Así combaten el alzhéimer las terapias avanzadas: anticuerpos, placas amiloides y detección temprana

El objetivo del tratamiento del alzhéimer es ralentizar la progresión de la enfermedad y conservar durante más tiempo las funciones cognitivas.

María Camila Sánchez

    Así combaten el alzhéimer las terapias avanzadas: anticuerpos, placas amiloides y detección temprana

    El alzhéimer continúa siendo uno de los mayores desafíos de la medicina moderna. Esta enfermedad neurodegenerativa afecta a millones de personas en todo el mundo y se caracteriza por la acumulación en el cerebro de placas de beta amiloide, una proteína que interfiere en la comunicación entre las neuronas y favorece su degeneración progresiva.

    En los últimos años, la investigación ha dado un paso significativo con el desarrollo de terapias avanzadas basadas en anticuerpos monoclonales, que buscan modificar el curso de la enfermedad en lugar de limitarse a tratar los síntomas.

    El blanco: las placas de amiloide

    El cerebro de un paciente con alzhéimer acumula depósitos de beta amiloide que se adhieren entre las neuronas. Este fenómeno altera la transmisión de señales nerviosas y desencadena procesos inflamatorios que dañan las células cerebrales.

    Los anticuerpos monoclonales están diseñados para reconocer estas placas y unirse a ellas. Una vez fijados, activan mecanismos del sistema inmunitario que favorecen su eliminación. De este modo, el objetivo es ralentizar la progresión de la enfermedad y conservar durante más tiempo las funciones cognitivas.

    Diagnóstico y selección de pacientes

    Antes de iniciar estas terapias avanzadas, es fundamental confirmar el diagnóstico de alzhéimer y verificar si el paciente es candidato al tratamiento. Para ello, se utilizan pruebas de imagen cerebral y también el análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR), que se obtiene mediante punción lumbar.

    Este procedimiento permite medir biomarcadores característicos de la enfermedad: niveles reducidos de beta amiloide y aumento de proteína tau fosforilada. Estos hallazgos confirman la presencia del proceso patológico en el cerebro y ayudan a seleccionar a los pacientes que realmente pueden beneficiarse de las terapias dirigidas contra el amiloide.

    La importancia del tratamiento temprano

    Los estudios clínicos han mostrado que el beneficio de estas terapias es mayor cuando se administran en fases iniciales del alzhéimer. En ese momento, el daño neuronal aún no es tan avanzado y la intervención puede marcar la diferencia.

    En otras palabras, empezar el tratamiento temprano permite frenar el avance del deterioro y prolongar la autonomía del paciente, lo que se traduce en más tiempo de calidad con sus seres queridos y actividades cotidianas.

    Riesgos y seguridad

    A pesar de los avances, estos medicamentos no están exentos de efectos secundarios. El más vigilado es el conocido como "ARIA" (Anomalías por Imagen Relacionadas con Amiloide), que corresponde a inflamaciones o microhemorragias cerebrales detectadas mediante resonancia magnética.

    La mayoría de las veces, el ARIA no produce síntomas, pero en algunos pacientes puede provocar dolor de cabeza, mareo, visión borrosa, confusión o incluso convulsiones. Por ello, se recomienda un seguimiento estrecho con estudios de imagen antes y durante el tratamiento.

    El riesgo aumenta en personas con ciertas variantes genéticas, como el gen ApoE4 en forma homocigota, y en quienes toman medicamentos que afectan la coagulación. También pueden aparecer reacciones alérgicas o asociadas a la infusión, razón por la cual los pacientes son monitorizados en cada administración.

    Un nuevo horizonte en la lucha contra el alzhéimer

    Los anticuerpos monoclonales se administran mediante infusiones intravenosas periódicas. Aunque no constituyen una cura, representan un cambio de paradigma en el manejo del alzhéimer, al ofrecer una alternativa que actúa directamente sobre el proceso patológico de la enfermedad.

    Más allá de la eliminación de las placas de amiloide, estas terapias abren la puerta a un futuro de tratamientos personalizados y diagnósticos más tempranos, donde el objetivo es preservar la memoria y las capacidades cognitivas durante más tiempo.

    En palabras sencillas, estas terapias funcionan como una "escoba molecular" que ayuda a limpiar el cerebro de proteínas dañinas, dándole al paciente más tiempo para mantener su independencia y calidad de vida.

    Fuente consultada: Lilly



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