Repaso de las creencias psicológicas y abordaje de las enfermedades por parte de los taínos hasta la construcción del primer asilo de beneficencia en Puerto Rico.
Pese a que la psicología es una ciencia moderna, el pensamiento psicológico ha estado presente desde hace mucho, a través de las interrogantes que el hombre se ha hecho sobre la naturaleza humana, sus diferencias, la salud mental, entre otros.
Respecto a los primeros años del pensamiento psicológico en Puerto Rico, los mitos taínos muestran una cultura con un pensamiento panteísta, es decir, que el origen del ser humano y la naturaleza se fusionan como parte de un mismo proceso de creación.
Quizá este pensamiento llevó a creer que se podían adquirir las cualidades de plantas y animales, una idea predominante en muchos grupos precolombinos, incluidos los taínos.
Pero, para los taínos, el ser humano era diferente al resto de la naturaleza porque poseía un alma inmortal. Estando en vida, el alma se llamaba goeíza, que significa “nuestro rostro”, y que se asemeja al concepto moderno de personalidad; goeíza era aquello que diferenciaba a una persona de otra.
Luego de la muerte, al alma se le llamaba opía, o “persona liberada de la envoltura carnal”. A diferencia del cristianismo, las almas de los muertos conservaban muchas de sus cualidades humanas tales como el sentido del humor, el apetito, los instintos sexuales, el amor y el odio. Para el taíno, la muerte no era el final del ciclo vital, sino una metamorfosis normal.
La cura de las enfermedades de los taínos
Los mitos también dan cuenta sobre las causas y métodos que se usaban para curar las enfermedades. Los indígenas tenían dos seres o divinidades que representaban polaridades: un dios bienhechor y un dios maléfico, causante de pestes, problemas y enfermedades.
A los enfermos taínos los atendían los buhitíes, quienes eran los médicos, sacerdotes y algunas veces caciques.
Era común el uso de alucinógenos como la cohoba para comunicarse con el mundo espiritual, así el buhití podía conocer el origen de la enfermedad y el remedio. Entre los remedios se encontraban los areytos, las purgaciones, las dietas, fumigaciones con plantas, la persuasión, el magnetismo, el hipnotismo, los amuletos y el reposo.
Ideas psicológicas durante los siglos XVI-XVIII
A inicios del siglo XVI se inicia la colonización española en Puerto Rico. En Europa se dieron una serie de cambios que repercutieron en la isla.
El sistema mercantilista recurrió a los conocimientos ideológicos que justificaran la explotación de grupos americanos, incluidos los taínos, y el enriquecimiento de los grupos europeos.
Se cuestionó si existía variabilidad en los procesos cognitivos. Entre los españoles, hubo quienes afirmaron que existían lugares y climas en el mundo en el que los habitantes carecían de capacidad cognitiva y racionalidad. Se creyó que las costumbres no cristianas, o “pecaminosas”, producían seres cognitivamente deficientes. Las cortes españolas cuestionaron las destrezas de pensamiento, valores y capacidad de los grupos americanos para autoridigirse.
Pero, la monarquía española no logró eliminar las ideas populares sobre la salud. Había superstición y escasez de médicos, así que proliferaron los curanderos, cirujanos ambulantes, los amuletos, ensalmos y reliquias para curar enfermedades físicas y mentales.
La medicina tradicional española del siglo XVI y XVII recurrió al orinal. Mirando la orina a trasluz, los médicos diagnosticaban enfermedades físicas. Los remedios eran las ventosas, sangrías, purgantes y drogas a bases de plantas. Estos remedios, de la cultura española, eran parecidos a los usados por los médicos y curanderos en Puerto Rico, en el siglo XIX para tratar las enfermedades mentales.
Ideas psicológicas en el siglo XIX
El país pasó de una economía de subsistencia a un capitalismo que se iba afianzando, caracterizado por el monocultivo latifundista y esclavista de la caña, café y tabaco.
En este contexto surgió una minoría intelectual puertorriqueña que reclamó mejores condiciones de salud y educación para los desventajados, la abolición de la esclavitud y mayor participación del pueblo en la vida del país.
En medio de la pobreza, la mala alimentación, el abuso de bebidas alcohólicas y la promiscuidad, fueron vistos por la clase médica de Puerto Rico como factores notables en la aparición de la enajenación mental.
Construcción del primer asilo de beneficencia en Puerto Rico
La Casa de Beneficencia fue iniciativa del gobernador López Baños para modificar el sistema carcelario del país.
Aunque solo se había construido una parte del edificio en el Barrio Ballajá, en la ciudad de San Juan, el 19 de noviembre de 1844 se inauguró el asilo para separar a los reos por género, recoger a los indigentes, ancianos desamparados, huérfanos, jóvenes problemáticos y personas con desórdenes mentales.
El primer equipo de trabajo que se encargó de las personas con desórdenes mentales quedó constituido por el doctor Joaquín Bosh, el “loquero” Justo Caraballo, la “loquera” Tomasa Ciprés, el secretario José Loño y el portero José Trujillo.
Con el paso del tiempo, este lugar se convirtió en un sitio deplorable. Los archivos y expedientes estaban desorganizados y los asilados no estaban clasificados de forma correcta. Había deficiencia en la higiene y servicios médicos, maltrato físico y psicológico. Se usaron grillos, cadenas y azotes.
Finalmente, la etiología de las enfermedades mentales se comenzó a buscar en factores ambientales o hereditarios. El cerebro fue el punto de partida para los médicos puertorriqueños para comprender la enajenación mental.
Las personas con problemas emocionales no eran consideradas como “poseídas por el demonio”, sino enfermos. A finales del siglo XIX se dieron varios intentos para mejorar las condiciones de estas personas en la Isla.