La armonía entre daño y reparación puede romperse por factores no bien conocidos y difíciles de detectar, que se han asociado a inflamación crónica, tratamientos farmacológicos, y alteraciones en células y moléculas del sistema inmunológico.
La disminución o envejecimiento de un tipo de linfocitos pueden acarrear complicaciones cardiovasculares en pacientes con enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso y la artritis reumatoide, que abre la puerta al desarrollo de terapias individualizadas dirigidas a pacientes de riesgo.
El trabajo, publicado en Journal of Leukocyte Biology, analizó la población de linfocitos T angiogénicos, un tipo de células linfoides, en pacientes afectados por lupus eritematoso o artritis reumatoide. Estos linfocitos T tienen como función principal colaborar con las células progenitoras del endotelio en la reparación de las paredes vasculares dañadas.
Los resultados revelaron una importante disminución de linfocitos T en pacientes con artritis reumatoide. Esta reducción era además más acusada en los enfermos que habían sufrido un evento cardiovascular no asociado con factores clásicos de riesgo como hipertensión, tabaquismo u obesidad.
La investigación sacó a la luz también que, en el caso de los pacientes con lupus, el envejecimiento prematuro de estos linfocitos T puede transformar su función protectora en destructora mediante mecanismos de toxicidad celular e inflamación, que alteran la salud cardiovascular de los enfermos. La evaluación clínica de los pacientes sometidos a este estudio mostró además una relación entre estos linfocitos T y el grado de actividad de su enfermedad.
La finalidad principal de este estudio es la determinación de nuevos biomarcadores que permitan prever el riesgo de daño cardiovascular en personas afectadas por enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico o la artritis reumatoide.
Intervención precoz para prevenir complicaciones
Patricia López Suárez, profesora del departamento de Biología Funcional e integrante del grupo de investigación, recuerda que el desarrollo de ateroesclerosis prematura –daño cardiovascular—es una de las consecuencias más frecuentes en pacientes con enfermedades autoinmunes.
Curiosamente, esta afectación no puede ser explicada solo por la presencia de los denominados factores clásicos de riesgo como la hipertensión, diabetes, colesterol alto, tabaquismo, obesidad o sedentarismo, sino que parece depender de factores no clásicos asociados a la enfermedad.
La investigadora añade que la salud cardiovascular de estos pacientes depende del equilibrio entre el daño y la reparación vascular. Esta armonía entre daño y reparación puede romperse por factores no bien conocidos y difíciles de detectar, que se han asociado a inflamación crónica, tratamientos farmacológicos, y alteraciones en células y moléculas del sistema inmunológico.
Estas variables están presentes en mayor grado, aunque no de forma exclusiva, en pacientes con alteraciones autoinmunes. De ahí que resulte crucial, como concluye el estudio, profundizar en el conocimiento de estos factores de riesgo cardiovascular no clásico con el objetivo de identificar nuevos biomarcadores de daño vascular y ateroesclerosis que permitan realizar una intervención precoz y prevenir complicaciones cardiovasculares.