La dermatitis atópica es una de las manifestaciones del espectro atópico, que también incluye asma y rinitis alérgica.
En Puerto Rico, alrededor del 10 % de la población padece dermatitis atópica, y su impacto va mucho más allá de la piel: afecta la calidad de vida, el bienestar emocional y la dinámica familiar.
Así lo explicó el Dr. Francisco Colón, dermatólogo pediátrico y director del programa de residencia en dermatología del Recinto de Ciencias Médicas, en el simposio ´Dermatitis Atópica: de la infancia a la adultez, una condición que nos acompaña´, organizado por la Alianza de Apoyo al Paciente con Dermatitis Atópica (AAPDA), y transmitido por las redes sociales de la Revista Medicina y Salud Pública.
"Para entender qué es la dermatitis atópica, hay que descomponer el término", señaló el Dr. Colón. "Dermatitis implica inflamación de la piel, y ´atópica´ alude a una reacción del sistema inmunológico fuera de lo normal, generalmente vinculada a una predisposición genética".
La dermatitis atópica es una de las manifestaciones del espectro atópico, que también incluye asma y rinitis alérgica. Se caracteriza por una inflamación persistente de la piel, enrojecimiento, resequedad, picor intenso y brotes recurrentes que pueden variar en severidad a lo largo del tiempo.
"Es una condición relapsante. Puedes estar bien por semanas, pero cualquier factor puede hacer que recaigas", explicó el especialista.
La mayoría de los casos comienzan en edades tempranas. "Casi la mitad de los pacientes desarrolla síntomas antes de los seis meses, y el 90 % antes del primer año de vida. Solo un 10 % se diagnostica después de los cinco años", detalló.
En bebés, la enfermedad suele manifestarse con áreas rojas y resecas en la cara, brazos y piernas. "Muchas veces los padres notan que los productos de higiene comunes les irritan la piel. El niño puede estar incómodo, inquieto, frotarse contra superficies porque no sabe cómo expresar el picor", explicó.
A medida que el niño crece, las lesiones tienden a localizarse en los pliegues de codos y rodillas, cuello y manos. En adolescentes y adultos, persiste el patrón flexural y puede intensificarse el compromiso en cara y cuello.
Contrario a la creencia popular, la dermatitis atópica no siempre desaparece con la edad. "Muchos pacientes mejoran, pero no todos se ´curan´. En la práctica, vemos adultos que siguen teniendo brotes cuando dejan de usar sus humectantes o se exponen a ciertos irritantes", indicó el Dr. Colón.
Estudios locales muestran que la prevalencia en adultos es similar a la de los niños, lo que sugiere que, aunque algunos pacientes experimentan remisión, la mayoría continúa con una forma leve o latente de la enfermedad.
La severidad no se mide solo por la extensión de las lesiones, sino también por cómo afectan la vida del paciente. "Una dermatitis localizada en manos o pies puede ser considerada severa si impide dormir, escribir o caminar", afirmó el Dr. Colón.
El picor crónico, las interrupciones del sueño, el aislamiento social y la baja autoestima son consecuencias comunes en pacientes con dermatitis no controlada.
"Recibo adolescentes que llegan con chaquetas en pleno verano para ocultar sus lesiones. Esto afecta su salud emocional y puede derivar en ansiedad o depresión", añadió.
El principal factor de riesgo es la predisposición genética. "Siete de cada diez pacientes tienen un historial familiar de asma, rinitis alérgica o dermatitis atópica", explicó.
Los desencadenantes más comunes son alérgenos ambientales como ácaros, polen, hongos, polvo y pelo de animales. También influyen el uso de productos irritantes, el estrés, la sudoración excesiva y, en algunos casos, ciertos alimentos.
"La leche de vaca y el huevo son los alimentos que más se han relacionado con exacerbaciones en niños, pero solo el 30 % de los pacientes con dermatitis atópica tiene reacciones alimentarias", aclaró.
En los últimos ocho años, los avances científicos han transformado el abordaje de esta enfermedad. "Antes solo teníamos esteroides tópicos y humectantes. Hoy contamos con medicamentos biológicos y terapias orales dirigidas que son seguras y efectivas", señaló el dermatólogo.
El primer biológico aprobado para dermatitis atópica —dupilumab— abrió las puertas en 2017 a una nueva era de tratamientos. "Ya hay medicamentos autorizados desde los seis meses de edad, y hay otros en fase 3 que pronto estarán disponibles. Nadie debería sufrir por esta condición si está bien evaluado y tratado", afirmó con convicción.
Uno de los mayores retos, especialmente en la adolescencia, es lograr la adherencia al tratamiento. "Muchos pacientes no se aplican las cremas por pereza o incomodidad. Por eso, parte de nuestra labor es educar, involucrar a la familia y diseñar rutinas personalizadas que puedan sostenerse en el tiempo", subrayó el Dr. Colón.
La educación también incluye saber identificar y evitar desencadenantes, desde fragancias y productos cosméticos hasta alergenos ambientales.
"No se trata solo de recetar una crema, sino de enseñar a vivir con una condición crónica y controlarla con las herramientas adecuadas".
"La dermatitis atópica no es solo ´piel reseca´. Es una condición inflamatoria compleja que puede tener un gran impacto emocional y social si no se atiende adecuadamente", concluyó el Dr. Francisco Colón.
"Hoy tenemos los conocimientos y tratamientos para devolverle al paciente su calidad de vida. Pero para lograrlo, necesitamos que los pacientes y sus familias se conviertan en aliados activos del proceso".