Hígado graso no alcohólico se vincula con el síndrome metabólico, diabetes e hipertensión

El hígado graso no alcohólico ya afecta a 1 de cada 4 personas en el mundo y es considerado la nueva cara hepática del síndrome metabólico, impulsado por obesidad, diabetes y disfunción genética.

Katherine Ardila

    Hígado graso no alcohólico se vincula con el síndrome metabólico, diabetes e hipertensión

    En la actualidad, el hígado graso se ha convertido en uno de los padecimientos hepáticos más comunes a nivel mundial, afectando a aproximadamente una de cada cuatro personas. Lo más alarmante es que muchos desconocen que lo padecen, ya que en sus etapas iniciales suele ser asintomático. 

    Sin embargo, lo que podría parecer un simple "depósito de grasa" en el hígado puede convertirse en la antesala de enfermedades graves como cirrosis, diabetes e incluso cáncer hepático. 

    ¿Qué causa el hígado graso

    El hígado graso, conocido médicamente como esteatosis hepática, se define por la presencia de más del 5% de grasa acumulada en el tejido hepático. Aunque tradicionalmente se asociaba al consumo excesivo de alcohol, hoy se sabe que existen múltiples factores detrás de esta condición. 

    "Muchas cosas pueden causar esa acumulación excesiva de grasa. La más conocida, es el consumo excesivo de alcohol que puede hacer que se acumule grasa en exceso", explica la doctora Vivian Tamayo, investigadora especializada de FDI Clinical Research para la Revista MSP.

    No obstante, advirtió que también está relacionado con “disfunción metabólica y ciertos medicamentos que pueden causar que se acumule grasa en exceso. La confirmación sería que tenemos más de un 5% de presencia de grasa dentro de ese tejido hepático”.

    El vínculo con la pandemia de obesidad y síndrome metabólico

    El incremento en los casos de hígado graso no es casualidad, sino que guarda una relación con el aumento global de la obesidad y las enfermedades metabólicas. 

    "El hígado graso realmente lo tenemos que ver en el contexto de que es una parte de lo que es el síndrome metabólico y como vemos un aumento en el sobrepeso y en la obesidad de la población, ahí también paralelamente vemos un aumento en lo que es la enfermedad del hígado graso". 

    Este dato es importante, pues evidencia que el estilo de vida moderno, con dietas hipercalóricas y sedentarismo, está impulsando su propagación.  

    Factores de riesgo que van más allá del alcohol  

    Contrariamente, la creencia popular afirma que el hígado graso es exclusivo de personas con alto consumo de alcohol, sin embargo, según la experta, la mayoría de los casos actuales corresponden a la variante no alcohólica. 

    "Casi un 80% de nuestros pacientes con diabetes tipo 2 tienen hígado graso, o sea que ya por ser diabéticos de por sí tienen una propensidad bien alta". Además, enumera otros factores como hipertensión, dislipidemia, apnea del sueño y ciertas mutaciones genéticas. 

    Sobre este último punto, asegura: "Tenemos ciertos pacientes que tienen unas mutaciones en algunos genes que los ponen más propensos a acumular grasa en exceso, en el hígado".  

    El hígado graso es asintomático en etapas iniciales 

    Ahora bien, cuando hablamos de síntomas, rara vez presenta manifestaciones evidentes en sus primeras fases. "El problema es ese, que no necesariamente presenta síntomas", confirma la investigadora. 

    Algunos pacientes pueden reportar "una molestia debajo de las costillas hacia la mano derecha", pero generalmente el diagnóstico llega por hallazgos incidentales en pruebas de imagen o alteraciones en exámenes de función hepática.  

    Complicaciones progresivas y potencialmente graves  

    Cuando el hígado graso no se detecta ni trata oportunamente, puede evolucionar hacia daños irreversibles. La doctora Tamayo explica este proceso: 

    "Es una condición que toma años, No es que tú tengas un diagnóstico de hígado graso recién y ya el año que viene vas a desarrollar enfermedad hepática severa". Sin embargo, asegura que la progresión a cirrosis, falla hepática o cáncer depende en gran medida del control de los factores de riesgo.  

    ¿Cómo se trata el hígado graso?

    El tratamiento del hígado graso varía según su etapa. En fases tempranas, se comienza la modificación de hábitos. "Cuando es hígado graso solo, que todavía no hemos llegado al nivel de fibrosis, pues realmente el manejo es cambio de estilos de vida", indica la experta, recomendando ejercicio regular y dieta balanceada. 

    Para casos más avanzados, ya existen opciones farmacológicas: "Hay un medicamento que se aprobó recientemente el año pasado, que ayuda a algunos pacientes a revertir esos cambios de inflamación". 

     El resmetirom, comercializado como Rezdiffra, es el primer medicamento aprobado específicamente para reducir la acumulación de grasa en el hígado en estos pacientes.  Este tratamiento actúa directamente sobre el metabolismo lipídico hepático, ayudando a disminuir la esteatosis que caracteriza a la enfermedad. 

    Sin embargo, su uso está indicado únicamente para pacientes con daño hepático en etapas fibróticas, específicamente aquellos clasificados entre F2 y F3 en la escala de fibrosis.  

    Para finalizar, la doctora Tamayo afirmó que "lamentablemente hay muchas personas que piensan que el hígado graso es algo menor". Con información contundente, advierte sobre las consecuencias de ignorarla: "Nos llegan pacientes que desafortunadamente ya llegaron a estadio de cirrosis, sencillamente porque tuvieron hígado graso por muchos años y no se le prestó la atención que ameritaba". 

    Su recomendación es “Si un paciente tiene la sospecha o si su médico le dice que tiene sospecha de que tiene hígado graso, es importante que ese paciente busque evaluarse más profundamente y busque oportunidades para disminuir esa presencia de grasa en exceso en su hígado”, puntualizó. 



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