Advierten que microplásticos en las arterias podrían duplicar el riesgo de infartos y dañar el corazón

Una investigación científica alerta sobre la presencia de partículas plásticas en el sistema cardiovascular humano y su posible vinculación con enfermedades cardíacas, principal causa de muerte a nivel global.

Katherine Ardila

    Advierten que microplásticos en las arterias podrían duplicar el riesgo de infartos y dañar el corazón

    Están por todas partes, desde las profundidades oceánicas hasta las cumbres montañosas más remotas, pero ahora la ciencia confirma que los microplásticos han alcanzado un nuevo y alarmante destino: nuestras arterias. 

    Un estudio sugiere una conexión directa entre estas partículas microscópicas y enfermedades cardiovasculares, con hallazgos que indican que su presencia en las arterias podría duplicar el riesgo de sufrir un ataque cardíaco. 

    Esta revelación ha sido de importancia, considerando que las enfermedades del corazón mantienen su posición como la primera causa de muerte en Estados Unidos y numerosos países desarrollados.

    Mecanismos de daño: cuando el plástico desencadena inflamación y trombosis

    La doctora Johanna Contreras, experta voluntaria de la Asociación Estadounidense del Corazón, explica el proceso mediante el cual estas partículas aparentemente inertes pueden desencadenar eventos cardiovasculares catastróficos. 

    "El consumo de nanopartículas, que ya como se encontró se pueden depositar en esas placas, y pueden ser proinflamatorias, pueden activar la cascada de coagulación. Esa cascada causa inflamación, puede causar trombosis en la placa y puede causar infartos", detalla la especialista. 

    Este mecanismo patológico transforma lo que podría parecer una contaminación pasiva en un activo desencadenante de procesos inflamatorios potencialmente mortales.

    Evidencia contundente: estudio en arterias carótidas

    La investigación, publicada en la revista The New England Journal of Medicine, proporciona datos que respaldan estas afirmaciones. El análisis reveló que los pacientes con mayor presencia de partículas plásticas microscópicas en sus sistemas vasculares presentaban significativamente más enfermedades cardiovasculares. 

    La metodología del estudio se centró en un vaso sanguíneo crucial para la irrigación cerebral. "Ellos utilizaron la arteria carótida, obviamente es una arteria grande que tenemos en el cuello que da el flujo sanguíneo al cerebro. Y lo que se encontró es que en los pacientes que han desarrollado un infarto cerebrovascular o un ataque cerebral encontraron que el depósito de nanopartículas más de 50% que en los pacientes que no tenían esos síntomas", sostuvo la Dra. Contreras.

    Composición química: polietileno y PVC en el corazón humano

    Los hallazgos cuantitativos del estudio son igualmente alarmantes. Los científicos identificaron partículas de polietileno en los corazones de más del 58% de los 257 pacientes estudiados y monitoreados durante la investigación. 

    Además, más del 12% de los pacientes también presentaban partículas de cloruro de polivinilo, comúnmente conocido como PVC, incrustadas en sus placas arteriales. Roya Fox, experta en comunicaciones del Ocean Plastics & Florida Program, explica la particular peligrosidad del polietileno: 

    "La espuma plástica que se llama también polietileno es súper ligera, se rompe súper fácil y por eso se puede difusar fácilmente en el medio ambiente". Esta característica física facilita su dispersión y posterior ingreso al organismo humano.

    Rutas de exposición: cómo ingresan los plásticos a nuestro cuerpo

    La invasión de microplásticos en el cuerpo humano ocurre principalmente a través de la alimentación, aunque no exclusivamente. Estas partículas son tan diminutas que también penetran mediante la respiración e incluso a través de los poros de la piel. La doctora Contreras ilustra una de las vías más comunes de exposición: 

    "Los consumimos todo el tiempo. Cuando tú tomas agua en una botella plástica hay degradación de esa botella plástica y esas partículas miniaturas, pero minúsculas imposibles de ver, se consumen". 

    La magnitud de esta exposición resulta abrumadora: según datos de Environmental Science Technology, las personas ingieren o inhalan hasta 114,000 microplásticos anualmente, creando una carga corporal constante de material sintético.

    Factores agravantes: el peligro del calor sobre los plásticos

    Un aspecto particularmente preocupante es la interacción entre el calor y los envases plásticos, combinación que potencia la liberación de nanopartículas. La doctora Contreras advierte sobre esta práctica cotidiana: 

    "Si uno calienta un plástico, diferentes plásticos a altas temperaturas se pueden degradar y pueden salir nanopartículas que no son buenas para tu cuerpo". Esta advertencia adquiere especial relevancia en el contexto de hábitos alimenticios modernos donde el uso de recipientes plásticos para almacenar y calentar comida se ha normalizado.

    Estrategias de protección: reduciendo la exposición personal

    Frente a este panorama aparentemente omnipresente, los expertos proponen medidas prácticas para minimizar la exposición individual. Roya Fox enfatiza que cada persona puede implementar cambios significativos en su vida diaria: 

    "Cada persona puede cambiar un poquito su vida para minimizar el uso de plástico. Por ejemplo, se puede comprar ropa que está hecha de tela natural, se puede usar botellas reutilizables en vez de botellas de plástico". Estas recomendaciones, aunque simples, representan el primer paso hacia la reducción de la carga plástica corporal.

    Si bien la comunidad científica reconoce que queda mucho por comprender sobre los impactos completos de los micro y nanoplásticos en la salud humana, el mensaje central es que la relación entre plástico y bienestar cardiovascular es directa.



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