La cirugía reveló tres testículos izquierdos independientes, sin presencia de cáncer, y el paciente logró alivio total del dolor tras la orquiectomía y colocación de una prótesis.

Un hombre de 30 años acudió a consulta médica refiriendo dolor testicular izquierdo crónico y la presencia de múltiples masas en esa misma zona. El paciente relataba un antecedente de traumatismo testicular a los 11 años, evento que desencadenó dolor e inflamación persistente.
Con el tiempo, palpó tres masas distintas en el testículo izquierdo, las cuales atribuyó a una cicatrización anómala posterior al trauma. Motivado por el malestar continuo, solicitó su extirpación. Cabe destacar que el paciente no tenía descendencia y no mostraba interés en preservar su fertilidad futura; por el contrario, expresó su deseo de realizarse una vasectomía como método de esterilización permanente.
Durante la exploración física, se identificó un testículo derecho de características normales, con un volumen aproximado de 22 cc. En contraste, el testículo izquierdo se encontraba elevado y reducido en tamaño (10 cc de volumen), con dos masas extratesticulares palpables de 3,5 cm cada una: una ubicada en la región superior, adyacente a la cabeza del epidídimo, y otra en la zona inferior, próxima a la cola del mismo.
Aunque se recomendó una ecografía escrotal para caracterizar mejor estas lesiones, el paciente declinó el estudio debido a su situación económica y falta de seguro médico. Ante la imposibilidad de descartar patología maligna y considerando el deseo expreso del paciente, se optó por realizar una orquiectomía inguinal izquierda bajo principios oncológicos, con plan complementario de colocación de prótesis testicular y vasectomía contralateral.
Mediante un abordaje inguinal izquierdo con control del cordón espermático, la intervención reveló un cuadro de poliorquidismo, caracterizado por la presencia de tres testículos izquierdos independientes, conectados a dos epidídimos que emergían del mismo cordón espermático.
Según los autores (Pyo J, Kavoussi SK, Kavoussi PK.), el estudio anatomopatológico confirmó el diagnóstico, mostrando grados variables de atrofia del parénquima testicular y ausencia de células malignas. La evolución postoperatoria fue favorable, con resolución completa del dolor crónico y alta satisfacción del paciente respecto al alivio sintomático y el resultado estético de la prótesis.
Todos los procedimientos realizados se ajustaron a las normativas éticas institucionales y a la Declaración de Helsinki. Se obtuvo el consentimiento informado por escrito del paciente para la publicación del caso y las imágenes asociadas.
El poliorquidismo es una anomalía congénita extremadamente infrecuente en urología, cuya detección suele ocurrir de manera incidental durante la infancia o la edad adulta joven. Si bien su etiología precisa permanece en investigación, se postula que su origen se relaciona con una división anómala de la cresta genital antes de la octava semana de desarrollo embrionario.
Desde una perspectiva anatómica, la clasificación propuesta por Bergholz et al. distingue entre poliorquidismo tipo A, donde el testículo supernumerario cuenta con drenaje a través de un conducto deferente, y tipo B, carente de esta estructura. A su vez, estos grupos se subclasifican según la disposición del epidídimo y el conducto deferente.
En el presente caso, el paciente presentó una variante mixta, combinando características de los tipos A1 y B2, lo que refleja la heterogeneidad anatómica de esta condición.
El manejo del poliorquidismo debe individualizarse, ya que la diversidad en el número, ubicación y estructuras asociadas de los testículos supernumerarios determina su expresión clínica. Si bien la mayoría de los casos cursan de forma asintomática, estudios recientes como la revisión sistemática de Balawender et al. (2023) indican que hasta un tercio de los pacientes experimentan dolor escrotal asociado.
En este contexto, la orquialgia referida por el paciente se explicó por la posición elevada de los testículos supernumerarios y la compresión mecánica ejercida dentro del espacio escrotal, acentuada durante actividades como la carrera.
La decisión terapéutica de realizar una orquiectomía, sustentada en la sintomatología refractaria y la imposibilidad de descartar neoplasia, resultó en la resolución completa del dolor y en una mejora significativa de la calidad de vida del paciente.
Este desenlace refuerza la importancia de considerar el poliorquidismo como una causa potencial de dolor escrotal crónico y de adaptar el tratamiento a las circunstancias clínicas y preferencias individuales.