La legionelosis o enfermedad del legionario es una forma grave y potencialmente mortal de neumonía causada principalmente por la bacteria Legionella pneumophila.
Esta neumonía atípica se ha asociado con complejos factores ambientales y con sistemas de agua artificiales que sirven de reservorio para el patógeno y afecta sobre todo a adultos mayores e individuos con sistemas inmunitarios debilitados. Asimismo, los desafíos que plantea esta enfermedad abarcan tanto el manejo clínico como las medidas de control ambiental.[1]
Históricamente la enfermedad del legionario cobró gran notoriedad tras un gran brote en 1976 que puso de relieve las complejidades de la transmisión por vía aérea a partir de fuentes de agua contaminada; las investigaciones actuales siguen construyendo sobre aquella experiencia inicial. A pesar de los importantes avances en diagnóstico y tratamiento los brotes continúan ocurriendo, constituyendo una "ola global". Por ejemplo, el reciente brote en Harlem (25 de agosto) ha afectado aproximadamente a 70 personas y causado tres decesos, lo que exige continua vigilancia en salud pública y perfeccionamiento de las normas regulatorias.[2,3]
La transmisión de la enfermedad del legionario se produce fundamentalmente por inhalación de gotitas de agua aerosolizada que contienen la bacteria Legionella, más que por contacto directo de persona a persona. Las fuentes de contaminación son muy variadas; los sistemas de agua artificial—como torres de refrigeración, spas o complejas redes de plomería—se implican con frecuencia.[4]
Clínicamente la enfermedad del legionario suele presentarse como neumonía grave con fiebre alta, tos y disnea, aunque el conjunto de síntomas puede variar entre pacientes. Muchos presentan inicialmente síntomas inespecíficos como malestar general y mialgias, lo cual puede retrasar el diagnóstico y el inicio del tratamiento antimicrobiano adecuado. Además de las manifestaciones respiratorias, algunos enfermos pueden experimentar síntomas gastrointestinales (diarrea, dolor abdominal), lo que complica aún más el cuadro clínico.[5] ¿Cuánto conoce sobre la enfermedad del legionario? Evalúe sus conocimientos con nuestro Mini-examen clínico.