Meses después, desarrolló síntomas gastrointestinales y adenopatías torácicas que inicialmente hicieron sospechar una progresión metastásica, pero las biopsias revelaron granulomas no caseificantes sin células tumorales.

Mujer de 49 años que acudió a evaluación por una masa palpable en la mama derecha. Los estudios de imagen, que incluyeron mamografía y ultrasonido, confirmaron la presencia de una lesión de 4.2 centímetros.
La biopsia subsiguiente reveló un carcinoma ductal infiltrante grado 3, con una expresión muy baja de receptores de estrógeno y negativo para receptores de progesterona y la proteína HER2, clasificándose así como un cáncer de mama triple negativo.
El índice de proliferación celular Ki-67 era elevado, en un 76%. Tras completar los estudios de estadificación, que incluyeron tomografías y una gammagrafía ósea, se estableció el diagnóstico de un cáncer en estadio clínico IIIA, sin evidencia de metástasis a distancia más allá de un ganglio linfático axilar aumentado de tamaño.
Debido a las características agresivas del tumor, se inició un régimen de quimioinmunoterapia neoadyuvante. Este protocolo incorporó el medicamento inmunoterápico Pembrolizumab junto con quimioterapia estándar.
La respuesta al tratamiento oncológico fue inicialmente positiva, hasta el punto de lograr una respuesta patológica completa en la cirugía.
Sin embargo, el curso clínico se complicó varios meses después de iniciada la terapia, cuando la paciente comenzó a sufrir episodios persistentes y fluctuantes de náuseas, vómitos y una marcada intolerancia a la vía oral, síntomas que no cedieron a pesar de los ajustes en la quimioterapia y que eventualmente requirieron hospitalización.
Ante la persistencia de los severos síntomas gastrointestinales, que condujeron a un estado de deshidratación y desnutrición que requirió soporte nutricional parenteral, se amplió la investigación.
Mientras una tomografía abdominal resultaba normal, un estudio de imágenes del tórax arrojó un hallazgo crítico e inesperado: la presencia de múltiples ganglios linfáticos significativamente agrandados en el mediastino y las regiones hiliares pulmonares.
Este descubrimiento generó inicialmente una alta sospecha de progresión metastásica de la enfermedad oncológica.
Para determinar la naturaleza de estas nuevas adenopatías, se llevó a cabo una evaluación diagnóstica exhaustiva y multidisciplinaria. Se realizó una endoscopia digestiva alta, cuyas biopsias mostraron la presencia de granulomas no caseificantes en el estómago.
De forma paralela, se practicó una broncoscopia con biopsia de los ganglios anormales mediante ecografía endobronquial (EBUS-TBNA). El análisis histopatológico de estas muestras confirmó un hallazgo similar: tejido linfático benigno con granulomas no caseificantes, sin ninguna evidencia de células cancerosas.
Todos los estudios microbiológicos especiales para descartar infecciones como tuberculosis u hongos resultaron negativos, al igual que los análisis sanguíneos para enfermedades autoinmunes o sarcoidosis clásica.
Integrando toda la información, la clara relación temporal con la administración de Pembrolizumab, la ausencia de infección o enfermedad autoinmune sistémica, y los hallazgos histológicos consistentes, se llegó a un diagnóstico definitivo.
Los autores (Majd Enayah y Tameem Al-Aqtash) concluyeron que la paciente presentaba una reacción sarcoide multiorgánica inducida por el inhibidor del punto de control inmunológico PD-1.
Esta condición, un efecto adverso reconocido de la inmunoterapia, se manifestaba con afectación ganglionar torácica y gastritis granulomatosa, explicando así su compleja sintomatología.
Con este diagnóstico, se tomó la decisión de suspender permanentemente el Pembrolizumab y se inició tratamiento con corticosteroides. La paciente recibió inicialmente esteroides intravenosos, transitando luego a un esquema oral de prednisona que fue reduciéndose de manera gradual a lo largo de varias semanas. La respuesta al cambio terapéutico fue notable y favorable.
Los debilitantes síntomas gastrointestinales se resolvieron por completo y, en un seguimiento imagenológico posterior, se documentó una mejoría muy significativa en el tamaño de los ganglios linfáticos mediastínicos e hiliares, confirmando la naturaleza inflamatoria y no maligna del proceso.