Expertas destacan la importancia de un abordaje integral y personalizado en el manejo de los síntomas menopáusicos.
Lejos de ser el fin de una etapa, la menopausia representa una transición natural que, con la información adecuada y el acompañamiento correcto, puede vivirse con plenitud.
Durante el segundo conversatorio "Menopausia sin filtro: Alternativas de tratamiento para mejorar los síntomas", tres especialistas —la Dra. Gladysmaría Figueroa, ginecóloga y presidenta de la Facultad Médica del Hospital Damas; la Lcda. Emily Burgos, nutricionista; y la instructora de pilates Fanny Santiago Saavedra— coincidieron en que el manejo de la menopausia debe ser personalizado, integral y basado en el estilo de vida, combinando alimentación, ejercicio, apoyo psicológico y, cuando es necesario, tratamientos farmacológicos.
El encuentro, cubierto en exclusiva por la revista Medicina y Salud Pública, marcó la continuación de una serie de conversaciones que se seguirán durante octubre, con el objetivo de empoderar a las mujeres y brindarles herramientas para transitar esta fase de manera informada y saludable.
"Tenemos que hablar del iceberg de la menopausia", comenzó la Dra. Figueroa, ginecóloga y presidenta de la Facultad Médica del Hospital Damas.
"La gente siempre dice: ´yo puedo aguantar los calentones o el insomnio´, pero debajo de lo que se ve están los problemas cardíacos y la pérdida ósea. El déficit de estrógeno elimina un efecto protector en el cuerpo y aumenta la morbilidad y la mortalidad a largo plazo".
La especialista recordó que una de cada tres mujeres vive un tercio de su vida en etapa menopáusica, y que el impacto del descenso hormonal va mucho más allá de los síntomas inmediatos.
La pérdida de estrógeno, por ejemplo, eleva significativamente el riesgo de infartos, osteoporosis, fracturas y deterioro cognitivo, condiciones que muchas veces no se asocian directamente con esta transición.
"La primera causa de muerte en mujeres no es el cáncer, sino las enfermedades cardiovasculares. Por eso, más allá de aliviar los síntomas, la menopausia debe verse como un momento clave para reevaluar la salud integral de la mujer", explicó Figueroa.
Durante el conversatorio, la ginecóloga abordó uno de los temas que más confusión genera entre las pacientes: el uso de la terapia hormonal de reemplazo (THR).
Según explicó, cuando se indica correctamente y dentro de lo que se conoce como la "ventana de oportunidad" —los primeros diez años tras la menopausia o antes de los 60 años—, los beneficios del estrógeno pueden superar ampliamente los riesgos.
"No hay que tenerle miedo al estrógeno. Lo importante es tener una conversación honesta con el médico, evaluar los riesgos, antecedentes familiares y necesidades individuales. No todas las pacientes lo necesitan, pero en quienes sí está indicado puede mejorar significativamente su calidad de vida", señaló.
La Dra. Figueroa aclaró que la terapia hormonal no es una fórmula única y que existen distintas alternativas y dosis, incluso opciones no hormonales, que deben ajustarse a cada mujer.
"No es lo mismo tratar a una paciente con síntomas leves que a otra con depresión severa o pérdida de masa ósea. Por eso el tratamiento debe ser individualizado", insistió.
Entre las opciones complementarias mencionó técnicas de respiración, humectantes vaginales, cambios en el estilo de vida, terapias cognitivo-conductuales y fármacos no hormonales, que pueden ser útiles en casos donde la terapia hormonal está contraindicada.
La Lcda. Burgos, nutricionista clínica, destacó que la alimentación cumple un papel central en el manejo de los síntomas y en la prevención de enfermedades asociadas con la menopausia.
"Cuidarte en cada etapa de tu vida es un acto de amor propio. Nadie va a venir a cuidarnos; tenemos que tomar el control. La menopausia se puede manejar con conocimiento, buena alimentación y movimiento", expresó.
Durante esta etapa, explicó Burgos, el metabolismo se vuelve más lento y la distribución de la grasa corporal cambia, acumulándose con mayor frecuencia en el abdomen. "Muchas mujeres se frustran porque hacen dieta y no ven resultados, pero lo que necesitan es entender cómo su cuerpo cambia y adaptar su alimentación a esa nueva realidad hormonal", puntualizó.
Su principal recomendación fue seguir el patrón de la dieta mediterránea, considerada una de las más saludables y sostenibles del mundo.
Rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y aceite de oliva, con un consumo moderado de pescado y huevos, este tipo de alimentación ayuda a mantener un peso estable y mejora la salud cardiovascular y cerebral.
"La dieta mediterránea no es solo una forma de comer, es un estilo de vida. Favorece la longevidad, reduce el riesgo de diabetes tipo 2 y ayuda a mantener un equilibrio hormonal más saludable", explicó.
La especialista también hizo un llamado a evitar el exceso de sodio y los alimentos ultraprocesados, e insistió en la importancia de la hidratación y el descanso. "El cuerpo se equilibra con alimentos reales, no con productos de laboratorio. Y a veces la piel seca no necesita más cremas, sino más agua por dentro", agregó con una sonrisa.
La instructora de pilates Fanny Santiago Saavedra cerró el conversatorio destacando el papel del ejercicio en la salud física, mental y emocional durante la menopausia.
"El pilates es una disciplina completa que mejora la salud ósea y muscular, aumenta la flexibilidad, fortalece el suelo pélvico, alivia el estrés y eleva el estado de ánimo. Además, favorece el equilibrio y la postura, dos aspectos que se deterioran con los años", explicó.
Santiago mencionó que tanto el pilates como el yoga han demostrado beneficios comprobados para reducir los sofocos, controlar la ansiedad y mejorar el sueño.
"Desde finales de los años noventa, diversos estudios han evidenciado que el yoga no solo ayuda con los síntomas de la menopausia, sino también con enfermedades crónicas como la diabetes y los problemas cardiovasculares", detalló.
Durante la sesión, guió al público en una práctica de respiración "sitali" o refrescante, una técnica de control de la temperatura corporal que ayuda a aliviar los sofocos y a inducir la calma.
"Respirar conscientemente es una herramienta poderosa. Nos ayuda a reconectar con el cuerpo, a liberar tensiones y a recuperar el control en momentos de ansiedad o bochornos", añadió.
La instructora insistió en que el movimiento debe entenderse como un acto de autocuidado y empoderamiento, no como una obligación estética.
"El cuerpo cambia, sí, pero sigue siendo nuestro. Y cada movimiento, cada respiración consciente, es una forma de agradecernos por seguir aquí", afirmó.
El cierre del conversatorio dejó un mensaje unánime: la menopausia no debe vivirse con miedo ni resignación, sino con conocimiento, acompañamiento y amor propio.
Cada mujer experimenta esta etapa de manera distinta, y por eso el abordaje debe ser individualizado y multidisciplinario.
"El plan de manejo siempre debe ser personalizado. A la vecina suya no le van a dar el mismo tratamiento, porque cada cuerpo es distinto", recordó la Dra. Figueroa.
Las expertas coincidieron en que hablar abiertamente de la menopausia —sin estigmas ni tabúes— es el primer paso para normalizar una etapa que toda mujer atravesará.