Cada mes, más de 2.000 millones de personas en el mundo menstrúan, sin embargo, millones de mujeres y niñas no pueden permitirse los productos menstruales o el acceso a agua y saneamiento seguros para gestionar su salud e higiene.
Durante una entrevista exclusiva de la revista Medicina y Salud Pública con la Dra. Anyhely Bustos, ginecóloga, informa sobre esas dificultades que las personas menstruantes experimentan al gestionar su menstruación, ya sea por falta de acceso a productos de higiene menstrual, desconocimiento o tabúes relacionados con esta etapa de la mujer.
Según la Dra. Bustos, esta problemática tiene efectos perjudiciales no solo en la salud física, sino también en el bienestar emocional y psicológico de las afectadas. La falta de acceso a productos de higiene adecuados, el estigma social que rodea la menstruación y la falta de educación sexual contribuyen a agravar las condiciones de vida de las personas menstruantes, especialmente aquellas en situación de vulnerabilidad.
"La pobreza menstrual afecta la calidad de vida de las niñas porque impacta directamente su bienestar psicológico y emocional", señala la Dra. Bustos. Además, la falta de acceso a atención médica adecuada impide realizar diagnósticos tempranos ante problemas como sangrados abundantes, dolor durante la menstruación o incluso anemia.
El estigma asociado a la menstruación, junto con la falta de acceso a productos adecuados, genera un impacto negativo en la autoestima y la confianza de las personas menstruantes, este contexto puede dar lugar a sentimientos de miedo, ansiedad, depresión e incluso aislamiento social.
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Grupos en riesgo: Migrantes, habitantes de calle y personas privadas de libertad
"No solamente las personas en situación de calle son las más afectadas. Las personas migrantes y las que están en las cárceles también enfrentan enormes barreras para acceder a productos de higiene menstrual adecuados", explica Bustos. Esta falta de acceso y la ausencia de educación menstrual en estos entornos crea un ciclo de dificultades que se reflejan tanto en la salud física como mental de las afectadas.
La Dra. Bustos destaca que, en muchos casos, estas personas se ven obligadas a utilizar productos inapropiados para gestionar su menstruación, lo que puede generar complicaciones en su salud, como infecciones o vaginitis. Además, enfrentan dificultades para acceder a servicios médicos, lo que retrasa el diagnóstico y tratamiento de problemas como la anemia severa.
El estigma social de la menstruación
Según ONU mujeres, la pobreza asociada a la menstruación también tiene consecuencias sanitarias peligrosas e inmediatas para las niñas y las jóvenes, ya que las expone a prácticas nocivas como el matrimonio precoz y forzado, los abusos sexuales o la mutilación genital femenina. Estas prácticas se justifican bajo la falsa creencia de que la menstruación marca la entrada en la edad adulta.
"Las niñas todavía están en la etapa de niñas, tienen estos cambios y eso no considera que ellas, psicológica y corporalmente estén preparadas tanto para la reproducción como para la vida sexual, simplemente hay que tomarlo como una etapa más de la niña" sostiene la ginecóloga.
El estigma y la discriminación son mayores en comunidades en las que existen normas sociales y culturales nocivas en torno a la menstruación. Incluso hoy en día, en algunas partes del mundo, las niñas y mujeres que tienen el período son consideradas impuras o intocables, lo que restringe su libertad de movimiento y acceso a determinados espacios.
Esta problemática se traduce en que, las niñas y las jóvenes de todo el mundo en ocasiones faltan a la escuela porque carecen de los recursos para gestionar adecuadamente su salud e higiene menstrual, esto puede repercutir en su derecho a la educación.
Sobre esto, la especialista responde que "lo que primero que tenemos que tener en cuenta, es quitar ese tabú de la menstruación, esos mitos alrededor de la menstruación, la educación en los colegios, en las calles, en los centros de salud, en las cárceles, en esas áreas migratorias, son muy importantes porque van a hacer que tanto la comunidad quite los mitos y que las personas menstruantes no se sientan acomplejadas y sepan los signos de alarma para poder consultar."
La clave está en la educación
Una de las soluciones más efectivas para combatir la pobreza menstrual, según la Dra. Bustos, es la educación. Romper los tabúes sobre la menstruación, tanto en el ámbito familiar como escolar, es esencial para que las personas menstruantes puedan reconocer los signos de alerta y buscar atención médica cuando sea necesario.
"La educación sexual es muy importante y no se enseña de un día para otro, se van dando tips en el transcurso de la vida, primero lo que se hace es enseñarles a las niñas cómo se llaman sus partes del cuerpo, (...) las partes privadas como lo son los pechos, la vulva, la vagina, la región anal y la boca, posteriormente se le empieza a enseñar el autocuidado, que debe cambiarse en una zona privada, (...) y que haya una cierta higiene en esa área genital. El siguiente paso, es que en algunos sitios encontramos los dispensadores de toallas, normalmente ellas preguntan qué es eso y se les puede ir explicando que en alguna etapa de su vida, ella van a tener unos cambios, donde sus pechos van a crecer, donde van a tener que usar ´pañal´, (toallas sanitarias) para poder recolectar un sangrado que no es ninguna enfermedad y poco a poco con el lenguaje de cada padre, con la educación y las herramientas que tengan irles informando", explica la especialista.
Para abordar esta problemática, se proponen soluciones como la educación integral sobre la menstruación, el acceso gratuito a productos menstruales y la eliminación del impuesto menstrual. Algunos países han implementado medidas como la distribución gratuita de productos menstruales en escuelas y centros de salud, lugares de saneamiento disponibles para personas vulnerables y la eliminación del impuesto menstrual.
Es importante reconocer que la pobreza menstrual es un problema no solo económico, sino también de salud, social y político, que requiere un enfoque integral para garantizar la dignidad y el bienestar de todas las personas menstruantes.
"La pobreza menstrual es un problema de salud pública en el país porque expone a las personas menstruantes a riesgos que se pueden evitar" concluye la Dra. Anyhely Bustos.