La psoriasis es una enfermedad crónica en la que el sistema inmunológico se ve alterado, provocando una acumulación anormal de células inflamatorias en la dermis, la capa media de la piel.
La psoriasis también acelera la producción de células en la epidermis, la capa más superficial de la piel, lo que provoca la aparición de placas gruesas, escamas y cambios en el color de la piel.
En personas con psoriasis, este proceso de renovación celular, que normalmente ocurre en un mes, se acelera a solo unos pocos días, lo que provoca una acumulación de células muertas en la superficie cutánea.
Aunque la psoriasis es conocida principalmente por sus efectos sobre la piel, la inflamación asociada con esta condición afecta a todo el cuerpo, aumentando el riesgo de enfermedades cardíacas, cáncer, enfermedades inflamatorias intestinales y artritis psoriásica.
El proceso inflamatorio en la psoriasis es el resultado de una disfunción en el sistema inmunológico, que genera una respuesta anómala contra la piel. Este ataque inmunológico no solo impacta la piel, sino que también puede tener consecuencias en otras áreas del cuerpo, como las articulaciones, provocando lo que se conoce como artritis psoriásica.
Además de los factores genéticos, los desencadenantes ambientales como el estrés, las infecciones, el consumo de alcohol y el tabaquismo pueden agravar la inflamación y empeorar los síntomas de la psoriasis.
Aunque no existe una cura definitiva para la psoriasis, es posible reducir la inflamación y controlar los síntomas a través de diversos tratamientos y cambios en el estilo de vida. Los medicamentos como los corticosteroides tópicos, los biológicos inyectables y los tratamientos orales pueden ayudar a controlar la inflamación.
Si bien los medicamentos juegan un papel clave en el tratamiento de la psoriasis, ciertos hábitos de vida pueden complementar el tratamiento y contribuir a la reducción de la inflamación. A continuación, algunas estrategias que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas con psoriasis:
La dieta tiene un impacto directo sobre los niveles de inflamación en el cuerpo. Algunos alimentos, como los refrescos, los alimentos ultraprocesados y las carnes procesadas, pueden aumentar la inflamación y empeorar los síntomas de la psoriasis. En cambio, una dieta rica en frutas, verduras y ácidos grasos saludables, como los de la dieta mediterránea, ha mostrado ser beneficiosa en la reducción de los síntomas de psoriasis.
La obesidad es un factor de riesgo conocido para el desarrollo de la psoriasis, y las personas con psoriasis que tienen sobrepeso u obesidad pueden experimentar síntomas más graves. La pérdida de peso ha demostrado reducir los marcadores inflamatorios y, en algunos casos, los síntomas de psoriasis pueden mejorar significativamente. Según un estudio de 2020, aquellos que redujeron su peso corporal en un 12% a través de un programa de 10 semanas experimentaron una disminución de entre el 50% y el 75% de la gravedad de la psoriasis.
El tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol son conocidos por agravar los trastornos inflamatorios como la psoriasis. Dejar de fumar y reducir el consumo de alcohol puede contribuir a una mejor gestión de la enfermedad y a la reducción de los síntomas.
La actividad física regular también es un aliado importante para reducir la inflamación. La evidencia sugiere que las personas con psoriasis que mantienen un estilo de vida activo experimentan menos gravedad en los síntomas en comparación con aquellas que llevan una vida sedentaria.
El sueño y la gestión del estrés son aspectos clave en la reducción de la inflamación. La falta de sueño y el estrés crónico pueden contribuir a un estado inflamatorio en el cuerpo. Los expertos recomiendan que los adultos duerman entre 7 y 9 horas por noche para optimizar la salud. Además, técnicas de relajación como la meditación y el yoga pueden ser útiles para controlar el estrés, que es uno de los principales desencadenantes de los brotes de psoriasis.
Es importante que las personas con psoriasis que experimentan brotes o síntomas persistentes consulten a un dermatólogo o a su equipo médico. El tratamiento adecuado dependerá de la gravedad de los síntomas, y un especialista podrá sugerir cambios en la dieta y el estilo de vida, así como tratamientos farmacológicos que ayuden a controlar la inflamación y mejorar la calidad de vida.
A pesar de que la psoriasis es una enfermedad crónica y compleja, con un enfoque integral que combine tratamiento médico, cambios en la dieta y la adopción de hábitos saludables, muchas personas pueden lograr una remisión prolongada y llevar una vida plena y saludable.
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