Perforación hipofaríngea simuló lesión menor: disfagia progresiva reveló ruptura de 2.5 cm

El paciente sufrió una ruptura hipofaríngea tras un accidente de tránsito inicialmente subestimado, requiriendo reevaluación, estudios avanzados y manejo multidisciplinario conservador.

Laura Guio

    Perforación hipofaríngea simuló lesión menor: disfagia progresiva reveló ruptura de 2.5 cm

    Paciente masculino de 64 años sin antecedentes médicos relevantes sufrió ruptura hipofaríngea tras colisión vehicular, presentando inicialmente laceración palpebral izquierda, dolor en pierna y tobillo derechos, además de cervicalgia leve. 

    Durante su primera evaluación en emergencias por médico general, fue dado de alta tras curación de heridas y valoración básica. Sin embargo, ocho horas después regresó con síntomas progresivos de dolor cervical anterior, dificultad para deglutir alimentos y líquidos, además de dolor al tragar.

    Evaluación y hallazgos diagnósticos

    En la reevaluación por el especialista en medicina de emergencia, el paciente mostró desaturación de oxígeno al 91% y taquipnea de 24 respiraciones por minuto, requiriendo oxigenoterapia. 

    El examen físico reveló edema cervical leve y disfonía, sin enfisema subcutáneo palpable. La correlación entre el mecanismo del trauma y la sintomatología llevó a sospechar una lesión del tracto aerodigestivo superior.

    Los estudios de imagen fueron fundamentales para el diagnóstico. La tomografía computarizada de columna cervical mostró cambios degenerativos sin fracturas, mientras que la esofagografía con contraste de gastrografina demostró irregularidades en la pared esofágica proximal con extravasación del medio de contraste hacia el espacio extraluminal. 

    Se identificaron densidades de gas en los espacios retrofaríngeo y paravertebral, confirmando la perforación esofágica. La laringoscopia directa bajo anestesia general permitió visualizar una ruptura de 2.5 cm en la pared posterior de la hipofaringe.

    Manejo terapéutico y evolución

    Se implementó un abordaje conservador multidisciplinario que incluyó ayuno absoluto, antibióticos intravenosos de amplio espectro (clindamicina, ceftriaxona y metronidazol), protección gástrica con pantoprazol y colocación de sonda nasogástrica bajo visión laringoscópica. 

    La nutrición enteral se inició con 50 ml cada tres horas, incrementándose progresivamente hasta 150 ml según tolerancia. El paciente fue hospitalizado durante cinco días y mantenido con alimentación por sonda durante 15 días.

    En las evaluaciones de seguimiento a los 15 días y al mes, el paciente se encontraba asintomático, con adecuada tolerancia a la vía oral y sin signos de complicaciones. 

    La sonda nasogástrica fue retirada en la primera visita de control, evidenciando la curación completa de la lesión sin necesidad de intervención quirúrgica.

    Reflexión clínica

    Este caso de acuerdo con Kiana Babaei, et al.,  ilustra la importancia del reconocimiento temprano de lesiones potencialmente mortales del tracto aerodigestivo superior tras trauma cervical contuso. La ruptura hipofaríngea representa menos del 2% de las perforaciones del tracto aerodigestivo superior y frecuentemente se presenta con síntomas inespecíficos que pueden ser subestimados en la evaluación inicial. 

    La dehiscencia de Killian, una zona de debilidad anatómica entre la hipofaringe y el esófago, constituye el sitio más vulnerable a la ruptura por fuerzas compresivas indirectas.

    El alta prematura durante la primera consulta resalta la necesidad de mantener un alto índice de sospecha ante cualquier trauma cervical, especialmente cuando existe un mecanismo lesional significativo. 

    La obtención de una historia detallada del accidente, el reconocimiento de síntomas centinela como la odinofagia y disfagia, y la realización de estudios de imagen apropiados son fundamentales para el diagnóstico oportuno. 

    El manejo exitoso mediante tratamiento conservador en este paciente con lesión de 2.5 cm demuestra que la decisión terapéutica debe individualizarse según la estabilidad hemodinámica, el tamaño y ubicación de la lesión, y la respuesta clínica inicial, más allá de protocolos rígidos basados únicamente en las dimensiones de la perforación.


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