El estudio, basado en más de 360.000 chequeos médicos, confirmó que cuanto menos alcohol se consume, menor es la presión arterial, tanto en hombres como en mujeres, sin importar el tipo de bebida.

Beber alcohol, incluso en cantidades moderadas, puede hacer que la presión arterial aumente. Esta es la principal conclusión de una investigación publicada el 22 de octubre en el Journal of the American College of Cardiology, que analizó datos de miles de pacientes y observó que quienes dejaron de tomar experimentaron mejoras significativas, lo que podría reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Los resultados desafían la creencia extendida de que un consumo ocasional o bajo de alcohol no afecta de manera relevante la salud cardiovascular. El estudio demostró que cualquier reducción en la ingesta de alcohol, incluso en quienes bebían poco, se asocia con descensos en los niveles de presión arterial.
El doctor Takahiro Suzuki, cardiólogo del Hospital Internacional St. Luke´s en Tokio e investigador principal del estudio, expresó: "Nuestro estudio muestra que cuando se trata de presión arterial, cuanto menos beba, mejor. Cuanto más alcohol bebe, más alta es su presión arterial".
Y añadió: "Esto significa que dejar de beber, incluso a niveles bajos, podría traer beneficios reales para la salud del corazón tanto para mujeres como para hombres".
Para llegar a estas conclusiones, el equipo analizó los registros de casi 360.000 chequeos médicos anuales realizados en St. Luke´s entre 2012 y 2024. Como parte de esos controles, los pacientes informaban sobre su consumo de alcohol. Los investigadores dividieron a aproximadamente 59.000 participantes en dos grupos: quienes bebían en el momento de su primer chequeo y quienes no lo hacían.
Esta división permitió evaluar los efectos de abandonar el alcohol entre los bebedores, y de comenzar a beber entre quienes antes se abstenían.
"Nuestro estudio se propuso determinar si dejar de consumir alcohol se asocia con una mejora en los niveles de presión arterial (PA) entre los bebedores habituales y si comenzar a consumir alcohol afecta la PA entre los bebedores no habituales", explicó Suzuki. Los hallazgos fueron: la presión arterial disminuyó a medida que los bebedores redujeron su consumo.
Las mujeres que dejaron de tomar una o dos bebidas al día experimentaron una reducción de casi 0.8 mmHG en la presión arterial sistólica y de 1.1 mmHG en la diastólica.
La presión sistólica, el número superior en una lectura, refleja la presión en los vasos sanguíneos durante un latido cardíaco, mientras que la diastólica indica la presión entre latidos.
En los hombres que dejaron de beber, la reducción fue aún mayor: 1 mmHG en la sistólica y 1.6 en la diastólica. Por el contrario, quienes comenzaron a beber mostraron un aumento en sus cifras de presión arterial, con tendencias similares en ambos sexos.
El estudio también reveló que los aumentos en la presión arterial no variaron según el tipo de bebida alcohólica consumida, ya fuera cerveza, vino o licor. Lo determinante fue la cantidad de alcohol ingerida, no su procedencia.
El doctor Harlan Krumholz, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, quien no participó en la investigación, destacó la relevancia de estos hallazgos: "Estos hallazgos sugieren que dejar de beber alcohol, incluso a partir de niveles bajos, podría prevenir o tratar la hipertensión".
Y añadió: "Esto es especialmente importante porque se han reducido los objetivos de tratamiento para la PA".
La investigación tiene bastante evidencia sobre los beneficios de reducir o eliminar el consumo de alcohol, incluso en niveles considerados socialmente como moderados o bajos.
Con la hipertensión arterial como uno de los principales factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares a nivel global, estos resultados ofrecen una estrategia clara y accesible para mejorar la salud pública.