La creadora de contenido puertorriqueña transforma su experiencia con artritis reumatoide en un mensaje de esperanza y educación para miles de personas en redes sociales
Roxana Sifre tenía apenas 25 años cuando su vida dio un giro inesperado. Practicaba golf, tenis y llevaba una vida activa, pero un cansancio persistente y unos nudillos enrojecidos la llevaron a un diagnóstico que no esperaba: artritis reumatoide. Sin antecedentes familiares de la condición, la noticia llegó como una sorpresa que cambiaría su vida para siempre.
"Mi papá, que era farmacéutico, fue quien primero notó algo extraño. Me dijo: 'Roxi, mañana ve al internista porque para mí eso no está bien, eso me parece artritis'", recuerda Roxana.
Como muchos jóvenes, ella restó importancia a los síntomas iniciales, atribuyéndolos al deporte y al cansancio cotidiano dijo la influencer en una entrevista exclusiva con la revista Medicina y Salud Pública.
El diagnóstico marcó el inicio de un difícil proceso de duelo. Roxana, quien toda su vida había bailado ballet, jazz y bailes españoles, e incluso había sido maestra de baile, tuvo que despedirse de la persona que era.
"Fue ese proceso de despedirme de esa persona y luego ir aceptando que las dos cosas pueden convivir: la Roxana feliz y la artritis podemos convivir, podemos estar juntas", explica la creadora de contenido, quien admite que le tomó tiempo llegar a esa paz interior.
La negación, la tristeza y la incomprensión de su entorno fueron obstáculos adicionales. Su esposo, con quien acababa de casarse, no entendía la magnitud de la condición hasta que asistió a una cita médica con ella. "Como esto no se ve al principio, fue bastante fuerte para él", reconoce.
El camino hacia el tratamiento adecuado no fue sencillo. A los 25 años, Roxana también quería ser madre, lo que complicaba las opciones terapéuticas disponibles.
Comenzó con Plaquenil y Prednisona, pero sentía que no le hacían mucho efecto. Probó terapias alternativas, acuática, tés y yoga, buscando alivio natural para su dolor.
Su hijo nació mediante fertilización in vitro, otro desafío que enfrentó simultáneamente. Después del nacimiento, comenzó con Metotrexato, un medicamento que le causó efectos secundarios severos como pérdida de cabello y náuseas intensas. "La cura parecía peor que la enfermedad", recuerda, aunque con el tiempo su cuerpo se fue acostumbrando.
Actualmente, Roxana considera dar el siguiente paso hacia los medicamentos biológicos, habiendo superado el miedo y el "tabú" que inicialmente sentía hacia ellos.
Durante años, Roxana guardó silencio sobre su condición. No quería ser definida como "la que tiene artritis". Sin embargo, todo cambió cuando compartió en TikTok un simple gadget que usa para abrir botellas de agua, una tarea que para los pacientes con artritis reumatoide puede ser complicada.
"Ese video se fue bastante viral y mucha gente empezó a comentar diciendo 'mira, yo tengo esto, ¿cómo te sientes?'. Por ahí empezó todo", cuenta Roxana, quien no conocía a nadie de su edad con la condición y se sentía sola.
Hoy, como @roxana_sifre en Instagram y TikTok, comparte su experiencia diaria con humor y autenticidad. Desde cómo preparar meriendas para su hijo hasta los dispositivos que le facilitan las tareas del hogar, Roxana ofrece consejos prácticos y, sobre todo, esperanza a miles de seguidores.
En el Día Mundial de la Artritis Reumatoide, Roxana tiene un mensaje claro: "Aunque esta condición es invisible, las personas que la padecemos no son invisibles. Nuestros dolores no son mentiras, son dolores reales".
La creadora de contenido hace un llamado a la empatía y a la detección temprana. "Si tienes dolor, si ves algo que en tu cuerpo no está bien, no esperes a que sea muy tarde. Mejor es sacarte unas pruebas de sangre y que salgan todo bien, a que ya sea muy tarde", aconseja.
Roxana también destaca la importancia de contar con un buen equipo médico: "He tenido tres reumatólogos y el que tengo ahora yo digo que es mi ángel. Eso para mí es una de las cosas más importantes".
Su testimonio es un recordatorio de que la artritis reumatoide no define a quienes la padecen, sino que puede convertirse en una oportunidad para crecer, conectar con otros y educar desde la experiencia. Como ella misma concluye: "Porque no se ve, se siente".