Una de las manifestaciones extraarticulares más comunes en pacientes seropositivos es la enfermedad pulmonar intersticial difusa.
Hasta un 80 por ciento de los pacientes con artritis reumatoide son seropositivos, es decir, presentan autoanticuerpos como factor reumatoide y anti-CCP, así lo ha indicado el Dr. José Andrés Román Ivorra, tras señalar que la presencia de estos autoanticuerpos se asocia, además, con una enfermedad más grave y de peor pronóstico.
Una de las manifestaciones extraarticulares más comunes en pacientes seropositivos es la enfermedad pulmonar intersticial difusa.
“Es una forma de artritis reumatoide más erosiva y más destructiva de la articulación y esto se relaciona con el tiempo con una discapacidad funcional irreversible del paciente. Además, las formas seropositivas son las que más manifestaciones extraarticulares tienen y, por tanto, presentan una mayor comorbilidad y un aumento de la tasa de mortalidad de los pacientes”, ha comentado el experto y moderador de la segunda edición de la jornada ‘ABATAR’, organizada por Bristol-Myers Squibb.
Una de las manifestaciones extraarticulares más comunes en pacientes seropositivos es la enfermedad pulmonar intersticial difusa (EPID). Se trata de una inflamación de la pared de los bronquios y de los alveolos que, en un porcentaje nada despreciable, conduce a fibrosis pulmonar, lo cual, a juicio del doctor, “ensombrece el pronóstico de una forma muy clara”.
Por otra parte, durante el encuentro los reumatólogos han analizado el papel que desempeña la medicina de precisión dentro del tratamiento de los pacientes con artritis reumatoide seropositiva. “La medicina de precisión intenta identificar, dentro de los pacientes con artritis reumatoide seropositiva, la base genética de la enfermedad y los tratamientos concretos que, a priori, sabemos que van a funcionar mejor en ellos”, ha matizado Román-Ivorra.
Además, los profesionales de la reumatología han apostado por un nuevo enfoque terapéutico denominado medicina ‘P4’: personalizada (se basa en la información genética de cada individuo), predictiva (permite determinar el pronóstico del paciente y la aparición de comorbilidades), preventiva (se pueden establecer medidas profilácticas que mejoren el pronóstico) y participativa (requiere no solo la intervención del reumatólogo, sino también del propio paciente).
“Como modelo terapéutico es un modelo perfecto y al que aspiramos llegar. Quizá todavía nos falta alguna ‘P’, pero seguro que en un futuro no muy lejano vamos a poder utilizar este enfoque en la práctica clínica”, según el Dr. José Andrés Román-Ivorra.
Revista Artritis y Reumatología.