Un estudio revela que los problemas de audición no tratados aceleran el deterioro cognitivo, pero el uso de audífonos podría revertir esta tendencia.

La pérdida auditiva relacionada con la edad deja de ser una simple molestia del envejecimiento para convertirse en una señal de alerta temprana sobre la salud cerebral.
Una investigación publicada recientemente en JAMA Network Open demuestra que las personas con pérdida auditiva leve o mayor en la mediana edad enfrentan un 71% más de riesgo de desarrollar demencia durante los siguientes 15 años.
El hallazgo cobra especial relevancia en un contexto donde casi 57 millones de personas en todo el mundo viven con demencia, según la Organización Mundial de la Salud, y donde dos de cada tres adultos mayores de 70 años en Estados Unidos experimentan algún grado de pérdida auditiva.
Lo que distingue a este estudio es su enfoque integral. A diferencia de investigaciones previas que examinaban factores aislados, los científicos evaluaron simultáneamente tres aspectos cruciales en una misma cohorte del Framingham Heart Study: marcadores de imágenes cerebrales, función cognitiva y riesgo futuro de demencia.
Los 2.178 participantes, divididos en dos subgrupos con edades promedio de 58 y 67 años, se sometieron a evaluaciones auditivas, resonancias magnéticas y pruebas cognitivas durante un período de seguimiento de hasta 15 años.
Los resultados fueron contundentes: las personas con pérdida auditiva mostraron volúmenes cerebrales reducidos, mayor deterioro en las funciones ejecutivas —como la planificación y la atención— y anomalías en la materia blanca del cerebro, el tejido que transporta impulsos eléctricos entre las células nerviosas.
"Este estudio proporciona una de las evaluaciones más completas hasta la fecha que vinculan la pérdida auditiva en la mediana edad con múltiples marcadores de envejecimiento cerebral", explicó Mill Etienne, profesor asociado de neurología en la Facultad de Medicina de Nueva York, quien no participó en la investigación.
La investigación también reveló que el riesgo se amplifica en personas portadoras de la variante genética APOE4, conocida por aumentar la susceptibilidad al alzhéimer. Quienes combinaban esta predisposición genética con pérdida auditiva enfrentaban un peligro considerablemente mayor de desarrollar demencia.
Sin embargo, hay una noticia esperanzadora: entre los participantes con pérdida auditiva, aquellos que utilizaban audífonos mostraron un riesgo significativamente menor de demencia. Este efecto protector fue aún más pronunciado en portadores del gen APOE4.
Aunque el estudio no establece una relación causal directa, los expertos proponen varias hipótesis. La pérdida auditiva podría conducir al aislamiento social, un factor de riesgo conocido para el deterioro cognitivo. Otra teoría sugiere que el cerebro, al esforzarse por procesar sonidos deficientes, destina menos recursos a funciones como la memoria y el razonamiento.
"La pérdida auditiva no es meramente un síntoma que acompaña al envejecimiento: puede servir como un marcador temprano de vulnerabilidad al deterioro cognitivo", advirtió Etienne.
Un hallazgo preocupante del estudio fue la inconsistencia entre las evaluaciones auditivas objetivas y la percepción de los participantes sobre su propia audición.
Muchos no eran conscientes de padecer pérdida auditiva leve, lo que subraya la necesidad de incorporar exámenes auditivos rutinarios en la atención primaria, especialmente para personas mayores de 50 años.
"Tratar el deterioro sensorial puede ser una vía significativa y accesible para la prevención de la demencia", concluyó Etienne. La inclusión de la evaluación auditiva en los modelos de predicción de demencia mejoró notablemente su precisión, reforzando su valor como herramienta de detección temprana.
Con la demencia representando uno de los mayores desafíos de salud pública global y sin cura disponible, estos resultados destacan la importancia crítica de las intervenciones preventivas basadas en factores modificables.
La buena noticia es que la pérdida auditiva es una de esas condiciones sobre las que se puede actuar. Los audífonos no solo mejoran la calidad de vida inmediata, sino que podrían estar protegiendo el cerebro de daños futuros.
La pregunta ya no es si la pérdida auditiva merece atención médica, sino cuánto tiempo podemos permitirnos ignorarla.