La pediatra trabaja en atención a los migrantes por vocación de servicio.
Hoy la Dra. Marietta Vázquez, es profesora de Pediatría e infectóloga pediátrica y Decana Asociada de la Escuela de Medicina de Yale, pero sus inicios fueron desde muy pequeña, gracias a lo que ella define como una admiración por una labor en beneficio de niños y jóvenes, sobre todo ahora que lo hace para la población hispana en Estados Unidos.
Precisó que la medicina tiene muchos aspectos bonitos y satisfactorios, pero la pediatría se enfoca en la prevención y eso le atrajo, ya que la salud debe ser una prioridad. No obstante, sabe de los retos a los que se enfrenta, atendiendo a una comunidad hispana en Estados Unidos.
“Una de las áreas en las que trabajo y me siento orgullosa de atender a pacientes migrantes, yo tengo una clínica de atención a ellos. Muchas de esas historias son difíciles y traumáticas, pero lo que haces es que llevas algo bien duro y emotivo, lo convierto en motivación para esa área, para abogar por los niños que cruzan la frontera solos”, relató.
Un aspecto que encuentra especialmente difícil, es que dentro de su gestión médica siempre entrega lo mejor a nivel clínico, pero sabe que en muchas ocasiones los niños no van a poder contar con el tratamiento adecuado por falta de dinero de sus padres o porque estos trabajan mucho y no hay quien ayude a cumplir la receta.
“Allí es donde no importa lo mucho que hagas, todo se cae”, dijo y por eso se siente motivada a dar lo mejor de sí en beneficio de los niños y jóvenes, porque en su opinión “el paciente no es solo un síntoma, es un ser completo”.
Estudios en Puerto Rico
La infectóloga pediátrica realizó sus estudios en el Recinto de Ciencias Médicas en los principios de los 90, cuando la epidemia del VIH estaba en auge, y pues allí encontró historias que hicieron crecer su ímpetu por la investigación y la infectología pediátrica.
En ese momento, su primer paciente fue un pequeño de 7 años, este falleció a las dos semanas por VIH. “Y eso lo que hizo fue motivarme a investigar más y de la importancia de la investigación médica. El entrenamiento en Puerto Rico fabuloso”.
Destacó que reconoce a sus 29 años de carrera que todos los casos tienen su dificultad, porque también se ha diferenciado de sus colegas.
“Yo soy llorona y emotiva, una vez en evaluación de psiquiatría lloré con un paciente, y mi mentor me dijo que no llegaría a ser buena doctora, y con los años entendí que eso no me hace un mal médico, sino que empatizo con ellos”, dijo.
Docencia y medicina en Yale
La docencia fue algo gradual y orgánico, para la especialista, quien reconoce que ha encontrado una casa lejos de casa, aunque para su suerte, como ella misma lo describe, donde trabaja hay una comunidad latina grande a la que sirve.
“Esto es un campo precioso y no existe mayor satisfacción que el estar en el campo de la salud. Es difícil piénselo bien, busquen ayuda, la mentoría es importante. Aprendan de sus errores, y no crean que tienen que ser igual a otros. Hay una necesidad muy grande de hispanos, porque hace falta más personas que entiendan el proceso”, finalizó.