El Instituto Nacional de Cancerología (INC) ubicado en Bogotá, Colombia fue la sede en donde se llevó a cabo la primera transposición uterina en paciente pediátrico del mundo.
César Fuquen Leal
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
El Instituto Nacional de Cancerología (INC) ubicado en Bogotá, Colombia fue la sede en donde se llevó a cabo la primera transposición uterina en paciente pediátrico del mundo. En este procedimiento novel participaron especialistas de diversas aristas de las medicina como: pediatría oncológica, patología, cirugía pediátrica, imágenes diagnósticas, radioterapia, ginecología oncológica, servicio farmacéutico y enfermería.
La Revista Medicina y Salud Pública (MSP) entrevistó en exclusiva al Dr. René Pareja, ginecólogo oncólogo, quien participó en este novedoso procedimiento y explicó todo lo concerniente al caso de la infante que se sometió a la transposición uterina pediátrica.
La transposición uterina pediátrica se presentó por primera vez a la comunidad científica en el Congreso Americano de Ginecólogos Oncólogos del 2016, por el doctor Reitan Riveiro. Sin embargo, este caso colombiano es el primero que se realiza en una menor de edad.
“Una transposición uterina consiste básicamente en sacar el útero y los ovarios de la pelvis en su conjunto, quitando la vasculatura inferior, dejándola suspendida de las arterias y las venas superiores, sacarla de la pelvis, adherirlo temporalmente a la pared abdominal anterior con el fin de poder dar radioterapia por alguna indicación habitualmente maligna en la pelvis de una mujer. (...) Una vez reciba la radioterapia y se le haga el tratamiento oncológico, entonces el útero y los ovarios se reposicionan nuevamente a la cavidad pélvica. No es un autotrasplante porque realmente nunca se desconectan los órganos completamente de su vasculatura pura y se pegan a otro, se sueltan y relajan los ligamentos”, ahondó el galeno.
La paciente de siete años necesitaba esta cirugía porque “era la única alternativa que le quedaba para cuidar no sólo su función reproductiva, sino endocrina”, dijo el doctor.
“Fue una paciente que consultó al Instituto Nacional de Cancerología por un tumor específico que es una especie de sarcoma en el sacro. Es un epitelioma sacro, del cual se han descrito apenas tres casos en el mundo. Es una cosa muy rara. La habían operado por fuera y luego ella consultó porque tenía unas masitas en la región inguinal, hicieron el diagnóstico de compromiso inguinal por este sarcoma y le hicieron una linfadenectomía, le quitaron todo el tejido tumoral que había. Ya le habían quitado el tumor unos meses antes con una recepción a través del sacro y después de recibir ese tratamiento quirúrgico, la mandaron al Instituto Nacional de Cancerología en Bogotá”, dijo el médico.
Cuando la niña llegó al instituto, el equipo médico determinó que la paciente necesitaba un tratamiento que incluyera quimioterapia, posteriormente radioterapia y finalmente más quimioterapia con el fin de que el tratamiento rindiera óptimos resultados.
“Discutimos esto con su madre, sabiendo que no es una técnica probada, sabiendo que puede ser llamada experimental, donde íbamos a retirar temporalmente el útero y los ovarios de su pelvis para que pudiera recibir la radioterapia que estaba indicada. Después hicimos la transposición. Esto se presentó en la junta de tumores, se presentó con el Comité de Ética Médica y luego de hacer un consentimiento informado extenso, pues la mamá de la paciente aceptó y finalmente proseguimos a realizar la transposición uterina hasta ahora con éxito”, mencionó.
En primera instancia, este caso de transposición uterina pediátrica duró tres horas y media y es similar a una histerectomía. El Dr. René explicó más detalles:
“Hay que quitar el útero de la pelvis, liberar la cubierta de sus ligamentos que se llama el peritoneo, liberar bastante para poderlo subir con comodidad y luego se ponen unos puntos de sutura detrás del ombligo para dejar el útero pegado a la pared abdominal anterior y los ligamentos. Queda como una tienda. Se hace como un arco sobre toda la pared abdominal anterior para que los intestinos y las vísceras pasen por ese arco y no haya hernias internas. (...) La paciente recibió la radioterapia en el tiempo que la tenía que recibir y luego reposicionamos el útero. Entramos de nuevo, liberamos todo lo que habíamos pegado, bajamos del útero a la pelvis, abrimos de nuevo la vagina, pegamos el útero con la vagina. Nuevamente se reconstruyeron los ligamentos y el útero quedó reposicionado. Le hicimos mediciones con una ecografía especial que mide el flujo sanguíneo que se llama Doppler, le hicimos a diario mientras estuvo hospitalizada los primeros tres días. Al segundo día, la niña ya estaba jugando porque fue con laparoscópica antes. La niña se recupera muy rápido y después de la reposición también lo hicimos como dos o tres Doppler y nunca hubo ninguna alteración en el flujo sanguíneo de estos órganos”.
Este procedimiento retó la carrera del doctor Pareja debido a que los ginecólogos suelen operar de estas malignidades a las mujeres adultas. Sin embargo, gracias al equipo multidisciplinar que participó en la intervención, la transposición uterina pediátrica fue todo un éxito.
“Teníamos un cirujano pediátrico a bordo, teníamos una anestesióloga experta que trabaja mucho con niños, habíamos como cinco ginecólogos oncólogos del Instituto Nacional de Cancerología. Estábamos dos operando, éramos seis y otros tres afuera mirando la cirugía, dando ideas porque era la primera vez que lo hacíamos. Había tenido una extensa conversación con el doctor Ribeiro respecto a cómo iba a ser la aproximación quirúrgica, cómo dispones los puertos de laparoscopia, etcétera. Las cosas se fueron dando con el apoyo de todos, todos hacían su aporte y en última instancia se pudo hacer el procedimiento. Esto no hubiera sido posible sin el concurso tanto de los oncólogos clínicos, de los radio terapeutas del Servicio de Patología del Instituto Nacional de Cancerología, del Servicio de Anestesia de Cirugía Pediátrica y de Ginecología Oncológica. Es un buen ejemplo de cómo funciona la multidisciplinariedad en la atención de pacientes con problemas oncológicos complejos”, expresó orgulloso el doctor.
La paciente creció con normalidad, ahora tiene 11 años y los médicos están esperando que menstrúe para conocer la eficacia de la cirugía.
“Nosotros estamos esperando que menstrúe para poder hacer la prueba de concepto de que esa musculatura no sufrió ningún daño permanente para poder oficializar la transposición y decir que la niña después menstruó. (...) Es una técnica quirúrgica que afortunadamente surgió cuando pensamos que ya todo lo que era quirúrgico estaba inventado o diseñado, pues la genialidad del doctor Ribeiro permitió crear este procedimiento y abrir una ventana, una luz de esperanza para aquellos pacientes que teniendo tumores quieren preservar su función reproductiva. (...) Este procedimiento también tiene indicación en sarcoma, como en este caso que son comunes en las niñas”, concluyó el Dr. René Pareja en diálogo con MSP.