La alteración emocional que puede ocasionar el alcohol, puede llevar a los jóvenes a tomar decisiones aún más peligrosas y a experimentar problemas de salud mental.
La reciente tragedia ocurrida en Mayagüez, donde un accidente automovilístico cobró la vida de tres jóvenes, ha puesto nuevamente sobre la mesa los peligros asociados a la cultura juvenil en Puerto Rico, marcada por el exceso de velocidad, el consumo de alcohol y estupefacientes.
En una entrevista exclusiva con la revista Medicina y Salud Pública, la Dra. Liliana Villanueva, psicóloga clínica, reflexionó sobre los factores detrás de estos comportamientos y su impacto en la salud pública de la isla.
El trágico accidente, que involucra al conductor Martínez Rivera, detenido por sospecha de conducir bajo los efectos del alcohol a alta velocidad, ha conmocionado al país. José M. Rivera Rivera y Josué E. Rodríguez Arroyo perdieron la vida al instante, mientras que Eddie A. Caraballo Hernández falleció después en el hospital. La noticia se ha viralizado en las redes sociales, generando un debate sobre la creciente cultura del riesgo entre los jóvenes puertorriqueños.
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La juventud y la percepción de inmortalidad
Durante la entrevista, la Dra. Villanueva abordó los factores psicológicos que influyen en los jóvenes al momento de tomar decisiones arriesgadas. "En efecto, lo que estamos haciendo es llenando vacíos. Definitivamente hay asuntos que inciden en este tipo de conducta. El mero hecho de ser jóvenes nos hace pensar que nada nos va a ocurrir", explicó la psicóloga.
La Dra. Villanueva destacó que el cerebro de los adolescentes todavía está en proceso de maduración, lo que impacta su capacidad para tomar decisiones responsables. "Neurológicamente hablando, esa área del cerebro que regula el juicio ya se está desarrollando, pero todavía no está completamente desarrollada hasta los 21 o 25 años", subrayó.
El rol de la dopamina y los comportamientos de riesgo
La búsqueda de experiencias intensas, como las que implican el consumo de alcohol y drogas o la conducción a alta velocidad, está asociada con la liberación de dopamina, el neurotransmisor que activa los centros de placer en el cerebro.
"Nosotros, los seres humanos, estamos todo el tiempo buscando disparar lo que es la dopamina. La dopamina es ese neurotransmisor del placer que se estimula con comida, alta en carbohidratos y azúcares, se estimula con alcohol, con experiencias, relaciones, cosas que nos ponen en riesgo, que disparan, nos dan esa adrenalina", explicó la Dra. Villanueva.
La soledad y el aislamiento emocional en los jóvenes
Otro aspecto importante que la Dra. Villanueva abordó el creciente sentimiento de soledad entre los jóvenes, a pesar de la conectividad digital. "Por un lado, tenemos conexiones con personas a la distancia, pero esas conexiones son bien impersonales. No hay ese abrazo, esa presencia física. No hay esa relación. Hoy en día, la juventud es cuando más sola se siente", señaló, reflexionando sobre el impacto que tiene el aislamiento emocional en la toma de decisiones impulsivas.
El alcohol: Un depresor de las emociones
En cuanto al consumo de alcohol, la Dra. Villanueva resaltó los peligros de este como depresor del sistema nervioso central. "El alcohol es un depresor del sistema nervioso central. Te adormece las emociones por un estado de tiempo, pero una vez ese efecto baja, la persona cae y suele deprimirse", advirtió la psicóloga.
Esta alteración emocional puede llevar a los jóvenes a tomar decisiones aún más peligrosas y a experimentar problemas de salud mental.
Ansiedad y crisis emocionales: Un llamado a la prevención
Además de los riesgos físicos inmediatos, la Dra. Villanueva hizo un llamado a reconocer los efectos a largo plazo que el consumo de sustancias tiene sobre la salud mental de los jóvenes. "No saben cuántos casos de jóvenes con ansiedad, ataques de pánico y trastornos emocionales están relacionados con el consumo de estas sustancias", enfatizó.
La psicóloga destacó la importancia de la prevención y de fomentar un entorno emocionalmente saludable para los jóvenes. La familia, las instituciones educativas y la sociedad en general tienen un papel fundamental en la prevención de estos comportamientos de riesgo. "Es un momento para reflexionar sobre lo que estamos haciendo como sociedad y cómo podemos ayudar a nuestros jóvenes a encontrar caminos más saludables", concluyó la Dra. Villanueva.