Estudio registró mayor ingesta de alimentos hipercalóricos y altos en sodio durante la pandemia

La ansiedad y la anhedonia se relacionaron directamente el consumo de alimentos al inicio de la cuarentena por COVID-19, según estudio.

Sergio Nicolás Ortiz Cortés Sergio Nicolás Ortiz Cortés
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Estudio registró mayor ingesta de alimentos hipercalóricos y altos en sodio durante la pandemia

Debido a la rápida propagación del SARS-CoV-2 y para proteger la salud pública, gobiernos de varios países tomaron medidas de protección, entre ellas el cierre de ciudades, tiendas, escuelas y declaración de cuarentenas y confinamientos para hacer cumplir el distanciamiento físico. 

Aunque esta medida está documentada en su eficacia, recientemente se ha empezado a entender su efecto en la vida de las personas desde diferentes perspectivas. 

La Organización Mundial de la Salud declaró que la pandemia de la COVID-19 buscó determinar la relación entre la sintomatología de ansiedad y anhedonia y el consumo de alimentos, frutas y verduras al inicio de la pandemia en 12 países de habla hispana, tales como: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay, México y España

Dentro de los resultados recopilados mediante una encuesta en línea a 10.551 personas, predominantemente de sexo femenino, se observó una alta frecuencia de consumo diario de bebidas azucaradas y comida rápida, como perros calientes, hamburguesas, pizza y tacos.

Paraguay, Argentina y Uruguay mostraron un patrón con respecto a la comida rápida, con un consumo medio de porciones diarias, respectivamente. Por su parte Argentina, Uruguay y Panamá evidenciaron un patrón similar con respecto a la repostería.

Ecuador, Perú y Panamá fueron los países con mayor cantidad de porciones de frituras por día, mostrando un consumo medio.

Los participantes de Argentina, Chile y México fueron los más propensos a aumentar el tamaño de las porciones de alimentos al comienzo del cierre, en comparación con los otros países.

En esta investigación, la ansiedad se midió con el Inventario de Ansiedad de Beck y la anhedonia con la Escala de placer Snaith-Hamilton.  

Al final la ansiedad se asoció con el consumo de alimentos apetitosos, incluidas bebidas azucaradas, pasteles, alimentos fritos y comidas rápidas.

Además, las probabilidades de consumir estos alimentos apetitosos eran mayores a medida que aumentaba el nivel de ansiedad. 

De esta manera, las probabilidades de consumir bebidas endulzadas con azúcar, pasteles, comidas fritas o comidas rápidas de personas con ansiedad leve, moderada o grave eran más altas que las de las personas con ansiedad mínima. Curiosamente, la ansiedad no se asoció con el consumo de frutas o verduras.

La Dra. Landaeta-Díaz, quien lideró el estudio y colabora en la Facultad de Salud y Ciencias Sociales de la Universidad de Las Américas, en Chile señaló que si bien es cierto que hay un discurso de lo que significa tener conductas saludables entre la comunidad, los profesionales sanitarios podrían también referirse con mayor énfasis a volver a las costumbres y las raíces de cada una de las poblaciones.

En cuanto a la salud mental, en general los países latinos obtuvieron puntajes muy altos en el nivel de ansiedad, producto de la falta de las políticas públicas al respecto, según la doctora.

Sin embargo, destacó el caso de Uruguay, que presentó uno de los mejores puntajes. Finalmente, afirmó que a todos los trabajadores en el área de la salud les queda mucho por hacer, para separar los sentimientos del alimento.

Como ejemplo, dijo que muchas veces se premia o se castiga con el alimento, lo que no genera una relación positiva; la gente entonces come porque está feliz, pero también triste, son cosas que hay que separarlas.

Por último, otro tema que le tocará al personal de salud es estar preparado, "porque claramente el periodo de desconfinamiento traerá patologías crónicas que ya sabemos son muy prevalentes en países latinoamericanos, por lo tanto, vamos a tener una sobrecarga, ya no de COVID-19, pero sí de otras patologías y la salud mental, pues a la gente le cuesta comentar lo que le pasa, lo que siente, por ello, debe ser prioridad para los profesionales de la salud recomendar la atención".

Fuente consultada aquí.




Comunicador Social y Periodista egresado de la Universidad Sergio Arboleda en Bogotá. Periodista y Redactor en la Revista de Medicina y Salud Pública.

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