un hábito común, pero surge la pregunta sobre sus efectos en el estómago, especialmente durante las comidas. 

    El agua fría provoca cambios instantáneos en nuestro sistema digestivo que van más allá de la simple sensación refrescante. 

    "Beber agua muy fría provoca un descenso inmediato de la temperatura en las paredes del aparato digestivo", explica Vicente Clemente, nutricionista y profesor de la Universidad Europea, en declaraciones al portal 'CuídatePlus'.

    Este enfriamiento súbito tiene consecuencias directas: los vasos sanguíneos del estómago y el intestino se contraen momentáneamente, lo que puede ralentizar el inicio de la digestión y alterar la actividad de las enzimas digestivas, que funcionan de manera óptima a temperatura corporal.

    ¿Motivo de alarma para la población general?

    Aunque estos efectos puedan generar inquietud, el especialista tranquiliza: se trata de una reacción pasajera que no representa problemas significativos para la mayoría de personas sanas. El organismo se adapta rápidamente y retoma su funcionamiento normal.

    Sin embargo, la situación cambia para quienes padecen ciertas condiciones digestivas. En personas con reflujo, gastritis o colon irritable, el agua fría puede intensificar los síntomas, "generando pesadez, calambres o una sensación de inflamación abdominal", advierte Clemente.

    Recomendaciones para el consumo durante las comidas

    Respecto al momento ideal para beber agua fría, Clemente es categórico: no existe evidencia científica que demuestre que el agua fría durante o después de las comidas sea perjudicial para la mayoría de las personas.

    No obstante, hay una excepción importante: quienes sufren digestiones lentas o problemas gastrointestinales deberían evitarlo. 

    "La ingesta de agua muy fría en este momento puede aumentar la sensación de plenitud, ralentizar el inicio de la digestión y, en algunos casos, agravar el reflujo o los espasmos digestivos", detalla.

    Para estos casos específicos, el especialista recomienda optar por agua a temperatura ambiente o ligeramente fresca, evitando así un contraste térmico pronunciado.

    Hidratación: La temperatura no determina la efectividad

    En términos de hidratación, el mensaje del experto es claro: tanto el agua caliente como la fría cumplen la misma función fundamental de reponer líquidos. "La diferencia radica en la tolerancia y el contexto", señala Clemente.

    El agua fría presenta ventajas particulares en situaciones específicas: "puede resultar más agradable en climas cálidos o después de una actividad física intensa, aportando sensación de frescor y ayudando a bajar la temperatura corporal", destaca el nutricionista.




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