Un estudio revela que este riesgo cardiovascular silencioso reduce la esperanza de vida entre 8 y 14 años en personas con diabetes, especialmente en menores de 50 años.

La diabetes no solo implica controlar el azúcar en sangre y mantener una dieta estricta. Detrás de esas rutinas médicas se esconde un riesgo cardiovascular mucho menos visible pero igual de letal: la muerte súbita cardíaca.
Una nueva investigación del Hospital Universitario de Copenhague arroja luz sobre esta amenaza silenciosa y sus cifras son contundentes.
El estudio, publicado en el European Heart Journal, analizó las 54.028 muertes registradas en Dinamarca durante 2010 y encontró 6.862 casos de muerte súbita cardíaca.
Los resultados muestran que este tipo de fallecimiento es 3,7 veces más frecuente en personas con diabetes tipo 1 y 6,5 veces más común en quienes tienen diabetes tipo 2, comparado con la población general.
La diferencia más alarmante se presenta en los adultos jóvenes: las personas menores de 50 años con diabetes enfrentan un riesgo siete veces mayor de sufrir este desenlace inesperado.
La investigación dirigida por el doctor Tobias Skjelbred también cuantificó el impacto en la longevidad. Las personas con diabetes tipo 1 viven en promedio 14,2 años menos, mientras que quienes tienen diabetes tipo 2 pierden 7,9 años de esperanza de vida.
De esos años perdidos, la muerte súbita cardíaca es responsable de 3,4 años en el caso de la diabetes tipo 1 y de 2,7 años en la tipo 2.
Aunque este estudio observacional no puede demostrar causalidad directa, los investigadores señalan varios mecanismos que vinculan ambas condiciones. La complejidad del problema sugiere que probablemente existan múltiples factores actuando simultáneamente, y que estos pueden variar según la edad del paciente.
La diabetes predispone a las personas a desarrollar cardiopatía isquémica, caracterizada por la reducción del flujo sanguíneo al corazón, que constituye uno de los mecanismos fundamentales detrás de estos eventos fatales.
ALa hipoglucemia —episodios de azúcar en sangre peligrosamente baja— puede alterar el ritmo cardíaco de forma impredecible.
La neuropatía autonómica cardíaca, un daño nervioso que afecta la regulación del corazón, interfiere con la capacidad del organismo para controlar la frecuencia cardíaca. Ambas condiciones pueden desencadenar arritmias fatales sin previo aviso.
Los investigadores reconocen una limitación importante: el estudio se basa en datos de 2010, previos a la adopción masiva de nuevos tratamientos como los inhibidores de SGLT2 y los agonistas del receptor de GLP-1, que han demostrado beneficios cardiovasculares.
Para casos de riesgo muy elevado, existe la opción de implantar un desfibrilador cardioversor. Sin embargo, los científicos plantean que el siguiente paso crucial es identificar qué subgrupos de pacientes diabéticos podrían beneficiarse más de estrategias preventivas específicas.
El mensaje final es claro: las personas con diabetes deben trabajar estrechamente con sus médicos no solo para controlar el azúcar en sangre, sino también para vigilar y reducir activamente su riesgo cardiovascular.