Estudio determinó que los inhaladores de dosis medida, los más utilizados para tratar el asma y la EPOC, son responsables del 98% de las emisiones de carbono del sector, debido a los gases propelentes que contienen.
Aunque los inhaladores salvan vidas y son el tratamiento de primera línea para millones de personas con asma y EPOC, su uso tiene un costo ambiental que hasta ahora había sido poco cuantificado.
Un extenso estudio liderado por UCLA Health, el más grande realizado en Estados Unidos sobre este tema, revela que los inhaladores generan más de 2 millones de toneladas métricas de emisiones de carbono anuales. Esta cifra equivale a las emisiones producidas por 530.000 automóviles a gasolina circulando durante un año.
El trabajo, publicado en la revista JAMA, analizó las emisiones de los tres tipos de inhaladores aprobados por la FDA para el tratamiento de estas enfermedades entre 2014 y 2024, proporcionando una visión sin precedentes del impacto ambiental de estos dispositivos.
Los investigadores descubrieron que los inhaladores de dosis medida (MDI) son los principales responsables de la contaminación, al representar el 98% de las emisiones totales.
Estos inhaladores funcionan mediante propelentes de hidrofluoroalcano (HFA), potentes gases de efecto invernadero que reemplazaron a los antiguos clorofluorocarbonos (CFC) prohibidos por su daño a la capa de ozono. Sin embargo, los HFA siguen teniendo un alto potencial de calentamiento global.
En contraste, los inhaladores de polvo seco (DPI) y los inhaladores de niebla suave (SMI) utilizan mecanismos que no requieren propelentes, por lo que su huella de carbono es significativamente menor.
Pese a ello, los MDI continúan siendo los más recetados en la práctica clínica, especialmente entre pacientes pediátricos o mayores, debido a su facilidad de uso.
“El sistema de salud estadounidense contribuye de manera considerable a las emisiones globales, y los inhaladores son un ejemplo claro de cómo incluso las herramientas médicas más comunes tienen un costo ambiental”, señaló el Dr. William Feldman, neumólogo e investigador de la Facultad de Medicina David Geffen de UCLA y autor principal del estudio.
Según Feldman, el hallazgo abre la puerta a “repensar las estrategias terapéuticas y promover el uso de alternativas con menores emisiones sin comprometer la calidad del tratamiento”.
El investigador señaló que, aunque la transición hacia inhaladores más sostenibles puede implicar cambios en precios, patentes y prácticas de prescripción, también representa una gran oportunidad para proteger tanto la salud de los pacientes como la del planeta.
El estudio utilizó una base de datos nacional que registra las prescripciones de inhaladores en EE. UU. según el Código Nacional de Medicamentos, permitiendo estimar las emisiones según tipo de fármaco, dispositivo, propelente, clase terapéutica, marca, fabricante y sistema de seguros.
Los investigadores planean ampliar su análisis para evaluar las emisiones entre poblaciones específicas, como la de Medicaid, y comparar los resultados clínicos entre inhaladores de alta y baja emisión dentro de la misma categoría terapéutica.
También pretenden explorar cómo las políticas de precios y las patentes farmacéuticas podrían acelerar la adopción de tecnologías de inhaladores con menor impacto ambiental.