Hombre desarrolla vasculitis cutánea tras 6 semanas de tratamiento con apixabán por fibrilación auricular

Las pruebas descartaron infecciones y enfermedades autoinmunes sistémicas, y la biopsia de piel apuntó a una inflamación vascular, reforzando la hipótesis de que el anticoagulante había desencadenado la reacción inmunitaria.

Katherine Ardila

    Hombre desarrolla vasculitis cutánea tras 6 semanas de tratamiento con apixabán por fibrilación auricular

    Un hombre de 68 años con múltiples condiciones médicas, incluyendo enfermedad de Parkinson, hipertensión, hiperlipidemia, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y fibrilación auricular, desarrolló una erupción cutánea grave y dificultad respiratoria tres semanas después de un procedimiento cardíaco. 

    El paciente había estado tomando apixabán, un anticoagulante común, durante seis semanas como parte de su tratamiento para regular el ritmo cardíaco. La erupción comenzó como pequeñas manchas rojas en brazos y piernas y progresó hasta afectar todo el cuerpo, incluyendo palmas de las manos y plantas de los pies, acompañada de dolor muscular intenso.

    Investigación médica y hallazgos clave

    Al examinar al paciente, los médicos encontraron una erupción purpúrica que no desaparecía al presionarla, distribuida simétricamente por todo el cuerpo. 

    Las pruebas de laboratorio mostraron signos de inflamación generalizada, aunque los estudios exhaustivos para infecciones virales y bacterianas resultaron negativos. Específicamente, se detectaron algunos marcadores autoinmunes positivos, pero otros indicadores clave de enfermedades autoinmunes sistémicas estaban dentro de rangos normales. 

    Un hallazgo particularmente relevante fue la elevación de anticuerpos contra el virus Coxsackie, aunque el paciente no presentaba síntomas típicos de infección viral.

    Manejo y evolución del paciente

    Los autores (Gill S, Verma A, Vorachitti M, et al. ) sospecharon una vasculitis leucocitoclástica, una inflamación de pequeños vasos sanguíneos, posiblemente relacionada con la medicación. La biopsia de piel mostró inflamación alrededor de los vasos sanguíneos, aunque el tratamiento previo con corticosteroides podría haber alterado los hallazgos característicos. 

    Se tomó la decisión crítica de suspender el apixabán y cambiar a otro anticoagulante, rivaroxabán, manteniendo el tratamiento con corticosteroides para controlar la inflamación. 

    Esta intervención resultó en una mejoría notable: la erupción cutánea comenzó a resolverse y el dolor muscular disminuyó significativamente, sin que se presentaran recurrencias con el nuevo anticoagulante.

    Discusión clínica

    El apixabán pertenece a una clase de anticoagulantes ampliamente utilizados para prevenir coágulos sanguíneos en pacientes con fibrilación auricular. Si bien el sangrado representa su efecto adverso más común, casos como este demuestran que pueden ocurrir reacciones inmunitarias poco frecuentes. 

    La vasculitis leucocitoclástica implica la inflamación de pequeños vasos sanguíneos de la piel, típicamente desencadenada por depósitos de complejos inmunes que activan una respuesta inflamatoria. 

    El diagnóstico requiere una evaluación integral que combine hallazgos clínicos, pruebas de laboratorio y, idealmente, confirmación histológica, aunque el tratamiento previo puede dificultar la interpretación de la biopsia.

    Implicaciones clínicas y conclusiones

    Este caso deja en evidencia que es necesario considerar reacciones medicamentosas como causa de vasculitis en pacientes que inician nuevos tratamientos, particularmente anticoagulantes. 

    Aunque la superposición de intervenciones dificulta determinar con precisión qué medida contribuyó más a la mejoría, la relación temporal con la suspensión del apixabán y la ausencia de recurrencia con rivaroxabán apoyan fuertemente al primer medicamento como desencadenante. 

    Los profesionales de la salud deben mantener un alto nivel de sospecha ante erupciones cutáneas inusuales en pacientes que reciben anticoagulantes, ya que el reconocimiento temprano y la intervención apropiada pueden prevenir tratamientos innecesarios y complicaciones adicionales.



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