El cerumen es una sustancia protectora que se elimina naturalmente, pero si se acumula o causa síntomas como dolor o pérdida de audición, debes consultar a un médico para un lavado de oídos .
Kits de lavado de alta tecnología, cucharas con cámara para smartphones, dispositivos de succión y las controvertidas velas para los oídos han inundado las redes sociales con promesas de una limpieza auricular revolucionaria. Sin embargo, la realidad es muy diferente a lo que muestran estos videos virales.
"Si bien todas estas tecnologías son ingeniosas y atractivas, no son las más seguras", advierte Ana H. Kim, profesora de otorrinolaringología en la Universidad de Columbia. La especialista ha observado de primera mano las consecuencias de estos dispositivos en pacientes que llegan a consulta con complicaciones.
Contrario a la percepción popular, el cerumen no es una suciedad que deba eliminarse obsesivamente. Esta sustancia amarilla o marrón claro es producida por glándulas especializadas en el tercio externo del conducto auditivo, donde se combina con sudor, células cutáneas muertas y otros elementos.
Su función es fundamental para la salud auditiva: hidrata la piel del interior del conducto, atrapa suciedad y residuos, y actúa como barrera protectora contra bacterias y hongos. Los dos tercios internos del conducto auditivo, compuestos de hueso y piel fina, no producen cerumen naturalmente.
Los tradicionales hisopos de algodón, aparentemente inofensivos, encabezan la lista de herramientas peligrosas para la limpieza auricular.
Su uso puede interrumpir el proceso natural de autolimpieza del oído y, peor aún, empujar el cerumen hacia el interior del conducto.
"Si se introduce un hisopo en el oído, notará que tiene algo de cerumen, pero está sacando la mitad y luego empujando la otra mitad más profundamente", explica Tiffany Chao, profesora adjunta del Departamento de Otorrinolaringología de la Universidad de Pensilvania.
Las fibras abrasivas de los hisopos pueden rayar la delicada piel del canal auditivo, comprometiendo la barrera protectora y facilitando infecciones. En casos extremos, Kim ha documentado cabezales de hisopos retenidos dentro del canal auditivo, y perforaciones del tímpano que pueden causar pérdida auditiva permanente.
Las innovaciones tecnológicas no están exentas de riesgos. Las herramientas similares a cucharas pueden causar raspaduras y lesiones similares a los hisopos. Las velas óticas, a pesar de su popularidad en redes sociales, no solo son inefectivas sino que pueden quemar la piel del conducto auditivo.
Los sistemas de irrigación con agua, si se usan incorrectamente, pueden generar molestias significativas e incluso mareos. La presión excesiva del agua puede dañar tanto el conducto como el tímpano.
El oído humano posee un mecanismo de limpieza extraordinariamente eficiente. Al masticar o hablar, los movimientos mandibulares ayudan a empujar el cerumen hacia la abertura del conducto auditivo externo. Desde allí, la cera se desprende naturalmente o puede ser estimulada suavemente para facilitar su eliminación.
"El oído es un órgano que se autolimpia", enfatiza Kim, destacando que la intervención humana frecuentemente interfiere con este proceso natural.
Para quienes insisten en la limpieza auricular, los expertos recomiendan métodos conservadores y seguros:
Limpieza externa únicamente: Después de ducharse, cuando el cerumen esté blando, use una toalla húmeda o un hisopo con aceite mineral para limpiar solo la abertura del conducto. La regla de oro: "Si no puede ver la punta del hisopo en el espejo, se ha introducido demasiado".
Remedios caseros supervisados: Una o dos gotas de aceite mineral o aceite de bebé pueden ayudar a disolver depósitos de cerumen. Alternativamente, una mezcla 1:1 de solución salina y peróxido de hidrógeno (cinco gotas) seguida de una bolita de algodón externa por 10 minutos puede ser efectiva.
Ciertas condiciones requieren atención especializada. Personas con eccema, dermatitis, psoriasis, diferencias anatómicas o usuarios de audífonos pueden experimentar acumulaciones problemáticas de cerumen que requieren limpieza profesional rutinaria.
"Lo más seguro es dejar la limpieza más profunda en manos de alguien con formación especializada", concluye Chao, recordando que los otorrinolaringólogos cuentan con herramientas especializadas y experiencia para realizar estos procedimientos de manera segura.