Según el ensayo, la vacuna administrada junto a pembrolizumab reducía el riesgo de recurrencia de este tipo de cáncer de piel en un 44 %.
Recientemente, los laboratorios farmacéuticos de Moderna y MSD anunciaron los avances de una vacuna experimental que están desarrollando contra el melanoma, un tipo de cáncer en la piel considerado peligroso, aunque no es el más común.
De acuerdo con un ensayo en fase 2b, la administración de la vacuna experimental contra el cáncer redujo el riesgo de recurrencia o muerte en un 44 % en pacientes que tienen melanoma metastásico en comparación con la terapia estándar.
Vacuna basada en el ARN mensajero
La vacuna mRNA-4157/V940, está basada en ARN mensajero (similar a la del COVID-19) y la han probado en 157 personas con melanoma en estadios 3 y 4. El objetivo principal fue medir la duración hasta la recurrencia del tumor.
Por ende, en el ensayo se inoculó un total de nueve dosis junto a pembrolizumab, (inmunoterapia desarrollada por MSD), a lo largo de un año en estos pacientes después de la remoción quirúrgica del tumor, hasta que el cáncer volvió a aparecer o que la toxicidad se volviera inaceptable.
Ambas compañías indicaron que los datos todavía no han sido validados por autores independientes para ser publicados en una revista científica, sin embargo, confirmaron que mRNA-4157/V940 y pembrolizumab redujeron el riesgo de recurrencia un 44 % en comparación con pembrolizumab por sí solo.
Cabe mencionar que un 14,4 % de los pacientes que recibieron la combinación de fármacos sufrieron efectos adversos graves, frente al 10 % del grupo que recibió solo la inmunoterapia.
Disminución del riesgo de recurrencia del cáncer en un 44 %
Sobre eso, Stéphane Bancel, consejera delegada de Moderna, calificó estos resultados como altamente alentadores, demostrando el potencial de las vacunas de ARN mensajero para el tratamiento del melanoma.
“Empezaremos estudios adicionales en melanoma y otras formas de cáncer con el objetivo de ofrecer a los pacientes tratamientos contra el cáncer realmente individualizados”, indicó.
Por consiguiente, las compañías prevén iniciar un ensayo clínico a gran escala en 2023, que servirá para solicitar la aprobación de la vacuna.
El potencial de las nuevas vacunas
De acuerdo con expertos, el potencial que ha demostrado la tecnología de ARN mensajero contra el COVID-19 ha impulsado su investigación en el cáncer, un área donde las vacunas no habían conseguido ningún éxito hasta la fecha.
Se trata de vacunas terapéuticas, es decir, que no previenen el cáncer, sino que refuerzan el sistema inmune para evitar recurrencias en los pacientes. Mientras la inmunoterapia activa la respuesta inmune, las vacunas se dirigirían a antígenos específicos que muestran las células tumorales, haciéndolas más visibles y consiguiendo que sean atacadas por el sistema inmune.
En ese sentido, la vacuna mRNA-4157/V940 codifica hasta 34 antígenos obtenidos de forma individualizada según el perfil tumoral del paciente.
En una entrevista reciente para la BBC, los fundadores BioNTech, el otro laboratorio que desarrolló una vacuna contra el COVID.19 basándose en esta tecnología, afirmaron que las vacunas contra el cáncer podrían estar disponibles antes de que finalice esta década.
Asimismo, un estudio publicado en la revista Nature avivó la esperanza de una vacuna universal contra el cáncer, al dirigirse a un sistema común para la reproducción de las células cancerígenas. Esta vacuna ha sido probada en ratones y monos, demostrando su eficacia, pero queda un largo camino para que pueda comprobarse su beneficio en seres humanos.
“A día de hoy, es un poco ciencia ficción”, indicó Echevarría, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica. “Tienen que demostrar que es segura y eficaz, y eso es un proceso de años”.
A pesar de ello, la investigación en vacunas oncológicas no se ha detenido. Recientemente, se han presentado los resultados de un ensayo clínico que comenzó en 2002 y que mostraba el beneficio de un suero basado en ADN en 66 mujeres con cáncer de mama en estadios avanzados. Más del 50 % de las pacientes seguían vivas tras la finalización del ensayo.
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