Científicos han publicado 350.000 estudios sobre el COVID-19, pero aún no se aclaran las incógnitas como el origen del virus o su imprevisible letalidad.
Científicos han publicado 350.000 estudios sobre el COVID-19, pero aún no se aclaran las incógnitas como el origen del virus o su imprevisible letalidad.
Los científicos han publicado casi 350.000 estudios sobre el patógeno, según Digital Science
Katherine Trujillo Useche
Agencia Latina de Noticias Medicina y Salud Pública
La ciencia no había investigado antes algo con la misma intensidad que con el coronavirus. Los científicos han publicado casi 350.000 estudios sobre el patógeno, según Digital Science. Sin embargo, aún quedan preguntas por resolver tras un año de pandemia. Por esto expertos en el tema hablan sobre cinco de los principales enigmas.
Aún no se tiene respuesta de cómo el COVID-19 llegó al mercado de animales vivos de Wuhan. El experto danés Peter Ben Embarek, jefe de la misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que enviaron a China para investigar el origen de la pandemia.
El 9 de febrero el científico dijo que es “extremadamente improbable'' que el virus saliera de un laboratorio. Este comité de expertos trabaja con la hipótesis principal de que el coronavirus se originó en los murciélagos y pasó a los humanos a través de una especie animal intermedia, tal vez dicen los expertos de las que se hacían en las granjas peleteras chinas.
Otros investigadores como el virólogo francés Etienne Decroly, son más escépticos, “sigue siendo posible varias hipótesis, zoonosis, accidente de laboratorio, etcétera y deben investigarse a fondo”, agrega el experto de la Universidad de Aix Marsella.
Decroly es uno de los 26 firmantes de la carta abierta remitida a periódicos de todo el mundo, entre ellos El País, para exigir “una investigación forense internacional completa y sin restricciones” sobre el origen de este virus.
Los autores evocan la opacidad de la dictadura China y piden considerar “todos los escenarios posibles”, incluyendo la hipotética infección de un trabajo de laboratorio al manipular muestras animales. El instituto de Virología de Wuhan está a 14 kilómetros del mercado de animales. Aún no hay pruebas de que el virus saliera de esta institución científica.
Uno de los expertos, Fernando Polack, quien lidera los ensayos de Pfizer, pide hacer medidas para reducir el riesgo de pandemias futuras.
Lo que se sabe de las vacunas es que casi el 100% de los casos graves de COVID-19, pero todavía quedan preguntas como explica la viróloga Isabel Sola. “No sabemos todavía cuánto tiempo durará la inmunidad, tanto la natural que es producida por la COVID-19 como la inducida por las vacunas. Tampoco sabemos lo potente que es esa inmunidad y si protege completamente de la infección o solo de la enfermedad”, aseguró la directora de una vacuna experimental contra el COVID-19 Nacional de Biotecnología en Madrid.
Si estas inyecciones actuales no impiden las infecciones asintomáticas, los vacunados deberían seguir llevando mascarillas en presencia de personas no vacunadas para poder evitar posibles contagios.
Aún hay estudios que continúan investigando este aspecto y algunos resultados preliminares apuntan que las vacunas también impedirán una gran parte de las infecciones silenciosas.
La experta señala tres posibles escenarios en función de la respuesta inmune humana, que la vacuna sea suficiente con las vacunas ya disponibles, que haya que vacunarse cada año o que sea necesario desarrollar nuevas vacunas que impiden las infecciones asintomáticas, además de evitar los casos graves de COVID-19.
El COVID-19 no ha parado de mutar. El crecimiento desmedido de la pandemia ha facilitado la aparición de nuevas versiones del virus que escapan parcialmente de las defensas humanas como ha sucedido con las variantes de Sudáfrica y Brasil e incluso más letal como se observó en por primera vez en Reino Unido.
La patóloga Elisabet Pujadas subraya que una de las principales preguntas es la efectividad que tendrán las vacunas ante las variantes emergentes. La experta sugiere que muy posiblemente se tendrá que rediseñar las vacunas cómo se realiza con la de la gripe.
Este virus mató cerca del 1% de los infectados en fuera de las residencias de ancianos, según un estudio del Centro Nacional de Epidemiología con datos de la primera ola. La letalidad del coronavirus en los hombres mayores de 80 años alcanzó el 12%, más del doble que en las mujeres. Otra de las grandes preguntas sin respuesta, a juicio de la viróloga Isabel Sola, es por qué el virus mata a algunas personas y otras ni se enteran de que están infectadas.
La patóloga Elisabet Pujadas coincide. “En los casos más graves vemos respuestas inmunológicas exageradas e hipercoagulabilidad [un mayor riesgo de coágulos en la sangre]. Necesitamos entender lo que está pasando a nivel molecular para desarrollar tratamientos más efectivos y personalizados”.
Esta es una de las incógnitas más importantes. El médico Alberto Paniz Mondolfi recuerda que otros cuatro tipos de coronavirus, ahora vinculados al resfriado común en la temporada invernal, también saltaron de los animales a los humanos en el pasado. “Es posible que en el futuro la covid sea una infección de ocurrencia habitual, con posibles brotes probablemente asociados a las estaciones”, reflexiona el investigador venezolano.
La directora del Centro Nacional de Epidemiología, Marina Pollán, encadena preguntas sobre la futura normalidad: “¿Las mascarillas serán habituales? ¿Cómo influirá el despliegue de las tele reuniones en nuestra psicología y nuestra interacción social? ¿La idea del otro como posible transmisor de infección cambiará la forma de relacionarnos?”
La epidemióloga espera que la sociedad sea capaz de aprender algunas lecciones de esta pandemia, como la necesidad de mejorar el cuidado de las personas mayores y de reforzar el sistema sanitario y la investigación científica. “Somos seres inteligentes, una experiencia así nos debería ayudar a reconocer puntos débiles en nuestra forma de organizarnos y mejorarlos”, opina Pollán. Elisabet Pujadas añade otra incógnita, la atención que necesitarán los pacientes con secuelas crónicas de la COVID-19.
Información de El País