Mayra Ramírez fue la primera persona hasta ahora en ser sometida a un trasplante doble de pulmón en Estados Unidos tras infectarse del nuevo coronavirus.
Mayra Ramírez fue la primera persona hasta ahora en ser sometida a un trasplante doble de pulmón en Estados Unidos tras infectarse del nuevo coronavirus. Estuvo durante 40 días conectada a un respirador, esto sucedió en el hospital de Chicago, ella ingresó en abril del presente año con los síntomas de COVID-19, al agravarse los doctores decidieron ponerla en estado de coma inducido y cuando despertó algo asustada pudo saber que era lo que había sucedido pues las cicatrices que tenía por la operación le podrían indicar qué era lo que había pasado.
“No fue hasta semanas después de que desperté que me di cuenta de que me habían hecho un transplante de pulmones, el 5 de junio y de que era el primer cosa en Estados Unidos que lo recibía como un paciente de coronavirus” contó Mayra Ramírez.
Desde el ingreso de Mayra paciente de 28 años que no tenía ninguna enfermedad conocida que pudiera agravar su estado de salud, los médicos que la atendieron fueron testigos de cómo se deterioraba su estado de salud progresivamente.
La joven había llegado al hospital con falta de aire, pero unas semanas después sus pulmones ya estaban como “un queso gruyer”. A inicios de junio, llamaron a la familia en Carolina del Norte para que se despidiera de ella: no le daban dos días de vida.
Pero casi a último minuto los médicos decidieron probar una técnica que hasta donde se conoce, no se había practicado antes con un paciente de coronavirus en los Estados Unidos.
“Mayra, más allá de la enfermedad, estaba saludable y también es joven, por lo que si éramos capaces de arreglar sus pulmones, todo lo demás debería estar bien” dice el cirujano Ankit Bharat, uno de los responsables del trasplante.
Dos días después iniciaron el procedimiento, sin tener ninguna esperanza o certeza de cuáles serían los resultados.
Mayra, que es originaria de Carolina del Norte, se mudó en 2014 a Chicago, donde comenzó a trabajar como asistente legal. Mantenía una vida saludable, le gustaba correr, viajar y en su tiempo libre solía visitar a sus amigos, familia o jugar con sus perros.
Cuando la pandemia comenzó a golpear el estado de Illinois, el temor de enfermarse la llevó a forzar las precauciones, comenzó a trabajar de forma remota y asegura que apenas salía de casa.
Pero en abril comenzó a sentirse inusualmente mal y algunos síntomas recurrentes se mostraron como un mal augurio.
“Es la cosa más difícil por la que he pasado en mi vida. Estaba trabajando desde casa cuando empecé a perder el olfato y el sabor. Estaba muy cansada, me faltaba el aire y no podía caminar grandes distancias” recuerda.
Contactó con la línea nacional de COVID-19 para seguir sus consejos. Le recomendaron que se aísla en casa y vigilará sus síntomas, pero cada día se sentía peor.
“El 26 de abril ya no pude soportar más y fui a emergencias. Tomaron mis signos vitales y mi oxígeno en sangre estaba muy bajo. A los 10 minutos ya me estaban pidiendo que designara a alguien para que pudiera tomar decisiones médicas por mi”, este fue su último recuerdo por más de un mes.
La joven fue sedada y conectada casi inmediatamente a un respirador y a una máquina ECMO que es oxigenada por membrana extracorpórea, un dispositivo que brinda soporte cardíaco y respiratorio.
“Estuve durante seis semanas en el respirador” dice. De todo ese tiempo solo recuerda unos malos sueños que todavía la atormentan.
“Durante esas semanas tuve pesadillas que todavía me afectan hoy, mientras todavía sigo tratando de recuperar algunas capacidades mentales y cognitivas” asegura.
Pero luego de un mes y medio en un respirado Mayra no mostraba mejoría y sus pulmones ya mostraban daños irreversibles.
“Entonces fue cuando le dijeron a mis padres que yo tenía un daño pulmonar agudo y les pidieron que vinieran al hospital a decir adiós porque yo no pasaría de la noche”.
El equipo médico del Chicago 's Northwestern Memorial Hospital, sin embargo, decidió tomar una decisión arriesgada, completaron una evaluación urgente, la consultaron con la familia y como último recurso decidieron someterla a un trasplante doble de pulmón.
Era un procedimiento que se había probado antes en países como Austria y China para pacientes de coronavirus, pero no existía referencia hasta ese momento de otro caso similar en Estados Unidos.
“Inmediatamente después del trasplante su corazón comenzó a bombear sangre de forma correcta a todo los demás órganos”, afirma el doctor Bharat.
“Cuatro semanas después estaba fuera del hospital. Ahora está en casa, hablando bien con niveles de oxígeno adecuado” agrega.
Según un comunicado del hospital, el caso de Ramíres y de otro hombre sometido poco tiempo después a una intervención similar muestra que los trasplantes dobles de pulmón pueden ser también una opción para casos críticos de coronavirus.
Para Ramírez, tras la operación, no solo comenzó el largo proceso de la recuperación en el que ha tenido que aprender a respirar e incluso a caminar de nuevo.
También, dice, ha tenido que lidiar con las profundas cicatrices emocionales y psicológicas que los últimos meses han dejado en su vida.
“Ahora me siento mucho mejor que cuando me desperté tras el trasplante. Estuve durante tres semanas en un proceso de rehabilitación que me han ayudado drásticamente a mejorar mis habilidades físicas, pero todavía estoy tratando de luchar con esto desde un punto de mi vida mental, es un proceso lento, pero estoy mucho mejor”