La diabetes es multifactorial y combina factores que no podemos cambiar (genética, historial familiar, edad) con otros que sí dependen de nuestros hábitos, como la alimentación, el peso y el sedentarismo.

¿Qué realmente nos pone en riesgo de desarrollar diabetes? La respuesta contradice la creencia popular de un único responsable. "La realidad es que, la verdad, no hay un solo factor como tal, es multifactorial", explica la Lcda. Kennie Rivera, nutricionista.
Detrás de esta condición conviven elementos inmodificables y otros que sí podemos controlar. Entre los que no están en nuestras manos, "sería la genética, el historial familiar de ese paciente, la edad".
Pero el verdadero enfoque debe estar en los factores modificables, aquellos donde nuestras decisiones marcan la diferencia. La experta señala que "la forma de comer de las personas, ese desarrollo de sobrepeso y sobre todo, esa escala a obesidad, son otros factores metabólicos para desarrollar prediabetes, la misma resistencia a la insulina y el sedentarismo, por supuesto".
Al profundizar en las estrategias de prevención, la especialista presentó una visión que abarca todo el ciclo vital. Para ella, la nutrición preventiva inicia incluso antes del nacimiento.
“A mí me gusta hacer énfasis en que todo comienza desde el embarazo, todo lo que un bebé necesita o el feto, debo decir, lo va a sacar de la madre, así que esa alimentación de la madre es importante”, sostuvo.
Este periodo, destacó, es una ventana de oportunidad para que la madre establezca hábitos saludables que beneficien a ambos. Tras el nacimiento, la lactancia materna también es un pilar fundamental.
La nutricionista la describió como “un fluido vivo, que esas necesidades se van supliendo según el bebé, verdad, pues sigue creciendo, se autorregula”, resaltando sus beneficios que van más allá de lo nutricional.
Finalmente, cuando el niño crece, la dinámica familiar se vuelve central. La experta recalcó: “yo como padre no le puedo exigir algo que yo no hago a mi hijo”. Por lo que recomienda tener coherencia entre el discurso y el ejemplo en el hogar para inculcar una relación saludable con la comida.
Ahora bien, frente a la creencia popular de que prevenir la diabetes implica una lista interminable de prohibiciones, la nutricionista propuso un enfoque menos restrictivo y más educativo.
Al ser consultada sobre alimentos que debían eliminarse, aclaró. “A mí no me gusta darle malas propiedades realmente a los alimentos”, expresó, abogando por una perspectiva que evita demonizar comidas.
No obstante, dentro de su filosofía de equilibrio, sí identificó dos categorías cuyo consumo merece especial atención. La primera son “los refrescos y lo que yo llamo los líquidos con calorías, porque eso es comida, pero es comida líquida”, explicando que estas bebidas aportan energía sin generar saciedad.
La segunda son “las carnes rosadas, estas carnes que son ultraprocesadas, que vienen casi siempre enlatadas, por no mencionar nombres, y que pueden estar entre la la cena y la nevera por mucho, mucho tiempo”. Para el resto de los alimentos, aconsejó: “todo es modificable y todo en moderación cuando no tenemos un problema de salud, sin embargo, debemos educarnos sobre qué alimentos nos aportan más”.
Con la temporada navideña aproximándose, la conversación se orientó hacia consejos para disfrutar las tradiciones sin descuidar la salud.
Su recomendación fue aplicar el modelo del plato saludable incluso en las cenas más festivas. “si, yo puedo servirme un poquito de todo, siempre utilizando quizás el modelo del plato donde básicamente debemos servirnos la mitad en vegetales para ese aumento en la fibra”, aconsejó.
Reconociendo la tentación de probar múltiples carbohidratos, desde arroces hasta pasteles y postres, propuso una solución práctica: “traten de hacerse como un tipo de sampler... quizás no escojamos más de dos alimentos que nos provean carbohidratos”.
Para dimensionar la porción total, ofreció una referencia visual: “más o menos como un puño de la mano, no más de eso, entre todos los carbohidratos que vayamos a consumir”. Se trata de disfrutar con conciencia, no con restricción.
Completando la charla en pro de la prevención, la especialista, con formación en nutrición deportiva, destacó el papel irremplazable de la actividad física. Recordó el estándar de la Organización Mundial de la Salud: “por lo menos 30 minutos de actividad física, por cinco veces a la semana”.
Además, añadió que “podemos bailar. O sea, si ya nos vamos a servir comida, pues vamos a aprovechar la música, la fiesta como tal, pues para movernos”, propuso con entusiasmo.
Incluso sugirió una táctica para manejar la glucosa post-comida: “quizás hasta podemos caminar 10 minutos luego de nuestras 3 comidas principales o darle esa bailadita de 20 minutos después de la comida”, concluyó.