La soledad, un problema de salud pública que incrementa el riesgo de padecer enfermedades

Expertos consideran que el aislamiento no deseado es una ‘epidemia’ que provoca enfermedades cardiovasculares y mentales.

Luisa Ochoa

    La soledad, un problema de salud pública que incrementa el riesgo de padecer enfermedades

    Diferentes autoridades en salud y expertos en neurología afirman que la falta de compañía perjudica la salud, inclusive, la soledad no deseada puede compararse con el tabaquismo, la obesidad o la contaminación, ya que se considera un factor de riesgo de mortalidad.

    Al respecto, el Dr. Facundo Manes, neurocientífico argentino, define la soledad como “una alarma biológica que nos recuerda que somos seres sociales”. 

    Estudios evidencian consecuencias de la soledad en la salud

    La comunidad científica ha comprobado que la soledad y el aislamiento social aumentan alrededor de un 30 % el riesgo de mortalidad, otras enfermedades cardiovasculares, ictus, demencia y problemas de salud mental como la depresión. 

    La prueba de ello es un estudio recientemente publicado en la revista Jama Surgery que alertaba, incluso, que la soledad influía de forma negativa en la evolución postoperatoria de los adultos mayores.

    Por otro lado, un documento de 2021 de la Organización Mundial de la Salud aseguraba que entre el 20 % y el 34 % de las personas mayores en China, Europa, América Latina y los Estados Unidos se sienten solos. 

    En ese sentido, una investigación publicada en noviembre constataba, tras estudiar a más de 4.000 adultos mayores, que entre los pacientes sometidos a cirugías urgentes, la soledad se asoció con mayores probabilidades de muerte a los 30 días. “Los resultados sugieren que la soledad puede ser un determinante social en el postoperatorio”, señalaron los investigadores.

    La falta de compañía mata y enferma. Una revisión científica de 2015 calculaba que tanto la soledad, como el aislamiento social y vivir solo, elevaban el riesgo de muerte un 26 %, un 29 % y un 30 %, respectivamente. “La soledad mata como las enfermedades. Y produce más dolencias, como si fuera una cascada”, apuntó Esther Roquer, presidenta de la Sociedad de Geriatría de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña.

    La soledad afecta en mayor medida a los adultos mayores

    Cabe mencionar que en las personas mayores, la soledad empieza, por ejemplo, con una caída, una jubilación o al enviudar. Para Roquer, la fragilidad marca el punto de inflexión hacia la soledad no deseada y ese aumento del aislamiento social lleva a una disminución de capacidades para realizar actividades comunes.

    Las relaciones sociales deficientes se han asociado también con un aumento del riesgo de del 30 % de sufrir problemas cardiovasculares graves o ictus. Una revisión de estudios publicada en la revista Public Health apunó que los adultos con aislamiento social tienen de 2 a 3 veces más riesgo de morir tras un infarto de miocardio, mientras que las personas con relaciones sociales más sólidas tienen un 50 % más de posibilidades de sobrevivir.

    Importancia de que los médicos tengan en cuenta la soledad como un factor de riesgo cardiovascular

    Sobre ello, María Rosa Fernández, presidenta de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiorrespiratoria de la Sociedad Española de Cardiología, explicó que tan conscientes son las personas y profesionales médicos del impacto de la soledad en la salud cardiovascular.

    “Es fundamental. Un paciente que ya ha sufrido un evento de este tipo y vive solo, tiene más probabilidad de volver a sufrir problemas de este tipo. Una persona con falta de apoyo familiar también tiene más riesgo de desarrollar una insuficiencia cardíaca”, mencionó.

    En cuanto a la salud mental, la soledad está vinculada con malos hábitos de vida, como un mayor consumo de tabaco o alcohol en exceso, y estos comportamientos dañinos se exacerban, a su vez, si se está menos expuesto a conductas saludables o consejos de salud como resultado de menos contactos sociales.

    La soledad: un círculo vicioso para las enfermedades

    La explicación de cómo la soledad media en la enfermedad aún no está clara, admiten los expertos. Pero algunos especialistas dibujan una especie de círculo vicioso que se retroalimenta. 

    Una de las hipótesis es que la soledad desencadena una respuesta neuroendocrina: “Aquellos que se sienten solos o se considera que están socialmente aislados pueden mostrar una activación elevada del eje hipotalámico-pituitario-adrenal, una mayor respuesta al estrés crónico, presión arterial elevada y niveles altos de cortisol en sangre”, señala un estudio reciente británico.

    Tiene sentido, apunta Fernández: “el eje hipotalámico-pituitario-adrenal es que se pone en marcha ante situaciones de estrés y la soledad provoca lo que provoca el estrés”. 

    La cardióloga, con todo, hace hincapié también en la influencia de los estilos de vida: “Todos los factores sociales y psicosociales tienen un impacto en la salud cardiovascular. No se sabe la causa exacta, pero los estilos de vida no son iguales”.

    Desde la perspectiva psicológica, los investigadores británicos también inciden en que la soledad se asocia con tasas más altas de depresión y suicidio, así como de conductas y hábitos interrelacionados que abocan a una peor salud cardiovascular.

    “Tanto las personas solas como las socialmente aisladas son más propensas a fumar, beber alcohol y tomar malas decisiones dietéticas. Es menos probable que salgan de sus hogares con regularidad para hacer ejercicio y tienen poca adherencia a la medicación prescrita”, mencionaron los investigadores.

    No es que la soledad genere demencia, aclaró la Dra. Teresa Moreno, coordinadora del Grupo de Estudio de Neurogeriatría de la Sociedad Española de Neurología, pero sí acelera sus síntomas. 

    “Hay cosas que hacen que se noten más los síntomas y el aislamiento social y la depresión aumentan la progresión de la demencia: cuanto más uses la cabeza, menos se notan los síntomas; juntarte con gente, tener vida social, los disminuye y cuanto más podamos retrasar esos síntomas, mejor”, explicó la neuróloga.

    A todas estas variables fisiológicas y psicológicas, se suma que las personas aisladas acuden menos a los servicios sanitarios de emergencia y piden menos ayuda. “Lo que llegamos a ver es la punta del iceberg. Muchas veces, están tan aisladas estas personas que no nos llegan. Hay que ir a buscarlas”, admitió Roquer.

    La soledad también afecta a los jóvenes

    Aunque la soledad y el aislamiento social tocan más a las personas de mayor edad, los jóvenes no están exentos de sufrir este fenómeno. Varias investigaciones han alertado de una asociación entre la soledad en este colectivo y un aumento de consumo de tabaco.

    Los expertos reclaman más atención a este fenómeno y alternativas terapéuticas para atajar su impacto en la salud. No hay una pastilla o un jarabe para curar la soledad, pero sí estrategias para minimizar su daño. 

    Fuente consultada aquí.

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