Expertos corroboran importancia de la prevención del suicidio a través de políticas públicas salubristas

Expertos indican que los gobiernos deberían centrarse en implementar estrategias preventivas eficaces para mejorar los determinantes de salud mental y abordar el problema.

Tathiana Ortiz

    Expertos corroboran importancia de la prevención del suicidio a través de políticas públicas salubristas

    “El suicidio es prevenible. Hay que decirlo alto y claro. De hecho, nos enfrentamos a un problema que solo puede ser abordado desde la prevención”, subraya Susana Al-Halabí, docente del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo, quien insistió en que la prevención es clave. 

    “Pero no se trataría de reparar supuestos problemas psicológicos, sino de dotar a las personas de recursos que mejoren su acceso a los servicios sanitarios en situaciones de crisis, reducir los factores de riesgo y potenciar los de protección”, dijo. 

    “Estamos fallando en la detección de señales de riesgo y en las evaluaciones que llevan a cabo los profesionales de varios ámbitos profesionales (sanitario, educativo, social, seguridad y emergencias), pero también la población general en advertir el riesgo de un familiar y detectar las señales de peligro”, detalla Pedro Martín-Barrajón Morán, responsable de la Red Nacional de Psicólogos para la Prevención del Suicidio de España, quien a su vez precisó que este problema es global y no se trata de nacionalidades, sino de realizar una acción conjunta. 

    El último informe sobre conductas suicidas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que en 2019 se suicidaron más de 700.000 personas, lo que implica que una de cada 100 muertes fue debida a esta causa. Los fallecimientos asociados superaron en cifras al sida, paludismo o cáncer de mama.

    Durante la última década, el reporte de conductas suicidas y el número de muertes producto de ellas ha aumentado muy significativamente. De allí nace la necesidad de abordar este tema que es considerado un asunto de salud pública, para poder prevenirlo.

    Algunos que van más allá en el tiempo señalan, que el aumento en cifras durante los últimos 30 años ha sido superior a 20 mil personas. Paralelamente ya hay expertos en el tema que aseguran que con la pandemia la situación se agravó.

    Todos los análisis sobre este problema de salud que aqueja a la población mundial indican, que es necesario tratar el tema sin complejos, sin miramientos, sin sensacionalismos para poder hacerle frente.

    En el mundo, los expertos estimaban razonable pensar que el aislamiento, la incertidumbre, las dificultades económicas y el estrés, tendrían como desenlace el ascenso de actos letales. Tras un año de especulaciones, un primer estudio internacional levantado con datos de 21 países, no registró el incremento de las tasas de suicidio, durante los primeros meses de la pandemia.

    “El aumento autoinformado de los niveles de ansiedad, depresión y pensamientos suicidas no parece haberse traducido en más fallecimientos, al menos en los países que formaron parte del estudio”, explicó Al-Halabí, del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo. 

    Entre tanto Martín-Barrajón Morán, señaló que en cuanto al incremento o no del suicidio consumado durante la pandemia, aún se está recibiendo información a cuentagotas de diferentes entidades públicas y privadas que no es muy alentadora.

    Asimismo, autoridades y asociaciones que evalúan el tema indican que las autolesiones y las ideas suicidas, sí parecen haber aumentado en 2020. La desatención a esta condición podrá ser responsable de las más de 700.000 muertes al año, de no recibir el tratamiento como un problema de salud pública global.

    “Cada muerte es una tragedia. Prestar atención al suicidio es incluso más importante ahora, después de muchos meses inmersos en la pandemia y cuando muchos de los factores de riesgo —pérdida de empleo, apuros económicos y aislamiento social— siguen estando muy presentes”, puntualizó Tedros Adhanom Ghebreyesus (OMS).

    Pasar del tabú a enfrentar el tema

    Pese a la magnitud de estas cifras y a su enorme transcendencia en términos de salud pública, el suicidio sigue siendo un tema tabú del que apenas se habla. No obstante, desde hace años se considera imprescindible la visibilización de esta realidad.

    “Durante mucho tiempo se ha mantenido la idea de que hablar del suicidio induce al suicidio, el llamado efecto contagio o efecto Wherther. Hoy la postura científica internacional es firme y tajante: hay que dialogar sobre ello, lo importante es cómo hacerlo para no aumentar el número de casos e incluso prevenirlo. Los medios pueden ayudar en la instauración de conductas de afrontamiento adecuadas y desmitificar este problema, lo que se llama el efecto Papageno”, añade Martín-Barrajón Morán.

    La magnitud de este problema será mayor, de seguir tratándolo como algo menor, sin invertir recursos al no considerarlo un problema  de salud pública prioritario. “Es importante saber que para tener un comportamiento suicida, no hace falta tener una enfermedad mental, Cualquiera puede verse desbordado en un momento puntual y decidir acabar con su vida voluntariamente”.

    Hablar sobre suicidio adecuadamente puede ofrecer un recurso de ayuda a alguien que esté pasando por un momento duro, reducir la sensación de impotencia, soledad y aislamiento, y proporcionar la oportunidad de que se arrepienta de su propósito. 

    Tratamiento

    En consonancia con las recomendaciones establecidas por la OMS en 2019, el suicidio se debe tratar de forma responsable y rigurosa, buscando aliados a la hora de concienciar, sensibilizar y acabar con el estigma.

    Sus expertos reivindican la necesidad de hablar sobre ello como herramienta para hacerle frente, pero sin caer en sensacionalismos, y siempre acudiendo a fuentes fiables.

    Las claves son evitar describir y dar detalles sobre el método empleado, así como la publicación de fotografías o notas suicidas, y aportar recursos de ayuda, como líneas telefónicas o servicios sanitarios. Y no simplificar, presentar el suicidio como un fenómeno complejo y multicausal.

    Es imprescindible la implicación y colaboración directa de los medios de comunicación. Debemos dotarnos de nuevas reglas para el tratamiento informativo que hagan llegar a la población la información adecuada sobre los recursos disponibles y ayuden a cumplir los objetivos de prevención. El silencio informativo no es una opción. El sensacionalismo, tampoco.

    Igualmente, un estudio recientemente publicado en la revista The Lancet Psychiatry indica que las noticias que informan sobre el comportamiento suicida pueden tener una influencia considerable en esta conducta y las autolesiones en la población en general; y pone de relieve la importancia de que los medios informen correctamente a la hora de hablar de suicidio para evitar el efecto de imitación.

    Para erradicar mitos

    La organización europea Mental Health Europe (MHE) escribió un artículo en 2020 para acabar con los ocho conceptos erróneos más comunes sobre el suicidio y optimizar así su prevención:

    - Las personas que hablan sobre el suicidio solo buscan atención.

    Siempre hay que tomar en serio a aquellas personas que manifiestan que quieren terminar con sus vidas ya que podría ser su forma de pedir ayuda.

    -Solo determinadas personas mueren por suicidio.

    El suicidio puede afectar a cualquiera. No todas las personas que viven con problemas de salud mental son suicidas, y no todas las personas que mueren por suicidio tienen problemas de salud mental.

    -El suicidio es una elección personal.

    La mayoría de las personas con conducta suicida en realidad no quieren morir, sino que no quieren vivir la vida que tienen. Por eso es tan importante hablar de otras opciones en el momento adecuado para prevenir el suicidio.

    -Hablar sobre el suicidio puede animar a las personas a acabar con sus vidas.

    Preguntar a las personas si están pensando en suicidarse no les da ideas al respecto. Debido al estigma generalizado, las personas que piensan en ello no saben con quién hablar al respecto. Hablar sobre cómo se sienten puede ayudarles a reconsiderar su decisión y descubrir otras opciones.

    -La medicación es el mejor tratamiento para el suicidio.

    Los medicamentos, como los antidepresivos o ansiolíticos, no reducen las tendencias suicidas. Los gobiernos deberían centrarse en implementar estrategias preventivas eficaces para mejorar los determinantes de salud mental y abordar el problema.

    -La hospitalización involuntaria reduce el riesgo de suicidio.

    Las personas que son obligadas a ser hospitalizadas tienen más probabilidades de intentar suicidarse después de ser dadas de alta. Un estudio publicado en 2019 sugiere que esta práctica podría aumentar las probabilidades tras el alta hospitalaria.

    Fuente consultada aquí

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