El análisis del microbioma intestinal reveló que la mayor inestabilidad en los perfiles microbianos se observó entre los participantes que desarrollaron AR hasta 10 meses antes de su diagnóstico.
Una investigación ha arrojado nuevas perspectivas sobre el vínculo entre el microbioma intestinal y la artritis reumatoide (AR).
El estudio, llevado a cabo por el equipo del Instituto de Investigación Médica de Leeds, apunta a que las alteraciones en la composición del microbioma intestinal podrían desempeñar un papel crucial en el desarrollo de la enfermedad en personas con factores de riesgo, tales como predisposición genética, factores ambientales e inmunológicos.
El estudio longitudinal, que abarcó un período de 15 meses, incluyó a 124 personas en riesgo de desarrollar AR, 7 individuos recién diagnosticados con la enfermedad y 22 personas sanas.
Los participantes en riesgo fueron identificados principalmente por la presencia de anticuerpos precursores de la proteína citrulinada anticíclica (anti-CCP), que son específicos de la artritis reumatoide, y por síntomas previos de dolor en las articulaciones.
A lo largo del estudio, se realizaron análisis periódicos de las muestras de heces y sangre de los participantes para evaluar la diversidad del microbioma intestinal y correlacionarla con los niveles de los anticuerpos anti-CCP, que son indicadores de AR.
Los investigadores observaron que las personas en riesgo de desarrollar artritis reumatoide mostraban una reducción significativa en la diversidad de su microbioma intestinal, especialmente en la denominada "diversidad alfa".
Esta diversidad disminuida se asoció con niveles elevados de anticuerpos anti-CCP, sugiriendo una relación entre la composición microbiana y la presencia de biomarcadores de AR.
Los participantes que desarrollaron artritis durante el seguimiento, entre ellos 30 de los 124 individuos en riesgo, mostraron un perfil microbiano alterado que también reflejaba una menor diversidad microbiana en comparación con los individuos sanos.
Curiosamente, aquellos con niveles más bajos de anticuerpos anti-CCP no mostraron diferencias en la diversidad microbiana con respecto al grupo control sano.
Un hallazgo relevante del estudio fue la identificación de una cepa específica de Prevotellaceae, probablemente P. copri, que apareció con mayor frecuencia en los microbiomas de aquellos que progresaron hacia la artritis reumatoide, así como en los pacientes recién diagnosticados.
Esta cepa no estaba presente en los microbiomas de los individuos sanos, lo que sugiere que podría estar involucrada en la iniciación o progresión de la enfermedad.
El análisis longitudinal del microbioma intestinal reveló que la mayor inestabilidad en los perfiles microbianos se observó entre los participantes que desarrollaron AR hasta 10 meses antes de su diagnóstico, lo que sugiere que los cambios en el microbioma intestinal ocurren en etapas tempranas de la enfermedad.
Sin embargo, este patrón no se observó en los casos diagnosticados después de este período de tiempo, lo que implica que los cambios en el microbioma podrían ser una característica de la etapa tardía de la enfermedad.
Aunque los resultados de este estudio son prometedores, los autores advierten que se trata de un estudio observacional y, por lo tanto, no se pueden sacar conclusiones definitivas sobre la causalidad. Además, se reconocen varias limitaciones, entre ellas el número relativamente pequeño de participantes, el corto período de seguimiento y la falta de una comparación directa entre los participantes en riesgo y los sanos.
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