La incidencia de la diabetes tipo 1 en hombres y mujeres es similar. Sin embargo, a la hora de controlar la condición, las hormonas juegan un papel clave.
Los días antes de la regla, durante el embarazo o en la menopausia, puede resultar más difícil tener unos niveles idóneos de glucosa porque las hormonas juegan una mala pasada. Por ello, es clave llevar a cabo un control mucho más estricto de la enfermedad.
La incidencia de la diabetes tipo 1 en hombres y mujeres es similar. Sin embargo, a la hora de controlar resulta un poco más complicado en las mujeres y en este caso, como en otros que afectan a la salud femenina, las hormonas son las culpables.
La relación entre glucosa y hormonas
El doctor Serafín Murillo, investigador del CIBERDEM-IDIBAPS en el Hospital Clínic de Barcelona, asegura que en el control de la glucosa influyen mucho los hábitos de vida como lo son el ejercicio y la alimentación, pero también afectan en buena medida otras hormonas que no son la insulina:
“Los estrógenos y la progesterona, las dos hormonas femeninas por excelencia, tienen un efecto contrarregulador del azúcar, es decir, van en contra de la acción de la insulina y como ya sabe, los niveles de ambas van cambiando a lo largo del calcio, lo que obviamente acaba afectando a los niveles de glucosa”, indicó.
¿Cómo afecta el ciclo menstrual?
En el tratamiento de las pacientes con diabetes tipo 1, las dosis de insulina que se administran se ajustan en función de las necesidades de la persona, lo que come y su actividad física.
“Se busca un equilibrio entre todos estos factores”, asegura el doctor Murillo, “pero en las mujeres no es tan fácil conseguirlo porque durante dos o tres semanas las necesidades de insulina no varían, pero hay 3 o 4 días al mes, justo antes de la regla, en que ese equilibrio se rompe porque las hormonas femeninas aumentan, con lo que las mujeres necesitan más insulina esos días”.
Podría pensarse que, por ejemplo, dándole siempre a la paciencia tres dosis más de insulina los días previos a la menstruación bastaría, pero el problema es que el patrón no tiene por qué repetirse cada mes de la misma forma. Hay mujeres cuyas reglas son irregulares o hay meses en que esos picos hormonales duran más o menos días.
Controlar bien la diabetes
Debido al influjo hormonal, obviamente estas mujeres necesitan un ajuste bastante continuo de los niveles de insulina.
¿Cómo conseguirlo?
El doctor Murillo asegura que la medición tradicional pinchando el dedo varias veces al día y analizando la glucosa en esa muestra de sangre es insuficiente. Lo más idóneo es utilizar un medidor o sensor continuo de glucosa para corregir las necesidades del paciente.
Los sensores de última generación tienen el tamaño de una píldora que se implanta bajo la piel y que mide la glucosa intersticial, justo por debajo de la piel, no llega a los capilares. Sobre él se coloca un transmisor con el que se conecta de forma inalámbrica, sin que ambos estén unidos físicamente.
Este transmisor envía los datos a una aplicación instalada en el Smartphone de la paciente de forma que conoce sus niveles de glucosa en tiempo real. El sensor dura 6 meses y se implanta muy sencillamente.
“Es como si viera una película completa” afirma el doctor Murillo, “lo que permite corregir el tratamiento al momento, si los niveles son altos se aumenta la insulina y si son bajos se toman azúcares o hidratos de carbono para compensarlo”.
Más atención en el embarazo
El control de la diabetes tipo 1 es especialmente importante durante el embarazo porque puede afectar al desarrollo del feto. Por eso, en esta etapa la glucosa debe estar vigilada: “lo ideal es que incluso antes de quedar embarazada, la mujer consiga uno valores como si no sufriera diabetes”, asegura el doctor.
Sin embargo, para estas mujeres no resulta fácil, ya que, la resistencia a la insulina aumenta a partir del segundo trimestre. Por este motivo, el uso de los sensores de medición continua es especialmente recomendable.
La menopausia y los cambios hormonales que lleva consigo también hacen que el nivel de glucosa en sangre suba y baje más y que las variaciones sean menos previsibles. Si además, la mujer coge peso, sobre todo a nivel abdominal, la dificultad es mayor.
No hay que olvidar que, además de controlar los niveles de glucosa y administrar insulina, el ejercicio y la dieta son vitales para mantener a raya esta enfermedad en todas las etapas de la vida de la mujer.