En pacientes con enfermedades reumáticas, la alimentación balanceada y el reemplazo de alimentos inflamatorios son un complemento para el tratamiento farmacológico.
“Cuando hacemos cambios en nuestros hábitos alimenticios, es indispensable llevar un diario de alimentos, que va a permitir, identificar cuáles sí se toleran más que otros para poder establecer un patrón de comidas beneficioso y balanceado”, afirma la licenciada Wanda González, nutricionista, dietista y fisióloga del ejercicio.
Para una alimentación balanceada se necesita variedad en los grupos de alimentos, que debe ser responsable y determinada según las necesidades específicas de cada paciente, así mismo su resistencia o acogida a ciertos componentes que van a permitir sacarle provecho al alimento, o que, por el contrario, pueden afectan e inician procesos inflamatorios.
Contrario a las recomendaciones generales, y las dietas de moda que surgen con la eliminación de grupos alimenticios, la licenciada Wanda González, sugiere no eliminar por completo ningún grupo alimenticio, puesto que estos brindan un aporte al organismo como la adherencia a tratamientos y la obtención de beneficios nutricionales.
Las proteínas son necesarias en el mantenimiento y funcionamiento correcto del cuerpo, pues, “ayudan en la síntesis del tejido, mantenimiento de los órganos, procesos de enzimas, de hormonas, y contribuyen en la formación de anticuerpos, pues tienen un rol importante en el sistema inmunológico” afirma la licenciada.
De acuerdo con la especialista, en lugar de eliminar las proteínas de la dieta diaria, se debe hacer un consumo consciente de las mismas, escogiendo todas aquellas que sean bajas en grasa y con cortes magros.
Proteína animal, recomendada:
Aves como pollo, pavo (seleccionando cortes magros como la pechuga);
pescados como salmón, sardina, atún, fuentes de ácidos grasos, omega-3, y vitamina D;
mariscos o crustáceos como camarones, langostas, cangrejos;
moluscos como carrucho, pulpo, calamar;
carne de res, ternero, cerdo, cordero, siempre en cortes magros, bajos en grasa;
huevos, siempre y cuando sea tolerado por el paciente.
“Se ha encontrado que limitar el consumo de proteínas de origen animal ayuda a reducir las inflamaciones que le pueden dar al paciente”, afirma la Lcda. Wanda, por lo que se recomienda mirar la implementación de una dieta mediterránea o alguna otra basada sustituir las carnes por proteínas de origen vegetal; cabe mencionar que las dietas mediterráneas establecen un límite de consumo de carnes rojas de 1 a 2 veces por semana.
Las proteínas de origen vegetal, son el sustituto perfecto a la hora de obtener beneficios para todo lo especificado anteriormente, en este caso la especialista, recomienda los siguientes grupos:
Nueces y semillas: almendras, manís, pistachos, avellanas, mantequillas de nueces; semillas de lino, calabaza, chía, ajonjolí, evitando todas las que tiene sal agregada.
Legumbres: habichuelas (rosada, blanca, verde), garbanzos, lentejas, habas; soja y todos los productos derivados de estos.
Es importante que la mezcla de estos grupos, le permitan al paciente disfrutar de la alimentación, a su vez obtener la mayor cantidad de beneficios para su cuerpo, tratamientos y prevención de enfermedades, por lo mismo, la especialista afirma que “con un solo día que se implemente los cambios es ganancia”
Cada proceso es individual y los procesos inflamatorios son desencadenados por diversos factores y alimentos según cada paciente. La recomendación principal es hacer un seguimiento y establecer estos parámetros con el acompañamiento de un profesional que conozca su historial de salud, para que logre generar beneficios para el paciente y el tratamiento.
En un ponderado general, según la licenciada Wanda González, “la cantidad de carne o proteína que se debe implementar a la alimentación, son una cuarta parte del plato, porciones pequeñas, la recomendación general es aproximadamente 0.8 a 1 gramo por kilogramo de peso, por ejemplo, una persona que pesa 140 libras, la cantidad de proteínas puede ser 53 a 55 gramos”, estos valores varían según las características del paciente.
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