Terapias dirigidas para cáncer de pulmón impulsan el rol de la enfermería oncológica y mejoran resultados

La enfermería oncológica dejó de ser un rol de apoyo y se convirtió en el eje que hace posible que las terapias dirigidas contra el cáncer de pulmón funcionen. Hoy, mientras el médico diseña el tratamiento, es la enfermería quien lo ejecuta, lo vigila y garantiza que el paciente pueda sostenerlo sin fallar.

Katherine Ardila

    Terapias dirigidas para cáncer de pulmón impulsan el rol de la enfermería oncológica y mejoran resultados

    El tratamiento del cáncer de pulmón ya no es el mismo. Con el auge de las terapias dirigidas y los fármacos orales, la batalla contra esta enfermedad ha dado un giro hacia una medicina más personalizada y compleja. 

    El cambio ha mejorado los pronósticos y ha reconfigurado el papel de la enfermería especializada, colocándola en una posición de mayor responsabilidad y protagonismo clínico.

    La enfermera oncóloga Jessica López, en una entrevista exclusiva con la Revista Medicina y Salud Pública, profundizó en cómo estos avances están exigiendo nuevas competencias y ampliando su impacto en los resultados clínicos.

    Explicó que, si bien el oncólogo diseña el plan terapéutico, es la enfermería quien lo orquesta en la práctica diaria, garantizando su correcta implementación. "Nosotros somos el pilar de los protocolos y tratamientos del paciente".

    "Somos una cadena, tenemos al médico que es el principal, que está orquestando estos protocolos, pero la enfermería es quien ejecuta. También somos los enlaces entre los pacientes, los médicos, otros colaborativos, otros profesionales de la salud", explicó. 

    Este rol de enlace y navegación es crucial, ya que dirige al paciente a través del complejo proceso de diagnóstico, tratamiento y seguimiento, asegurando que ningún aspecto de su cuidado quede desatendido.

    Educación del paciente y manejo proactivo: claves para la adherencia y el control de efectos adversos

    Uno de los temas más recurrentes es la importancia de la educación del paciente y su familia. López argumentó que, en la era de las terapias dirigidas y los medicamentos orales que se administran en el hogar, la labor educativa de la enfermería se convierte en el factor determinante para el éxito del tratamiento. 

    Un paciente bien informado, según su experiencia, "puede seguir su tratamiento correctamente y podemos obtener el mejor beneficio del medicamento y llegar al resultado esperado".

    Vinculado a esto, el manejo proactivo de los efectos adversos es otra responsabilidad crítica. Las terapias dirigidas, si bien son más precisas, conllevan perfiles de toxicidad específicos que requieren vigilancia estrecha. 

    López instó a fomentar una comunicación abierta para detectar cualquier cambio, por mínimo que parezca. "Importante que cuando el paciente se sienta con síntomas sencillos y leves, lo notifique. Por ejemplo, náuseas, diabetes o cambios en la piel. Los tratamientos dirigidos son los que más podemos ver y más temprana podemos trabajar", explicó. 

    Esta detección temprana, especialmente para efectos como las erupciones cutáneas (dermatitis) comunes con algunos inhibidores de tirosina quinasa (TKI), permite intervenciones rápidas que evitan la interrupción del tratamiento y mejoran la calidad de vida.

    Sistemas de apoyo, protocolos y herramientas para garantizar el seguimiento y la adherencia

    Para dar forma a este seguimiento meticuloso, López describió un ecosistema de apoyo que combina la atención clínica tradicional con innovaciones en monitoreo remoto. Detalló que, más allá de las visitas programadas, ahora se cuenta con el respaldo de farmacias especializadas que realizan un seguimiento activo del paciente en su domicilio. 

    "Si son medicamentos, también tenemos el apoyo de farmacias especializadas que tienen un personal que puede darle seguimiento a este paciente en el hogar para saber si se está tomando su medicamento correctamente y según la prescripción médica", señaló.

    Asimismo, destacó el valor de herramientas diseñadas para optimizar la gestión del tratamiento. 

    "Tenemos herramientas como calendarios específicos que también nos proveen las compañías farmacéuticas que manufacturan estos tipos de medicamentos y nos proveen de unos calendarios para nosotros específicamente saber cuándo le tenemos que dar seguimiento a este paciente", afirmó. 

    Este tipo de recursos, junto con una "agenda protocolar" para cada paciente, estructura el cuidado y mejora la adherencia de un concepto abstracto en un proceso monitorizado y apoyado.

    Conocimiento técnico y empatía colaborativa

    Al concluir la entrevista, la experta hizo un llamado a la educación continua y al dominio técnico. En un campo que avanza rápidamente, conocer a fondo los mecanismos, beneficios y efectos adversos de cada terapia es no solo una obligación, sino una herramienta de seguridad. 

    "Es necesario que se mantengan educados, autoedúquense, conozcan las terapias que están administrando para poder manejar los efectos secundarios más comunes y no sean altamente confundibles con otras condiciones", recomendó.

    "Y segundo, es bien importante ser empático y educadores tanto a nivel de paciente como a nivel colaborativo. Utilicen otros profesionales a nivel colaborativo. Por ejemplo los psicólogos, los trabajadores sociales u otros médicos que no sean oncólogos para tratar estos tratamientos o efectos secundarios". 

    Integrar estas estrategias, que movilizan los recursos de psicología, trabajo social y otras especialidades médicas, es lo que permite ofrecer un cuidado verdaderamente holístico y centrado en la persona, maximizando así las posibilidades de éxito en la compleja batalla contra el cáncer.



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