Durante el ejercicio, la fricción y el sudor liberan químicos de la tela (como tintes o resinas de formaldehído) que penetran en la piel y, en personas sensibilizadas, desencadenan una reacción de hipersensibilidad retardada (tipo IV).
Un hombre de 43 años acude a consulta dermatológica manifestando una problemática cutánea que ha surgido en paralelo a su reciente decisión de mejorar su salud. Hace aproximadamente tres semanas, consciente de su sobrepeso, se inscribió en un programa de ejercicios. Sin embargo, una semana después de comenzar la rutina física, desarrolló un sarpullido en ambas axilas.
El síntoma principal y más molesto es una picazón o prurito intenso y severo, que ha progresado hasta interferir de manera significativa con su descanso nocturno. Aunque la erupción es más evidente en las axilas, el paciente también reporta una sensación de picazón difusa en el torso y las extremidades.
El paciente niega cualquier dolor o ardor en las lesiones. Al ser cuestionado sobre posibles desencadenantes, afirma no haber cambiado recientemente de detergentes, jabones o desodorantes. Vive con su esposa y dos hijos, quienes se encuentran completamente sanos y sin síntomas similares, lo que descarta un origen contagioso.
Su historial médico incluye rinitis alérgica estacional y un diagnóstico reciente de hiperlipidemia, para lo cual toma simvastatina. Su único otro medicamento es un spray nasal de fluticasona que usa según sea necesario.
El examen físico confirma que el paciente es un hombre con obesidad, pero por lo demás estable. Sus signos vitales son normales, salvo una presión arterial ligeramente elevada. El examen dermatológico es fundamental para el diagnóstico.
Las lesiones se localizan de manera muy específica en el borde posterior de los pliegues axilares, que es el área donde la costura de la camiseta deportiva hace mayor contacto y fricción con la piel. Allí se observan pápulas eritematosas (ronchitas rojas) que se han unido para formar placas.
Un hallazgo de suma importancia es que la bóveda axilar, es decir, la parte cóncava y central de la axila, se encuentra completamente libre de erupciones. Esta distribución es una pista diagnóstica crucial. Además, se evidencian algunas excoriaciones lineales (rasguños) con costras sanguinolentas, consecuencia directa del rascado incontrolable debido al prurito.
El cuadro clínico es altamente sugestivo de una Dermatitis Alérgica de Contacto (DAC) por textiles. El razonamiento diagnóstico se basa en varios pilares. En primer lugar, la temporalidad: la erupción apareció poco después de que el paciente comenzara a usar ropa deportiva nueva de manera frecuente y durante sesiones de sudoración.
En segundo lugar, y lo más importante, es la localización de las lesiones. La afectación exclusiva de los pliegues axilares posteriores, zonas de máxima fricción y acumulación de sudor, apunta directamente a un alérgeno presente en la tela de la camiseta.
Esta distribución permite descartar otras causas comunes, como una alergia al desodorante, la cual típicamente afecta la bóveda axilar donde se aplica el producto.
El mecanismo propuesto es el siguiente: durante el ejercicio, la combinación de fricción y sudor facilita que ciertos productos químicos utilizados en el tratamiento de las telas, como tintes o resinas de formaldehído (usadas para evitar arrugas), se liberen de la tela y penetren en la piel.
En personas previamente sensibilizadas, esto desencadena una reacción de hipersensibilidad retardada (tipo IV), causando el enrojecimiento, la inflamación y el picor característicos. Las pruebas de parche confirmaron esta sospecha, dando positivo para resinas utilizadas en textiles.
En medicina, es fundamental considerar y descartar otras condiciones que pueden parecerse. En este caso, se evaluaron y descartaron varias posibilidades. La Dermatitis Atópica fue considerada, pero el paciente no tenía antecedentes de eccema en la infancia, lo que hace este diagnóstico menos probable.
Una reacción medicamentosa al ibuprofeno que ocasionalmente tomaba también se descartó, ya que este tipo de reacciones suelen presentarse como manchas oscuras y bien delimitadas que reaparecen siempre en el mismo lugar. Finalmente, el Herpes Zóster (culebrilla) fue rápidamente descartado porque la erupción no era dolorosa y no seguía la distribución lineal de un solo nervio en un lado del cuerpo, además de no presentar vesículas (ampollitas).
Según los autores (Melba Estrella, MD; Juan Plante; Andraia Li; Margarita LaPorte; Dirk M. Elston, MD), el manejo de una dermatitis alérgica de contacto se basa en dos principios fundamentales: evitar el alérgeno y tratar la inflamación. La medida más crítica para este paciente será identificar y suspender el uso de la ropa deportiva que causa la alergia.
Se le debe aconsejar que lave todas las prendas nuevas varias veces antes de usarlas, ya que esto ayuda a eliminar el exceso de químicos. También se le recomendará optar por prendas de algodón orgánico o telas hipoalergénicas, y evitar aquellas etiquetadas como "anti-arrugas" o "planchado permanente", que suelen contener las resinas alergénicas.
Para el tratamiento farmacológico inmediato, se suelen prescribir corticoides tópicos de potencia media para aplicar directamente en las áreas afectadas, lo que reducirá rápidamente la inflamación y el picor.
En casos de picazón muy intensa y generalizada, como en este paciente, se pueden añadir antihistamínicos orales para ayudarle a controlar el síntoma y mejorar su sueño. El pronóstico para este paciente es excelente una vez que identifique y elimine el contacto con el alérgeno responsable.