El butirato y el isobutirato, ácidos grasos producidos por la microbiota intestinal al digerir fibra, se asociaron con mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en un estudio del proyecto Di@bet.es.
La diabetes tipo 2 es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por niveles elevados de glucosa en sangre debido a una resistencia progresiva a la insulina.
Su avance silencioso y su creciente prevalencia la convierten en un problema de salud pública de primer orden. Aunque no tiene cura, un diagnóstico temprano y cambios en el estilo de vida pueden evitar complicaciones graves e incluso revertir su progresión en fases iniciales.
Con este panorama, la detección temprana y la prevención se han convertido en prioridades urgentes para investigadores y sistemas de salud.
Para abordar esta problemática, el estudio Di@bet.es fue diseñado como la primera investigación poblacional a gran escala sobre la diabetes tipo 2 en España. Desde su inicio, entre 2008 y 2010, incluyó a más de 5.000 personas mayores de 18 años, seguidas durante un periodo de 7,5 años.
Coordinado por el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV), el Hospital del Mar, el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y el CIBERDEM, el proyecto ha permitido entender la evolución de la enfermedad y explorar nuevas herramientas predictivas.
Uno de los aspectos más innovadores del estudio fue el análisis metabolómico de ciertos compuestos producidos por la microbiota intestinal —los ácidos grasos de cadena corta—, a partir de muestras de sangre congeladas.
El equipo se centró especialmente en el butirato y el isobutirato, dos de estos ácidos grasos derivados de la fermentación de fibra en el intestino.
Los resultados, publicados en la revista BMC Medicine, mostraron que concentraciones elevadas de ambos compuestos se asociaban con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, incluso tras ajustar por factores como obesidad, hipertensión o antecedentes familiares.
"Estos metabolitos reflejan cómo la flora intestinal puede influir en el metabolismo y la respuesta inmune del cuerpo humano", explicó la Dra. Gemma Llauradó Cabot, endocrinóloga del Hospital del Mar y coinvestigadora principal del estudio.
El estudio también examinó la dieta de los participantes a través de cuestionarios de frecuencia alimentaria. Se encontró que una mayor ingesta de fibra y una alta adherencia a la dieta mediterránea estaban relacionadas con mayores niveles circulantes de estos ácidos grasos.
Sin embargo, esta relación no se tradujo automáticamente en un menor riesgo de diabetes tipo 2 en la población general. Solo cuando se excluyó del análisis a las personas con prediabetes se observó una asociación significativa entre el consumo de fibra y la reducción del riesgo, lo que refuerza la importancia de intervenir antes de que la enfermedad avance.
Pese a sus avances, los investigadores advierten que el valor predictivo de estos ácidos grasos no supera al de los factores clínicos tradicionales, como el índice de masa corporal, la presión arterial o el historial familiar.
Sumado a eso, el seguimiento de los participantes se realizó solo en dos momentos, al inicio y tras 7 años, lo que limita la precisión temporal del diagnóstico.
Otro aspecto importante es que no se analizó directamente la microbiota intestinal, por lo que no es posible determinar qué bacterias específicas están detrás de la producción de estos ácidos grasos. Tampoco se logró diferenciar entre los compuestos generados por el organismo y los obtenidos de fuentes alimentarias.