El estrés, la depresión y la ansiedad activan mecanismos biológicos que elevan el cortisol y las catecolaminas, aumentando la presión arterial, la inflamación y el riesgo de aterosclerosis.
Vivir con depresión o ansiedad puede ser tan dañino para el corazón como fumar o tener el colesterol alto, o al menos, eso dice la ciencia. Ciertamente, esta forma de entender la conexión entre la mente y el cuerpo, es nueva y revela que lo que sentimos y pensamos impacta nuestra salud cardiovascular. De cara al Día Mundial del Corazón, este vínculo se convierte en un punto de alerta y acción prioritario.
Para profundizar en esta relación bidireccional, la revista Medicina y Salud Pública conversó con el doctor David Mischoulon, psiquiatra y director del programa clínico y de investigación de la depresión del Hospital General de Massachusetts.
El diálogo permitió comprender los mecanismos biológicos que explican cómo un estado mental negativo mantiene al cuerpo en un estado de alerta dañino.
El doctor Mischoulon detalló cómo el estrés psicológico sostenido se traduce en un ataque directo al sistema cardiovascular. “Uno de los mecanismos principales, en particular cómo se relaciona la salud mental y la salud del corazón, es que la persona que tiene mucho estrés en su vida, eso causa actividad del sistema nervioso, en particular el sistema simpatético, y eso activa varias glándulas en el sistema, en particular la hipotalámica, la pituitaria y la adrenal, y eso causa que haya un aumento en el individuo de ciertas hormonas y otras sustancias que son importantes para la transmisión de procesos metabólicos, en particular el cortisol y las catecolaminas”, explicó el especialista.
En consecuencia, estas sustancias desencadenan varios efectos dañinos: “Estas sustancias pueden aumentar la presión de la sangre y también provocar inflamación en las venas y arterias. A través de los años, estos cambios pueden acelerar la aterosclerosis y eso puede causar otros problemas, incluso ataques al corazón”.
Si hablamos de la depresión, uno de los trastornos mentales más comunes a nivel mundial, en donde, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en todo el mundo, el 5,7 % de los adultos padecen depresión, esta puede ser comparable a factores de riesgo tradicionales:
“La depresión puede resultar en varios cambios en el individuo. Por ejemplo, la persona con depresión tiende a hacer menos actividad física, puede no cuidarse la dieta, a veces puede fumar o beber más y también no seguir las recomendaciones del médico”, afirmó el experto.
Asimismo, aseguró que “estas situaciones previamente descritas, afectan al sistema nervioso y aumentan la inflamación en el sistema. De modo que la depresión puede aumentar el riesgo de enfermedad del corazón, incluso hasta duplicarla comparado con una persona que no tiene depresión”.
No obstante, advirtió que este impacto no es estático, sino que se intensifica con el tiempo. “Sí la depresión dura muchos años sin tratamiento, esto representa un estrés continuo sobre el sistema cardiovascular y eso aumenta las probabilidades de que pueda haber complicaciones más adelante”.
Ahora bien, un dato importante que mencionó el experto es que esta relación entre salud mental y salud cardiovascular es bidireccional. Es decir, así como la depresión daña el corazón, padecer una enfermedad cardíaca grave puede desencadenar problemas mentales.
“Sí, indudablemente tener una enfermedad del corazón es una cosa muy seria y eso puede presentar varias preocupaciones para el individuo. Estudios han demostrado que si una persona tiene un ataque al corazón o un derrame cerebral, eso puede contribuir a un estado de depresión después del evento”, explicó el experto. “Así que la relación entre la depresión y la enfermedad cardíaca es bidireccional. Cada uno puede aumentar al otro”.
Para proteger tanto la mente como el corazón, el especialista recomendó un manejo integral que combine autocuidado y supervisión profesional. “Hay muchas cosas que puede hacer el individuo para protegerse. Por ejemplo, estudios han demostrado que meditar un poco todos los días puede ayudar a reducir el estrés. También evitar ciertas comidas. Por ejemplo, las comidas procesadas que contienen ciertos aceites pueden aumentar la inflamación”.
Respecto al manejo clínico, aclaró que “Normalmente, el médico general es el primero en manejar estos problemas una vez que el paciente se presenta. Si el problema es más complicado, el doctor general puede enviar al paciente a ver a un cardiólogo, a un especialista que tiene más conocimiento y puede presentarle más tratamientos, más opciones al paciente”.
Aclaró, no obstante, que “lo importante es que la persona que tenga preocupación por problemas cardíacos o por depresión, es urgente que vea a un médico, a un profesional, porque estas cosas no se deben automedicar. O sea, la persona necesita la guía de un profesional”.
Para finalizar, el doctor Mischoulon dejó un mensaje con motivo del Día Mundial del Corazón, este 29 de septiembre, asegurando que la prevención es fundamental incluso para quienes se sienten saludables.
“Ciertamente la persona que está bien de salud quiere mantenerse asi y para eso hay muchas cosas que se pueden hacer. Por ejemplo, tratar de mantenerse activo físicamente, tratar de mantenerse en un peso saludable y comer sano”, concluyó.