Videolaringoscopio anatómico mejoraría la seguridad y precisión en procedimientos de intubación

Desarrollado en Colombia, el dispositivo fue diseñado para facilitar el acceso a la vía aérea, reducir riesgos durante la intubación y ser reutilizable en contextos clínicos de alta exigencia.

Katherine Ardila

    Videolaringoscopio anatómico mejoraría la seguridad y precisión en procedimientos de intubación

    Un desarrollo colombiano busca transformar uno de los procedimientos más críticos en la medicina de emergencia y anestesia: la intubación. La necesidad de hacer este proceso más rápido, seguro y accesible impulsó la creación de un innovador videolaringoscopio, recientemente patentado en el país gracias a una colaboración entre el Hospital Pablo Tobón Uribe y las universidades CES y EAFIT.

    Para conocer más sobre esta tecnología, su impacto clínico y el trabajo interdisciplinario que la hizo posible, Cristian Díaz, profesor titular de la Universidad EAFIT e integrante del equipo desarrollador explicó detalles del dispositivo a la Revista Medicina y Salud Pública.

    Sobre el funcionamiento del videolaringoscopio, detalló que se trata de un instrumento diseñado para facilitar el paso del tubo endotraqueal hacia la tráquea, especialmente en contextos clínicos donde el paciente no puede respirar por sí mismo.

    "Básicamente, lo que se hace es introducir un tubo que se conecta a un dispositivo externo, y este es el que le va a proporcionar oxígeno al paciente, porque, por la condición en la que está en ese momento, no puede respirar por sí solo", explicó.

    Un diseño adaptado para situaciones críticas

    Gracias a su sistema de videovisualización, el videolaringoscopio permite observar con claridad las cuerdas vocales, lo que incrementa la precisión y la seguridad del procedimiento. Aunque su uso es habitual entre anestesiólogos en entornos quirúrgicos, su diseño también contempla escenarios extrahospitalarios, ampliando así su alcance a otras especialidades médicas que atienden situaciones críticas.

    Además de su aplicabilidad, el equipo desarrollador buscó mejorar la eficacia en comparación con la técnica convencional. Aunque el laringoscopio tradicional también permite guiar el tubo hacia la tráquea, su uso depende únicamente de la visión directa del profesional, lo que puede dificultar el procedimiento en situaciones complejas.

    El videolaringoscopio, en cambio, incorpora una cámara que proyecta la imagen en tiempo real, brindando una visión clara de las cuerdas vocales y otras estructuras anatómicas clave.

    "Eso permite al profesional de la salud saber con certeza que el tubo está yendo por el tracto correcto y no, por ejemplo, hacia el esófago, lo que podría generar complicaciones. También disminuye el riesgo de lastimar estructuras sensibles durante la intubación, algo que puede ocurrir cuando no se tiene visibilidad directa", señaló.

    Este diseño no solo mejora la precisión, sino que reduce el riesgo de lesiones durante la intubación. Su forma anatómica fue pensada para facilitar la maniobra en condiciones adversas, recordando que se trata de un procedimiento crítico, tanto en contextos quirúrgicos como de urgencia, donde una falla o una demora pueden comprometer la vida del paciente.

    Limitaciones del método tradicional

    Una de las principales limitaciones del laringoscopio tradicional es la ausencia de una cámara integrada, lo que obliga al profesional a depender de la visión directa para acceder a la vía aérea del paciente. Esta característica no solo exige una cercanía física considerable durante el procedimiento, sino que representa un riesgo adicional en contextos como el de la pandemia por COVID-19, donde el contacto cercano con la vía aérea aumentaba significativamente el riesgo de contagio.

    A esto se suma un segundo obstáculo: la necesidad de alinear manualmente los ejes anatómicos del paciente para lograr una visualización efectiva.

    "Para poder ver la vía aérea sin una cámara, y con la forma tradicional del laringoscopio, que no es anatómica, muchas veces hay que mover el cuello del paciente. Pero en casos de trauma cervical o mandibular, eso no siempre es posible, y hace que el procedimiento se vuelva muy complejo", explicó Díaz.

    Menor curva de aprendizaje y mayor seguridad

    Por otro lado, la intubación requiere una curva de aprendizaje exigente. En pacientes con condiciones clínicas críticas, una intubación tardía o mal ejecutada puede derivar en hipoxia prolongada, con consecuencias sistémicas y neurológicas graves. En esos casos, cada segundo cuenta para garantizar la oxigenación y preservar la función vital.

    Además de sus ventajas clínicas, el videolaringoscopio se ha convertido en una herramienta pedagógica valiosa. Al incorporar una cámara que permite registrar en tiempo real el procedimiento de intubación, su uso se ha extendido también al ámbito formativo en hospitales y universidades. Esta función no solo enriquece la enseñanza práctica, sino que mejora la retroalimentación entre docentes y estudiantes.

    "Cuando se usa una cámara, una de las ventajas es que estás teniendo un registro del proceso de intubación. Entonces también lo puedes usar como una herramienta de aprendizaje. Por ejemplo, nosotros acá lo hemos usado para transmitir el procedimiento a los estudiantes, de modo que puedan observar no solo los movimientos del profesional sino también el trayecto del dispositivo por la vía aérea y cómo se visualizan las estructuras internas", indicó Díaz.

    Ergonomía y practicidad en entornos exigentes

    Además, la ergonomía del dispositivo permite proyectar el procedimiento en una pantalla externa, lo que disminuye la necesidad de mantener la mirada fija dentro de la cavidad oral del paciente. Esto favorece la postura del profesional y reduce el agotamiento físico durante intervenciones prolongadas o en escenarios de alta complejidad.

    En cuanto al diseño, la forma curva y la válvula angulada fueron pensadas para facilitar la visualización de las cuerdas vocales y de la epiglotis, dos referencias anatómicas clave para lograr una intubación segura.

    "La forma anatómica evita que uno tenga que mover el cuello del paciente hacia atrás, como se hace con el laringoscopio tradicional. Simplemente se introduce el videolaringoscopio sin hacer maniobras adicionales, y eso facilita mucho el procedimiento, sobre todo en pacientes con vía aérea difícil, con tumores o con traumas en el cuello", explicó.

    Además, su facilidad de uso representa una ventaja para profesionales con poca experiencia en intubaciones o que no practican el procedimiento de forma frecuente. Al reducir la complejidad técnica, también acorta la curva de aprendizaje, permitiendo una respuesta más rápida en situaciones donde cada segundo es determinante para mantener la oxigenación del paciente.

    Versatilidad según el contexto clínico

    El uso del videolaringoscopio adquiere un valor diferente según el contexto clínico. Mientras en quirófano el personal médico está altamente entrenado en técnicas de intubación, en otros escenarios hospitalarios su aplicación puede marcar una diferencia clave, sobre todo en pacientes con alteraciones anatómicas o traumas que dificultan el acceso a la vía aérea.

    "Hay contextos donde los profesionales de la salud hacen muchas intubaciones, como los anestesiólogos en quirófano. Entonces, aunque ellos dominan la técnica, el videolaringoscopio es especialmente útil cuando el paciente tiene un tumor, un trauma mandibular o cervical, o cualquier condición que impida mover el cuello sin riesgo. En esos casos, el dispositivo ayuda mucho", explicó Díaz.

    En entornos como los servicios de urgencias, donde los procedimientos de intubación no se realizan con la misma frecuencia, este instrumento permite que profesionales con menor experiencia puedan ejecutar la maniobra de forma segura. Incluso en pacientes sin vía aérea difícil, el diseño anatómico y la visualización asistida por cámara reducen la complejidad técnica y acortan el tiempo de respuesta.

    Compatible con múltiples dispositivos

    Uno de los elementos diferenciales de este videolaringoscopio es su compatibilidad con múltiples dispositivos electrónicos. A diferencia de modelos comerciales que requieren pantallas específicas, este diseño permite conectarlo a celulares, tabletas y computadores, lo que amplía su aplicabilidad en distintos contextos clínicos, incluso aquellos con recursos limitados.

    El investigador explicó que esta característica fue posible gracias a la metodología Biodesign, desarrollada en la Universidad de Stanford.

    "Es una metodología para diseñar dispositivos médicos que contempla no solo la función clínica, sino también la portabilidad, la compatibilidad tecnológica y los aspectos regulatorios", señaló Díaz.

    Portabilidad y validación internacional

    Además, la validación del prototipo consideró desde etapas tempranas los lineamientos regulatorios de entidades como el INVIMA, la Comunidad Europea y la FDA, lo que favoreció un diseño versátil y adaptable a distintos sistemas de salud.

    Esterilizable y reutilizable: clave para sistemas con recursos limitados

    Otro elemento esencial fue la posibilidad de esterilizar y reutilizar el dispositivo sin comprometer su funcionalidad.

    "Muchos videolaringoscopios no están diseñados para ser esterilizados varias veces. Nosotros logramos que este modelo se mantuviera funcional tras varios ciclos, lo que lo hace viable para nuestros sistemas de salud", destacó.

    Evaluación técnica y estudios clínicos en marcha

    En el proceso de validación, el equipo tuvo en cuenta los requisitos técnicos y normativos que varían según el tipo de dispositivo médico. Factores como el tiempo de exposición al paciente, el grado de esterilidad de las zonas anatómicas involucradas y el riesgo asociado a su uso determinaron el enfoque de los estudios previos a su implementación.

    "Dependiendo de la tipología del dispositivo, se evalúan cosas como los materiales, la citotoxicidad, la capacidad de esterilización y el contacto con zonas críticas del cuerpo. En este caso, el laringoscopio no implicaba contacto prolongado ni con zonas de alta esterilidad, pero sí requería validaciones específicas", explicó Díaz.

    La evaluación técnica incluyó tanto pruebas de diseño como ensayos funcionales. Inicialmente se utilizaron simulaciones virtuales y luego modelos físicos como maniquíes de silicona que replicaban la anatomía de la vía aérea. Posteriormente, el dispositivo fue probado en cadáveres, lo que permitió recoger información útil para afinar el diseño.

    Más adelante, durante la pandemia, se realizó un estudio clínico en pacientes, dado que el dispositivo fue catalogado como insumo vital, lo cual agilizó su registro sanitario. A partir de esa experiencia, se recolectaron datos clínicos reales para continuar ajustando el prototipo.

    "Durante la pandemia el dispositivo fue considerado insumo vital, lo que permitió usarlo directamente en pacientes. A través de esos casos reales recogimos información muy valiosa para seguir mejorando el diseño. Ahora lo que sigue es avanzar hacia un estudio clínico más robusto, donde podamos corroborar formalmente la seguridad y la eficacia del dispositivo médico", indicó.

    Realidad virtual, inteligencia artificial y nuevas versiones

    Pensando en futuras aplicaciones, el equipo también explora otros desarrollos tecnológicos derivados. En el campo de la educación médica, ya se han integrado versiones del dispositivo a simuladores físicos y entornos de realidad virtual para entrenamiento.

    También se están haciendo pruebas con inteligencia artificial, que permitirían crear sistemas de recomendación clínica a partir de las imágenes captadas durante la intubación. A esto se suma una línea de trabajo centrada en el diseño de una versión pediátrica del videolaringoscopio, actualmente en desarrollo.



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