Estudio revela que la exposición al polvo del World Trade Center se asocia con mutaciones en células hematopoyéticas, lo que aumenta hasta seis veces la probabilidad de desarrollar leucemia entre los profesionales de emergencias del 11 de septiembre.
Más de dos décadas después del atentado terrorista contra el World Trade Center, la ciencia continúa revelando las devastadoras consecuencias del polvo tóxico que envolvió Manhattan aquel fatídico 11 de septiembre de 2001.
Un estudio publicado en la revista Cancer Discovery ha descubierto un vínculo directo entre la exposición a las sustancias tóxicas del desastre y el desarrollo de leucemia y otros trastornos sanguíneos entre los socorristas.
La investigación, liderada por el Centro Oncológico Integral Montefiore Einstein (MECCC) de Estados Unidos, designado por el Instituto Nacional del Cáncer, analizó muestras de sangre de casi 1,000 socorristas que estuvieron expuestos al sitio del WTC, comparándolas con dos grupos de control: 255 bomberos que no estuvieron en la Zona Cero y 198 personas de la población general no expuestas.
Los resultados son alarmantes: los socorristas expuestos presentaban una prevalencia significativamente mayor de hematopoyesis clonal (HC), una condición en la que células madre sanguíneas contienen mutaciones genéticas idénticas.
Los datos muestran que quienes tenían mutaciones elevadas de HC tuvieron casi seis veces más probabilidades de desarrollar leucemia que aquellos sin estas alteraciones.
"Nuestros hallazgos brindan nuevos conocimientos sobre los impactos a largo plazo de las catástrofes ambientales, como los incendios forestales, y sugieren intervenciones específicas para los afectados", señaló Amit Verma, director del estudio y presidente de oncología en el Albert Einstein College of Medicine.
La HC, generalmente asociada con el envejecimiento natural, es una condición precancerosa que aumenta el riesgo de cáncer de sangre e inflamación.
Lo más preocupante: los socorristas más jóvenes (menores de 60 años) mostraban mutaciones muy diferentes de las asociadas con el envejecimiento normal, lo que indica que las toxinas del WTC aceleraron artificialmente el proceso de envejecimiento celular.
Para comprender el mecanismo biológico, el equipo expuso ratones al polvo del WTC. El resultado: el polvo provocó una respuesta inflamatoria intensa asociada con la proteína IL1RAP. Los niveles elevados de esta proteína se correlacionaron con un mayor número de células defectuosas.
El hallazgo más prometedor fue que los investigadores lograron prevenir el aumento de células mutantes al desactivar el gen que codifica para IL1RAP.
"Ahora sabemos que IL1RAP es un objetivo muy atractivo para suprimir el crecimiento de estos clones mutantes", destacó Verma. Varios fármacos para inhibir esta proteína ya están en ensayos clínicos.
El impacto trasciende el 11-S. Aproximadamente 400,000 personas estuvieron expuestas a la mezcla tóxica de carcinógenos del WTC.
"Nuestro trabajo tiene implicaciones para personas expuestas a incendios forestales, contaminación atmosférica, fosas de quema militares y muchas otras exposiciones", advirtió Verma.
"Al analizar la presencia de HC en poblaciones expuestas a toxinas, podríamos identificar a personas en riesgo de cáncer de sangre y, posteriormente, tratar o incluso prevenir dichos cánceres mediante la acción sobre IL1RAP".
Las muestras analizadas fueron recolectadas entre 2013 y 2015, evidenciando que las mutaciones persisten más de una década después de la exposición inicial. El estudio abre la puerta a nuevas estrategias preventivas y terapéuticas no solo para los sobrevivientes del 11-S, sino también para personas expuestas a otros desastres ambientales modernos.